CAPÍTULO 67 MESES ATRAS

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Meses atrás.

Rigoberto miró como se iban adentrando a su territorio, estaba, adolorido del viaje, lo habían echado atado de manos a la parte trasera de la camioneta, amontonado junto con sus hombres, como si fuera uno más del montón, a él, al gran Rigoberto Salas, estaba indignado y furioso, no dejaba de insultar y quejarse, ofendiendo a medio mundo, aun a sus hombres que estaban en igual de circunstancias que él, increpándolos por no haber sabido protegerlo.

Cuando por fin se detuvieron lo hicieron en una cabaña que se encontraba dentro de sus propiedades.

Los hombres comandados por Roberth lo bajaron y lo hicieron caminar hasta el interior.

Con sorpresa miró a los hombres reunidos ahí, y un escalofrió recorrió su cuerpo, el miedo empezó a apoderarse de él.

Delante suyo se encontraba Santiago, a quien ya esperaba ver, pero no a Aureliano Montero a quien había intentado asesinar tiempo atrás, sin conseguirlo, además, le había quitado a su mujer la madre de su hijo y la había asesinado después, saliendo herido en el proceso el pequeño y además había condenado a Aureliano a meses y meses de dolor, quedando internado en un hospital hasta que logró recuperarse, esperaba algún día encontrarse con él de nuevo, pero no ahora y no al lado de Santiago y de nada más y nada menos que con el ingeniero Gustavo Contreras, otro hombre con el que también había intentado meterse, sin embargo había sido vencido de una manera humillante y vergonzosa. En esa ocasión se había jurado no volver a meterse con él, pero ahí estaba de nuevo y supo de inmediato que al haberse metido con Santiago, lo había hecho de nuevo con Gustavo.

Un sudor frío empezó a recorrer todo su cuerpo, su instinto le decía que ahora no tenía escapatoria, estaba perdido.

_ ¡Rigoberto! ... ¡Rigoberto! - se acercó Aureliano. _nos volvemos a encontrar.

Él se estremeció en su lugar.

_Debiste haberte quedado quieto la última vez que nos enfrentamos.

_ ¡Lo haré! - grito con desesperación. _¡les juro que lo haré! - dijo con voz quebrada. Sus manos temblaban, sus piernas temblaban, esos tres hombres lo intimidaban con su sola presencia, si por separado le daban miedo, juntos le producían terror.

_ Demasiado tarde. - movió Aureliano su cabeza de un lado a otro. _ lo pensaste demasiado tarde. Ahora tendrás que atenerte a las consecuencias.

Ramiro miro a los tres hombres que estaban frente a él, ahora él era el jefe y cualquier asunto se trataba con él, sus hombres, que no eran muchos estaban en alertas, algunos protegiéndolo a su lado y otros en los alrededores.

_ ¿Así que cuál es tu propuesta? - se dirigió a Santiago.

Santiago Moran, Aureliano Montero y Gustavo Contreras habían logrado llegar hasta la casa principal en donde había vivido Rigoberto Salas, y que ahora ocupaba Ramiro, quien había sido la mano derecha de Rigoberto, y algunos de sus hombres y que ahora ocupaban el lugar de él.

Llevaban consigo a Rigoberto y a los que con él estaban, quienes habían quedando retirados de ellos bajo el resguardo de Roberth y los hombres de los tres.

_ No hay propuesta, solo tienes dos opciones. - dijo con autoridad. _ la primera, te entregamos a Rigoberto y hacen con él lo que quieran, sé que está en deuda con ustedes y desean cobrársela, después de eso se marcharán de este territorio, al final de cuentas lo hemos ganado limpiamente Aureliano y yo.

Esto no pareció agradarle a Ramiro, después de todo él ya se veía como dueño y señor de ese lugar cuando Rigoberto desapareciera.

_ Su segunda opción. - continuó Santiago sin inmutarse. _es que, si no se van por voluntad propia, nos estarían declarando la guerra y créanme que no nos querrán como enemigos.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora