CAPÍTULO 22 PERDIDA

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Laura, se movió inquieta, una punzada atravesó su cabeza, abrió sus ojos y no vio más que oscuridad, quiso moverse, pero algo se lo impidió.

Recordaba que sólo se había recostado sobre la cama para esperar a que todos durmieran y marcharse, pero ahora estaba bajo las sábanas, sin zapatos, pero aún con su ropa del día anterior.

Se deshizo de las sabanas que la aprisionaban y de un salto salió de la cama, afuera aún se veía oscuro, miró el reloj que se encontraba en la mesita de noche, eran las cuatro de la madrugada. Se había quedado dormida, pero aún era tiempo de salir sin ser vista. Tomó sus cosas y salió.

Afuera se sentía el aire helado, salió con cautela, sabía que el rancho era vigilado de día y de noche, así que prestó atención a todo lo que había a su alrededor, no siguió la carretera porque seguramente también se encontraba vigilada, así que se internó en el bosque.

*****
Damián estaba inquieto, la noche anterior no había podido hablar con Laura, durante todo el día lo había evadido y se había dormido sin despedirse de él. Cuando fue a darle las buenas noches y no obtener respuesta, abrió la puerta con sigilo. Ella se había quedado dormida sobre la colcha, se acercó e intentó despertarla para que se pusiera, algo cómodo y pudiera descansar, pero solo logró que se removiera en su lugar y se quedara dormida de nuevo, entonces optó por quitarle los zapatos que aún traía puestos y como pudo la acomodó bajo las sábanas luego salió. Entendía que estuviera asustada y molesta con Santiago por lo que le había visto hacer, pero ¿con él?, No entendía por qué estaba molesta con él.

Así que su noche no fue tranquila, dormía por ratos, pero su sueño era ligero y nada reparador.

Miro el reloj eran las cinco de la mañana ya se escuchaban ruidos afuera, en el rancho la gente se levantaba muy temprano, <<demasiado temprano>> diría él. Iba a ponerse de pie, ya que le sería imposible conciliar el sueño de nuevo, cuando escuchó unos fuertes golpes en la puerta de su recamara.

_¡Damián! - escucho la fuerte voz de Bruno la mano derecha de Santiago. Bruno más que su empleado era su amigo, casi un hermano para él.

Damián se puso de pie, y abrió la puerta.

_ ¿Qué sucede? - dijo soñoliento.

_ Me temo que son malas noticias. - lo miró apenado. _tu amiga ha desaparecido.

El corazón se le detuvo por un momento. ¿Laura desaparecida? Lo primero que vino a su mente fue su secuestro, ¿la habrían encontrado? ¿se la habían llevado de nuevo? No... No... No... No podía ser, no de ahí, era imposible, ningún extraño podía brincar toda la seguridad que existía en ese lugar.

_ Se fue por su propia cuenta. - continuó Bruno. _el hijo de uno de nuestros trabajadores la vio vagando por el bosque, probablemente perdida, él no le dio importancia porque pensó que estaba explorando el lugar, pero se lo comunicó a su padre y él nos informó. Santiago ya salió con un grupo, pero ha pasado mucho tiempo. Así que probablemente sea un poco complicado dar con ella.

Damián escuchaba sin reaccionar, no podía dejar que nada malo le pasara, no podía perderla... No quería perderla, era un sentimiento nuevo, que lo asustaba, pero que se había arraigado en su corazón, la necesitaba y no sabía por qué.

_ Santiago me pidió que te llevara conmigo, nos uniremos a la búsqueda, ha estado lloviendo y es peligroso para quien no está acostumbrado a ésto. - lo dijo no sólo por Laura, sino por él. Ambos eran prácticamente de ciudad, aunque hubiesen nacido ahí.

Damián tomó lo que necesitaba y salió como autómata detrás de Bruno, tenía que encontrarla, probablemente estuviera perdida y asustada y no podía imaginarsela así, o en cualquier otro peligro. Rogaba a Dios que no hubiese salido del territorio de Santiago, ahí no pasaba de estar perdida y enfrentarse a los peligros propios del bosque, pero si salía de ahí, y estando las cosas como estaban... Un sudor frío empezó a recorrer su cuerpo, no quería pensar... Tenían que dar con ella antes de que alguien más la encontrará.

*****
Laura titiritaba de frío, nada le daba calor, ni siquiera el movimiento, no había dejado de caminar, ya no quería huir, estaba asustada, la lluvia la había sorprendido y aunque se había resguardado bajo las espesas copas de los árboles, aun así estaba empapada.

Al intentar regresar después de darse cuenta de que sería imposible encontrar algún pueblo sin conocer el lugar, se había perdido, ahora no sabía hacia dónde se dirigía, ni en donde se encontraba, temía encontrarse con gente mala, pero no podía dejar de caminar, porque si lo hacía se congelaría.

En ese momento pensó en Damián, lo había rehuido todo el día, aunque él había hecho el intento de acercarse en varias ocasiones, y en todas ellas lo rechazó, en esos momentos ella estaba muy indignada, no podía concebir como el daba la razón y aun defendía a su hermano, a un asesino, ¿cómo podía tener en tan poco una vida? Era un ser humano, como ellos, <<¿cómo podía ser tan despreciable?>> Había pensado. Sin embargo, ahora, despreciable o no, quería tenerlo cerca, anhelaba la protección que siempre había estado dispuesto a darle, el calor de sus brazos, la ternura de sus palabras, la enorme sensación de seguridad que siempre le daba. Lo extrañaba, más de lo que quería admitir... Lo necesitaba... Se había hecho dependiente de él, ¿y cuando se fuera? ¿Cuándo ella por fin tomará su camino y Damián el de él? Seguro dolería y dolería mucho.

No pudo evitar que las lágrimas rodarán por sus mejillas, quería verlo, quería tenerlo delante de ella y correr y abrazarlo y dejarlo que la reprendiera por la estupidez que había cometido y al final que le diera ese beso que inconscientemente siempre había estado deseando. Lo anhelaba, aunque apenas lo estuviera reconociendo, se estaba enamorando de ese hombre, aunque sabía que no podría ser, ella no quería formar parte de esa familia y a él seguramente no le interesaría, alguien como ella, tan simple, tan insignificante, él era un poderoso hombre de negocios, ella no era nadie, tenía un buen puesto en la empresa en la que trabajaba, peto no pasaría de ahí, y ahora quizás ni eso tuviera, ya debían de haberla sustituido ante su ausencia.

Con tristeza miró al cielo, las nubes se cernían amenazando con más lluvia, ella se abrazó con sus propias manos, ya no podía más, desesperada y desilusionada grito el nombre de Damián, sabía que era imposible que la escuchara, pero aun así lo volvió a hacer, había cerrado sus ojos y cansada se recargo en el enorme tronco de uno de los árboles, luego se deslizó por este hasta quedar sentada abrazándose a sus rodillas y derramando lágrimas de desesperación.

No supo cuánto tiempo permaneció así, ya no quería moverse, se sentía sumamente cansada y entumida tanto por su posición como por el frío que hacía que sus extremidades estuvieran insensibles. Sin fuerzas empezó a repetir un nombre: Damián, solo eso salía de sus labios, ya no lo gritaba, solo lo pronunciaba en voz baja.

Escucho ruidos y voces, en otro momento se hubiera incorporado de un brinco y se hubiera puesto en guardia, pero ahora no podía, no le quedaban fuerzas, solo abrió sus hermosos ojos, volvió a repetir ese nombre que le daba paz y levantó su rostro. Parado cerca de ella, miró al hombre que no quería volver a ver, seguido de varios más, que la observaban desde su altura.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora