CAPÍTULO 37 ¿VAS A DECIR QUE SÍ?

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Damián no podía dormir, deseaba con toda su alma que Laura entendiera lo que sentía por ella, solo el día anterior le había pedido que vivieran juntos, pero se había dado cuenta de que eso no le era suficiente, necesitaba más, más de ella, de su presencia, de su luz, de su paz, necesitaba que fuera su esposa y se lo había pedido, pero ella no parecía tener los mismos sentimientos que él y eso le dolía, sabía que podía convencerla de ser su esposa, pero ¿si no lo amaba?, eso, ¿cómo se conseguía? Estaba frustrado y lo peor de todo era que él, que nunca se daba por vencido, que era un as en los negocios, que nada se le escapaba, ahora no podía convencer a la mujer que amaba de compartir su vida con él.

*****
Laura despertó, era de madrugada, sintió un cuerpo junto al suyo, sin abrir los ojos supo que era Damián, muy seguido despertaba con él a su lado, desde que habían regresado las pesadillas y él acudía, a consolarla y luego ella no era capaz de dejarlo ir.

Abrió sus ojos y lo observó. El siempre dejaba la lámpara de noche encendida por si ella volvía a despertar. Miro su respiración acompasada, su rostro tan atractivo, sus manos varoniles descansando sobre su cuerpo.

Cualquier mujer mataría por tener a ese hombre a su lado y ella se daba el lujo de rechazar su propuesta no de vivir con él, sino de ser su esposa, de formar una familia, se había sentido tan asustada que había sido incapaz de contestar a su petición y seguía sin hacerlo, él era tan caballero que no la había forzado, ni le había insistido, le estaba dando su espacio y su tiempo, ahora que estaba más relajada y que lo veía ahí con esa calma y esa quietud quería gritarle que sí, si aceptaba ser su esposa pero... ¿Qué futuro tendrían? Cuidándose las espaldas siempre, con la sombra de su hermano sobre ellos, temiendo incluso que Alfonso le hiciera daño a él por su culpa. No podría soportarlo. Sabía lo que tenía que hacer y lo haría en cuanto tuviera las posibilidades.

_ Laura. - se escuchó la voz ronca de él.

Ella, se quedó quieta, no quería que despertara totalmente, pero él se removió en su lugar, abrió sus ojos soñolientos y le sonrió.

Ella no pudo resistirse a esa sonrisa y le regalo la suya.

_ ¿Me vas, a decir que sí? - preguntó esperanzado como si fuera un niño esperando un dulce de sus padres.
Su mirada estaba cargada de ternura.

_ Si. - se escuchó ella decir.

Él se incorporó despierto totalmente, la adrenalina fluía por su cuerpo, había dicho que sí, no se contuvo y la abrazo con fuerza ella hizo lo mismo luego sus labios se unieron en un tierno y apasionado beso.

El no notó las lágrimas que pugnaban por salir de los ojos de ella. Se sentía tan feliz, pero tan desdichada al mismo tiempo. ¿Porque no podían ser felices? - se preguntó. Damián estaría bien, ella se marcharía, era ilusorio pensar que podían estar juntos, Alfonso era su hermano, ese lazo no lo podía romper nadie y el peligro siempre asecharía.

*****
Alfonso miraba furioso hacia la entrada del edificio en donde Damián tenía sus oficinas, en vano había estado esperando a que él lo llamara para verse como habían quedado, eso le demostraba el interés que él tenía de arreglar la relación con su hermano, pero no lo dejaría, no le daría la oportunidad de alejarse, no mientras conviniera a sus intereses. Por lo pronto haría lo que fuera para ganarse su confianza, después, se las cobraría todas juntas.

Era la hora de salida del personal, sabía que probablemente él como jefe saldría antes o mucho después, no importaba, él tenía todo el tiempo del mundo.

No dejaba de mirar hacia el frente, tarde o temprano tenía que salir su hermano, sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando en lugar de verlo a él, miro salir a Laura, era ella, tenía que ser ella, no podía haber dos mujeres iguales.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora