EPÍLOGO

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La habitación en donde Laura estaba internada, era de lo más elegante y cómoda, contaba con todos los servicios de que pudiera disponer, pero a ella nada le complacía tanto, como que estuviera su esposo a su lado.

Damián no se había separado de ella en el transcurso de las ocho horas que ya llevaba de parto.

Damián estaba ansioso y desesperado, no quería verla sufrir más, pero ella, se había empeñado en que su bebé naciera por parto natural y no por cesárea, además, de que no deseaba que le aplicaran ningún medicamento para mitigar el dolor. Quería que todo fuera lo más natural posible.

Las ocho horas pronto se convirtieron en doce, por fin aquel pequeño ser se dignaba a llegar a este mundo.

Su madre, aunque agotada estaba feliz y su padre que no sabía a quién llenar de besos si a su madre o a aquella pequeñita que lloraba a todo pulmón, anunciando su presencia.

Después de que Laura la hubo tenido en su regazo por unos segundos, le fue entregada a su padre, quien la sostuvo con manos firmes mirándola con adoración, era una niña, su niña, una combinación hermosa de ambos.

No podía creer que esto fuera realidad. Amaba a su esposa, amaba a su niña, y amaba la vida.

Cuando una enfermera tomó a la bebé para llevársela, él se volvió hacia Laura.

_ Gracias. - fue lo único que pudo decir conmovido. - luego beso con ternura sus labios cansados, toda ella estaba cansada, las fuerzas la abandonaban y ella, se dejó llevar por el sueño, estaba tranquila, estaba segura, él estaba a su lado. Lo amaba.

*****
Era fin de año, el día había sido muy ajetreado. Empezaba a oscurecer y Simón miraba la pista de aterrizaje, que se observaba desde su nueva casa.

Hacía un año ya de su accidente aéreo, en donde casi pierde la vida junto con Damián y su esposa.

A la aerolínea no le fue nada bien, después de que los hermanos Morán intervinieran para ponerlos en su lugar, así que se había quedado sin empleo, además de que había quedado convaleciente, con varios cosillas rotas y golpes en varias partes del cuerpo, de cualquier forma, de no haber intervenido Damián y Santiago, él hubiese perdido su empleo, porque sus antiguos jefes no se hubiesen hecho responsables de lo que sucedió.

Ahora daba gracias por la intervención de ellos y porque si esta vez se habían salvado, quizás en otra no.

Ahora a la vuelta de un año, tenía empleo, nueva casa proporcionada por sus nuevos jefes y tenía a su esposa y sus pequeños con él, su sueldo era considerablemente más alto y tenía todas las prestaciones de ley, como debería de ser.

Ahora no solo era el piloto personal de Santiago Moran, sino que era el encargado de que las aeronaves que ahora poseía su jefe estuvieran en buen estado y la aeropista funcionará como debería de ser. Incluso le habían permitido reclutar a varios de sus compañeros que también se habían quedado sin empleo.

_ Amor. - sintió los brazos de su esposa rodeandolo. _no te quedes afuera, entra, hace frío.

El se volvió, la rodeo con sus fuertes brazos, la beso y se dirigieron hacia el interior, era hora de que ellos también celebraran la llegada del año nuevo, después de haber realizado varios vuelos, para traer a algunos de los invitados de Santiago y de coordinar los vuelos y las llegadas de otros de sus amigos, que contaban con sus propias aeronaves, por fin concluía su día.

Estaba feliz y el año le auguraba solo cosas buenas.

*****
La casa en el rancho principal de Santiago estaba a rebosar.

En ese momento se encontraban reunidos todos los amigos de la familia Moran, eran pocas las oportunidades que tenían de coincidir todos y esta era una de ellas, Elizabeth, Lorena y Mariana que habían convivido tanto tiempo juntas antes de, cada una formar un hogar con el hombre que amaban, no podían verse tan seguido como deseaban, por las actividades y los negocios de sus esposos, pero ahora estaban celebrando la partida de un año y la llegada de uno más, habían hablado, reído y aún llorado juntas, pero se sentían felices.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora