Cap 27

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Los meses pasaban cual agua entre los dedos, los pequeños crecían a un gran ritmo, a uno más rápido del que yuuri y Viktor prefiriesen.

Ambos pequeños contaban con más de siete meses y medio, ambos considerados unos ángeles regordetes; el pequeño yuri con un pelo rubio y ojos color esmeralda que resaltaban su piel pálida y blanca solía ser cariñoso y muy apegado a su padre, decía palabras breves y cortar como "mamá" o "papá", también básicas como "hambre", "beso" o "popo"; a comparación de su pequeño hermano jean el cual la mayoría de las veces solía dormir o pasar recostado cerca del pecho de su madre, aveces sonreía, era tan pura y hermosa su sonrisa que lograba resaltar aún más sus ojos azul agrisados, su cabello moreno y su piel trigueña le daban un toque único.

Hasta los cinco meses del pequeño las idas al doctor eran obligatorias mensualmente, a pesar de haber tratado y buscado con diferentes doctores todos llegaban a el mismo análisis, el pequeño tendría su audición nula lo cual causaba su comportamiento, lo cual causaba que estuviera cerca de yuuri, absorber sus fermonas lo tranquilizaba, a palabras de una doctora alfa, si el pequeño hubiera quedado huérfano tal vez ya no se encontraría con vida, era algo que no relajaba mucho el corazón de yuuri.

En esos momentos solo disfrutaba verles jugar, en la gran habitación de los pequeños se encontraba una pequeña sección de juegos donde había pequeños juguetes o pelotas, ahí mismo yuri solía gatear de un lado a otro, tomar las pelotas posibles y dárselas a su hermano el cual se dedicaba a estar sentado y sonreír siempre que su hermano le daba algo; aveces aquellas actitudes de sus pequeños solían sacar de él pequeñas sonrisas tristes acompañadas con unas lágrimas, debes en cuando en su conciencia aparecía el que su pequeño bebé tendría que vivir sin eso, sin poder oír algo o a alguien, a pesar de no querer pensarlo lo hacía.

-yuuri te encuentras bien?- se escuchó la voz del alfa entrar a la habitación y tocar el hombro de su amado

Yuuri dio un pequeño salto e intentó disimular su sonrisa y sus ojos cristalinos, algo no muy bien echo dada la expresión de Viktor.

-qué pasa cariño?- pregunto un poco más insistente colocándose al lado de su amado

Yuuri suspiró y miró una vez más a sus pequeños, el pequeño rubio sonreía alegremente mientras entregaba pelotas a hermano el cual tiraba una tomando otra y así cada que su hermano le daba otra pelota.

-en realidad- comenzó a mover sus manos haciendo un lenguaje de señas- estoy bien, es solo que...- las lágrimas de yuuri comenzaron a brotar por sus mejillas- mi pequeño bebé nunca podrá oír mi voz, nunca podrá oír una canción, nunca podrá oír algo y eso...- le era difícil expresarse, las lágrimas no paraban y Viktor simplemente se dedicaba a observar fijamente- en verdad Viktor, no quiero eso para el- lloró

Viktor suspiró y tomó a yuuri entre sus brazos escondiendo el rostro del omega en su amplio pecho desprendiendo fermonas por la habitación.

-yo igual me siento así, es triste lo sé, pero no podemos dejar que eso nos derrote, tenemos que superarnos a nosotros, tenemos que enseñarle a superarse, por el, todo esto es por ambos- susurro en el oído del omega

-Mama- se escuchó un pequeño balbuceo

Ambos adultos voltearon y sus ojos se abrieron como plato, el pequeño yuri se encontraba sostenido de la esquina de un mueble de pie, a su lado su pequeño hermano el cual no dudaba en replicar lo que el rubio hacía; los adultos se miraron asombrados y luego sonrieron ampliamente tomando a los pequeños entre sus brazos y alzándolos por los aires mientras depositaban besos en sus regordetas mejillas, era cierto, todo debía de poder ser por el, por ambos, por todos.

El patinador tras la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora