Cap 63

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El menor de los nikiforov y el consentido de los abuelos ahora se encontraba nervioso frente a su celular mientras movía frenéticamente su dedo y miraba la pantalla esperando un mensaje.

Después de muchos meses saliendo en citas con el omega y de tantas experiencias juntos ambos sentían que no podían estar separados del otro, claro que en esos momentos el joven alfa esperaba ansioso la llamada de su pequeña pareja que se encontraba en un horario completamente diferente al de el. El alfa suspiro y tiro el celular al lado de el, rodo sobre su cama y miró el techo, estiró su mano lo más alto que pudo e intentó tomar el aire imaginando que si estiraba más ahí lo podría alcanzar a él, extrañaba escuchar su risa, escuchar su tierna y algo rasposa voz, ver sus ojos y simplemente convivir a su lado oliendo sus fermonas. No sabía porque pero el se encontraba completamente enamorado.

Claro, el ser el hijo menor de los nikiforov le daba algunas ventajas sobre los demás, siempre siendo el consentido de la familia, acostumbrado a ciertas comodidades qué tal vez sus hermanos no tenían. El joven alfa iba a una escuela elite, siempre siendo el número uno de las clases como sus hermanos, su amado omega el cual se apoderaba de sus sentimientos igual que el contaba con gran nivel socio económico, pero eso no importaba, el solo quería verle y abrazarlo otra vez.

Su celular comenzó a vibrar y con el su corazón, sin perder tiempo tomó el teléfono y lo acercó a su oreja escuchando un leve sonido de respuesta del omega al parecer igual de asombro.

-hola...- decía nervioso el omega a través del teléfono; leo por su parte se moria de ternura por volver a escuchar su voz

-hola, como haz estado?, que haces?, ya comiste?, duermes bien?- preguntaba el alfa emocionado, algo digno de la familia nikiforov cuando están enamorado

-haha wow, una pregunta a la vez. Cómo estás tú?, qué tal Japón?- pregunto de vuelta el omega un poco menos nervioso

-es divertido, hay muchas cosas en realidad, quieres algo de recuerdo?- pregunto el alfa aun sabiendo la respuesta del omega

-Amm...claro...no quiero molestar, es solo si puedes, yo te lo pago aquí- decía el omega nervioso a lo cual el alfa soltó una carcajada- oye, no te rías de mi- refunfuñó este

-es que te escuchas muy tierno, quisiera estar ahí y poder darte un beso- expreso el alfa mientras rodaba por su cama y ponía su vista en el techo

-pu...puedes hacerlo cuando regreses- decía nervioso el omega haciendo salir un gran sonrojo del alfa

-me gustaría hacerlo ahora- susurro este de la nada para luego tapar su rostro con su mano nervioso- lo siento mucho, no quiero a decirlo e incomodarte- se disculpo a lo cual el otro negó

-tranquilo, también me gustaría estar a tu lado y...- susurraba este hasta ser interrumpido por un estrepitoso ruido

Todo se quedó en silencio, se había escuchado una puerta abrirse abruptamente y después gritos gruesos aunque sin ser de un alfa "cual ese teléfono en este instante" se escuchó para después cortar la llamada.

Aunque todo parecía color de rosas en su joven relación en verdad no lo era, aún no había podido ganar la aprobación de su suegro el cual detestaba a los alfas, incluso más de su tipo, alfas de sangre pura. El joven omega provenía de una familia de betas aunque sus abuelos fueron alfa y omega y el simplemente terminó siendo omega de sangre pura, tal vez alguna broma del destino o solo casualidad.

Después de aquella escandalosa escena el alfa suspiro, el en verdad amaba a aquel omega y sentía como su corazón latía cada que estaba a su lado, como todo desaparecía apenas tocaba la mano de este y ni que decir de cuando besaban sus labios torpe y miedosamente. Era el indicado, no sabía porque y eso era lo maravilloso, era tan puro que sabía que con el podía pasar el resto de sus días y no necesitaría de alguien más. Ahora simplemente tenía que intentar ganar la confianza de su suegro o si no robarse a su hijo, pero en ninguna abandonaría a aquel omega.

El patinador tras la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora