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Capítulo 04

"El misterioso del bosque"




Era de mañana. Como era habitual, Leannie se levantaba apenas los rayos del sol alumbraban traspasando la ventana de su habitación. Se aseaba lavando su cuerpo, cepillándose los dientes y arreglando su cabello. Valerie, por lo general, le daba regalos como perfumes, cosas de su uso personal y hasta prendas de los viajes que realizaba con su marido, James. Pero Leannie siempre usaba sus viejos harapos para no ensuciar o arruinar las hermosas ropas que la mujer que la trataba dulcemente le regalaba. 

Encamina hasta la cocina y prepara el desayuno, sirviendo un fuerte y caliente café a James, un jugo de naranja con un plato de frutas que contenía frutillas, bananas, manzana y kiwi para Valerie y una chocolatada con unas galletas con chips de chocolate caseras que ella tanto amaba hacer para Adam. Una vez terminado el desayuno, James se fue a su despacho y Valerie salió a platicar con su abuela, una loba de su Clan que siempre aconseja y cuenta muchas de sus historias a la señora Allem. Por último, Adam se fue a sus clases de Francés. 

Era momento ideal para relajarse y salir a caminar un rato por el bosque. El cielo hoy se encontraba nublado, el sol amenazó en salir pero al parecer, decidió quedarse en su escondite. Leannie tomó hojas blancas que tenia en su armario y un lápiz negro. 

Una vez llegada al bosque, se sentó recostándose sobre un inmenso árbol y se dispuso a escribir:



Querida nota:
En solamente tres días los Allem darán la fiesta de bienvenida a muchos clanes importantes de lobos. La señorita Valerie Allem me dijo que podía asistir y no ser una omega por esa noche.
¿Quién es Valerie Allem?
Diría que es mi salvación. Poco recuerdo de mi pasado, pero se que ella me salvó de que muriera de frío bajo la nieve.


Un ruido alertó los agudos oídos de la joven. Se escuchó cómo una rama pequeña sobre el suelo era pisoteada por alguien haciendo ese ruido de rama quebrarse. Lamentablemente no vio a nadie ni tampoco sentía la presencia de alguien cercano. Pero sus sospechas se incrementaron cuando a pocos pasos de ella, al frente, vio una rama partida en dos. Puede que no sea experta en ramas, pero al ver eso, su paranoia aumentó. 


—¿Hay alguien...? —se escuchaba su voz temblorosa. 


Nadie respondía, al parecer no había nadie, o eso es lo que aquello quiere hacerles creer. Leannie se encontraba cada segundo mas alterada, por sobre todas las cosas, poseía habilidades que ningún ser humano tenia pero a pesar de eso, se sentía más humana que nunca al no poder sentir una presencia cercana. La joven de cabello azabache miró hacia sus costados pero no encontró absolutamente nada. En ese instante, una hoja seca del árbol en el que hace unos minutos estaba apoyada, cayó. Mira hacia arriba pero no ve nada. Al fijar su vista hacia adelante queda en conmoción al acatar la imagen de un hombre.

El hombre aparentaba ser grande, no cualquier adolescente. Tenia los ojos cerrados, vista mas o menos gacha. Tenia un pelo largo, mucho más que el cabello de Arthur y este, estaba desaliñado y parecía enredado aunque se podía rescatar que tenia barba en abundancia. Su aspecto físico era enorme; un hombre bastante corpulento y robusto y vestía unos pantalones oscuros sueltos, una remera ajustada que apenas se podría apreciar un tonificado cuerpo ya que estaba tapado por una especie de túnica que impedía ver sus brazos. 

El Alpha de las tinieblas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora