19. La risa te salvará

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La risa es de una belleza tremenda, te hará más ligero, te dará alas para volar. Y la vida está llena de oportunidades para reír. Solo necesitas tener sensibilidad.

Osho

Alguien dijo alguna vez (y no le faltaba razón) que la vida es aquello que te sucede mientras tú te encargas de hacer otros planes. Benditos aquellos a los que casi todo les sale redondo y poco les importa cuando no es así, su optimismo los ampara. La mayoría nos llevamos un palmo de narices y de poco nos sirven las palabras de ánimo de los que nos rodean: "tranquilo hombre, no es para tanto, eso nos pasa a todos, la próxima vez la suerte estará de tu parte..." Lo más socorrido es irse a dar una vuelta para airearse y espantar los demonios o agarrar la primera tarrina de helado de chocolate que encuentras al abrir el congelador y darte un chute de calorías (las penas no desaparecen pero endulzadas son más llevaderas).

El que no se consuela es porque no quiere (o no dispone de un prójimo sensible a su desazón que preste su hombro para tan noble propósito). Cuando las cosas se tuercen y toca remar a contracorriente lo mejor es mirar alrededor y no costará demasiado constatar que hay alguien en peor situación. Aunque sigue pasando lo mismo que después del atracón con el helado de chocolate. A cada uno le duele lo suyo (y posiblemente también la tripa cuando te termines el helado).

El pensamiento en positivo es una terapia que funciona: mañana será otro día y lo que hoy ves más negro que el carbón quizá al día siguiente acabe tiñéndose de un tono gris claro. No es mala idea recurrir a la canción que escuchabas cuando te enamoraste por primera vez; al libro cuya trama te cautivó por su excelente argumento o a la película que te arrancó las lágrimas por su honda emotividad. Evoca un recuerdo placentero, tal vez un olor que asocies a épocas de gloria, a cuando todo iba sobre ruedas y aunque te asaltasen las dudas un fiel consejero miraba por ti o te sentías lo bastante seguro como para tomar decisiones minimizando el riesgo a equivocarte. Si posees una cajita con objetos que has ido atesorando a lo largo del tiempo es el momento de volver a abrirla, de tocar y sentir el tacto de aquello que guardaste no sabías muy bien por qué, pero cuyo significado se muestra ahora ante ti y te ayuda a comprender el motivo. Desempolvar el viejo álbum familiar (ese libro de tapas duras, páginas amarillentas e instantáneas congeladas), te traerá a la memoria retazos del pasado y con él llegará la nostalgia. Sin embargo echar de menos lo que ya no está tiene su lado amable, nos ayuda a ubicarnos, a valorar lo que somos en su justa medida, a no echar más leña al fuego de nuestra desesperación sino todo lo contrario, aviva la llama que nos nutre y nos cobija de la hostilidad circundante.

El recurso que nunca falla es tan obvio que casi resulta ridículo aludir a él. Pero ya se sabe, lo que mejores resultados proporciona suele ser lo más sencillo. Basta con hacer acopio de una sobredosis de humor. Hazte con cualquier revista satírica (llámese El Karma o El Jueves), un Mortadelo (Ibáñez es una garantía), una colección de chistes de toda índole (sí, los verdes también, son los más picantes pero ¿a quién no le gusta una pizca de morbo de vez en cuando?). Si resulta que a eso no le ves la gracia prueba a poner algún vídeo de El Gran Wyoming, José Mota, Eugenio... Humoristas cuya mera presencia te predispone a divertirte. Déjate seducir por lo que te cuenten sin ser demasiado severo juzgándolos, aunque a veces rocen el ridículo o el más bochornoso de los esperpentos. Aunque te resistas las chorradas, los enredos y las bromas harán que tu caja torácica se encargue de quitarte el estrés acumulado. Pasada una hora tus problemas no se habrán esfumado, seguirán latentes ocasionándote punzantes dolores de cabeza, pero relativizándolos experimentarás más alivio.

Soslayar dificultades es un reto continuo, no hay tregua. La mala racha por la que atraviesas pasará (no hay mal que cien años dure nin cuerpo que lo resista). Incluso un golpe de fortuna puede encaminarte hacia la senda por la que deseas ir. Pero no te engañes, todo lo que sube baja (ya lo decía Isaac Newton). Así que cuando te sientas caer recuerda que la medicina para curarte la llevas de serie y es gratis. Busca tu momento y tu lugar. Desconecta. Engánchate a algo que te arranque una sonrisa. Déjala brotar espontáneamente, subiendo por tu pecho sin prisas ni agobios, desembocando en una risa moderada o en una carcajada explosiva. Créeme, es mano de santo.

Promesas incumplidas de juguetes rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora