Nadie es libre, hasta los pájaros están encadenados al cielo
Bob Dylan
La carta
La primera vez que te pescan con las manos en la masa un ramalazo de pánico te pone los pelos de punta y los nervios afloran por tus dedos en oleadas de temblor. En esos instantes (que se congelarán en tu retina y a los que volverás en dèjà vu) te enojas contigo mismo por haber obrado como un memo y un incauto. Debiste de ser más precavido trabajando con la sutileza de un ladrón de guante blanco que desvalija las joyas guardadas en una caja fuerte. Envidiarás al felino sigiloso que se desliza por la alfombra persa; se dirige hacia el cuadro colgado en la pared; descubre tras él una ruedecilla con muescas; la hace girar conteniendo la respiración y escucha los clicks de la combinación con un pie en el estribo para salir a escape con botín o sin él. Pero no, fuiste un estúpido, mucho más que Alí Babá al confiar en los cuarenta ladrones y acabaste dando con tus huesos en la trena. Lo que te espera en este agujero (no tengas prisa en comprobarlo) no te va a gustar ni un pelo. Palabra de malhechor incorregible.
El chivato que te delató no fue el miserable cobarde que me traicionó a mí (al que el día que se descuide le cortaré la lengua) sino una alarma silenciosa, de esas que cruzan el quicio de una puerta de lado a lado con un láser invisible que se activa cuando algo lo atraviesa. Los de la central de vigilancia recibieron la alerta en su cuartel general, avisaron a la bofia y la patrulla que rondaba por los alrededores se te echó encima enseguida. Cuando quisiste reaccionar no había posibilidad de evasión. Te dieron el alto y no tuviste más remedio que alzar los brazos y dejar que te esposaran. Tu pudor te conminó a no levantar la vista del suelo para que los agentes no vieran el odio y la rabia que recorrían tu cuerpo de pies a cabeza. El caso es que vendiste barata tu rendición, muchacho, pues en la recámara de la mente criminal suelen quedar argucias que inventarse para dar esquinazo a la pasma. Pero es comprensible, los novatos en estas lides adolecéis de pasividad y falta de reflejos. Quedaste petrificado del susto cuando los maderos irrumpieron deslumbrándote con las luces de sus linternas en pleno rostro. La oscuridad era total y lo único que se escuchaba eran los cricris de los grillos que poblaban el jardín. Al trasladarte a comisaría te sentías como una res cuando es conducida al matadero, ¿verdad? No temas, la primera noche en el calabozo es desagradable pero de eso no te vas a morir. Quizá el colchón del catre que te corresponda no se hunda y los alambres del somier no se te claven en el espinazo. Aunque la atmósfera es lóbrega no tiene por qué haber ratas cerca si los carceleros se toman las molestia de desinfectar las letrinas y rociar las esquinas con esos polvillos mágicos que le agujerean la tripa a los roedores. Si te toca compartir celda el asunto puede ser más peliagudo. Lo más importante es que mantengas el pico cerrado y estudies el terreno. No soltar prenda intimida más que ser un bocazas.
Pensándolo bien por no tener antecedentes hasta es posible que te reserven la suite nupcial como trato de favor (jajaja, no te mosquees, compadre, era sólo una broma para aliviar la tensión). Por si no estás al tanto de cómo va esto que sepas que es posible que pases un tiempo en prisión preventiva hasta que se celebre el juicio. En la vista preliminar se expondrán los hechos y te notificarán los cargos presentados contra ti. Cada picapleitos tirará de la cuerda según le convenga. Sólo espero que el chupatintas que te asignen (por si no puedes pagarte un abogado respetable que te saque del lío) no sea un capullo que mire tu caso por el forro, dé por bueno el alegato del fiscal y te deje tirado en la cuneta. Te aconsejo que respondas sí o no a lo que te pregunten y no te salgas por la tangente o te enrolles como una persiana. No soportan a los que intentan pasarse de listos. Si el señor juez se dirige a ti procura mostrarte respetuoso y educado. Si le caes simpático hasta es posible que te imponga una pena mínima por sustracción de bienes ajenos y allanamiento de morada pero sin violencia. Te caerán de tres a cinco años. Por buen comportamiento (si procuras no montar escándalos ni meterte en refriegas) te concederán permisos en vacaciones para visitar a la familia y pronto estarás otra vez en la calle planeando el siguiente golpe ¿O es que piensas reformarte y olvidar este turbio accidente de tu pasado?
ESTÁS LEYENDO
Promesas incumplidas de juguetes rotos
Non-FictionAtrévete a parar durante un rato tu frenético ritmo de vida. Aquí hallarás reflexiones profundas sobre temas que nos preocupan a todos contadas desde un punto de vista crítico y personal.