48. Pasarelas de corrupción

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¿Qué es la moda? Una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses

Oscar Wilde

Que a las chicas les fascina maquillarse es un hecho incontestable. La coquetería inherente al sexo femenino (especialmente en su etapa núbil de descubrimiento de la belleza) se evidencia en el esmero que ponen las mujeres al empolvarse la nariz. El rimmel, el colorete, el lápiz de labios y el tónico desmaquillante son artículos que no pueden faltar en su tocador.

Las revistas de moda y complementos están saturadas de anuncios publicitarios donde las firmas de cosmética y alta costura presentan a las modelos más despampanantes luciendo unas siluetas de infarto. El glamour se vende en forma de vaqueros que marcan curvas o fragancias que prometen seducción y éxito en el amor. En los estudios donde se fraguan las campañas de estos productos se proyectan haces de luz diáfana dirigidos estratégicamente hacia los maniquís. La atmósfera creada es ficticia pero los efectos visuales logrados en las fotografías seducen a miles de jovencitas. No sólo sentirán una atracción irresistible por adquirir un producto tan maravilloso sino que soñarán con ser ellas quienes posen bajo los focos.

Aunque el anhelo de cualquier niña bien es ser el centro de atención eclipsando todas las miradas y si es como reina de la fiesta mejor, la vida de una modelo de pasarela no se ciñe a desfilar con salero y una sonrisa radiante vestida con sofisticados trajes de boutique y bikinis de lencería fina. Detrás de esa máscara de perfección se esconden asuntos turbios de los que las inocentes chiquillas que ansían ganar un concurso de Miss Tía Buena para disfrutar la vie en rose no saben de la misa la media. Lipstick (película protagonizada por la malograda actriz Margaux Hemingway) refleja fidedignamente el proscenio del fashion business, adentrándose en el lado oscuro de una profesión donde nada es lo que parece y sólo se ve lo que interesa mostrar. El filme aborda la violación de una modelo por su manager y el trauma que implica revivir la experiencia en un juicio público donde el acusado es absuelto por falta de pruebas. La realidad no se aleja de la ficción. En una conocida agencia de top models varias de las chicas denunciaron haber sido objeto de abusos sexuales por parte del director y de otros peces gordos de la industria. El mundo de los flashes, los peinados extravagantes y los vestuarios exóticos se tiñó de un velo de depravación. Un reportaje periodístico grabado con cámaras ocultas demostró que las acusaciones distaban mucho de ser infundadas. Lo que de puertas hacia afuera parecía un respetable negocio de lujo se aproximaba a una organización de trata de blancas. Las chicas (casi todas menores de edad) eran obligadas a consumir drogas y a mantener relaciones contra su voluntad con los directivos de la empresa, atemorizándolas si se negaban a hacerlo. De manera que si llegar a ser una diva implica hacer concesiones tolerando semejantes vejaciones tal vez no merezca tanto la pena.

Promesas incumplidas de juguetes rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora