Venganza Inmortal

70. Consensuado

Suelto la manija de la puerta despacio, me giro lento, frunzo el ceño al mirar a Badel que me observa con una sonrisa.

—No te tengo miedo —le aclaro.

Se ríe.

—Díselo a tu cuerpo, te ves pálido y tiemblas, pero no te preocupes, nosotros nos llevamos bien, ¿no?

—Deliras.

—¿Algunas vez te preguntaste quién te pidió que te quedaras? —Ladea la cabeza —Fue el mismo día que nos hicimos el tatuaje, fui encantador.

—Lo sospeché, tú arruinaste el reloj.

—Es que te deseo —Se muerde el labio —¿Cómo podría torturarte si te vas?

Me agarra un escalofrío.

—Me quieres muerto.

—Quiero ambas cosas, pero como mis sentimientos no me dejan matarte, me conformo con hacerte sufrir, es muy excitante, me he imaginado tantas situaciones contigo.

Trago saliva.

—Eres asqueroso.

—Y tú un inútil, Blade ha intentado que lo ayudes tantas veces y terminaste auxiliándome a mí —Se río —. Eres muy estúpido, Sirl.

—Tus insultos no me afectan.

—¿Y mis halagos? Estoy impresionado con la frialdad con la que mataste a Gek, aunque sinceramente te ayude un poco, el tatuaje hizo su trabajo.

—El conjuro es para matarte a ti, ¿y me felicitas? —digo desconcertado.

—Es que sí me va a gustar alguien, mínimo tiene que ser una chica mala —se burla y ríe —. Además necesitaba esas almas para hacer mi propio ritual y separarme de Blade, así que lo dejé hacerlo porque son conjuros parecidos —Intenta evitar reírse otra vez —. Es muy divertido recordar cómo engañé a Blade para lograrlo.

—Pero te salió mal —Sonrío y ahora es él quién frunce el ceño.

—Por eso las emociones humanas son patéticas, en un momento estás feliz y emocionado porque atrapaste a la chica de tus sueños —Me señala y hago una arcada al oír eso —y al segundo estás molesto porque el plan no salió como querías, aunque... —Vuelve a sonreír —no hay que preocuparse por el pasado —Se me acerca y retrocedo —disfrutemos el presente —Me acorrala contra la pared y aproxima su nariz a mi cuello —. Siempre hueles bien, vamos al cuarto.

—No iré a ningún lado contigo.

Toma mi cabello en un puño y lo tironea, siento su lengua en mi piel, así que cierro los ojos.

—Eso no decías cuando nos acostamos —se burla.

Vuelvo a abrir mis ojos para observarlo con puro odio.

—Pues no sabía que eras tú, pero si crees que será consensuado, estás en una muy mala equivocación —Lo empujo y se aleja —¡Jamás me acostaría contigo a voluntad!

—Pudo haber sido divertido —Se relame los labios —. Aunque estoy de acuerdo, lo haremos a mi modo, ya sabes, el del baño.

Me paralizo ante su aclaración, la cual no me deja reaccionar cuando me agarra y me levanta sobre su hombro, llevándome hasta el cuarto. Soy lanzado sobre la cama e intento levantarme aún con la sangre y mis manos amarradas, pero me empuja, para acto seguido subirse sobre mí.

—Por favor grita —me pide —. Eso me excista mucho.