56. Muñecos

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Camino con Jex fuera del cementerio, ha estado serio toda la senda, y no me atreví a abrir la boca, pero como siempre la curiosidad me pica más que mis miedos, así que termino hablando.

¡Por favor que no se enoje conmigo!

—Em... ¿Por qué es malo? ¿Qué pasa si se llevan tus restos?

Se detiene mirando la calle, quedándose en la acera, luego se gira a mirarme, sigue sin su cara sonriente, que ahora tanta falta me hace.

—Lo diré así, cuando exhuman el cuerpo de una Parca condenada como el mío, es para hacerlo su esclavo. Nadie va a interferir porque de todas formas eres un marginado, por eso lo escondes bien. Ni siquiera sé cómo supieron que era una. Ser Parca es un trato que haces con tus superiores, así pagas tu condena, pero eso no quita que la puedas pagar siendo el sirvo de un demonio.

—¿De un demonio? —Me sobresalto.

—¿Qué con eso? —Me mira confundido al ver mi gesto de sorpresa.

—Blade es un demonio.

Se ríe.

—Qué chiste, ese niño de papi, ¿un demonio? Ni aura demoníaca tiene, además se le nota en todos los poros que es humano.

—Es que... —Me lo pienso —es mitad, será por eso.

Su sonrisa se borra otra vez.

—Eso explica muchas cosas ¿Por qué no me cuentas que tus amigos son raros? —Ladea la cabeza —¿Algo más que quieras contarme?

—Por eso vine aquí, porque él me lo dijo, aclaró que tú explicarías, lo hizo a propósito.

Bufa.

—Así que todo se conecta con todo —Saca de su bolsillo el reloj que tiro con antelación, pero que volvió a agarrar —. Eso también explica porque no funciona bien, de hecho Blade ha estado controlando tu tiempo, tus acciones y sobre todo las mías.

—¿Qué dices? —expreso impactado.

—Que juega con nosotros como si fuéramos sus muñecos.

Venganza InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora