Epílogo

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19 años después...

Blade

Entro a mi cuarto y tiro mi mochila sobre la cama. Estoy aburrido, observo el reloj, en unos minutos será mi cumpleaños. Aunque no tiene importancia, me siento vacío, más que de costumbre.

Me siento en el borde de la cama y tiro mi espalda sobre el colchón. En el techo se reflejan unas extrañas luces.

—Mm tendré que decirle a papá que otra vez el vecino está jugando con los cables —Pienso en voz alta y me siento para levantarme, así puedo avisarle —. Ni que tuviéramos plata para pagarle a ese desgraciado —expreso molesto.

Al terminar de inclinarme me tambaleo, por alguna extraña razón miro el reloj, ya que hace el pitido de las doce, que de manera descomunal me irrita como nunca hubiera imaginado.

El cuerpo me duele y me acerco al mueble, miro el espejo, entonces veo mis ojos brillar.

¡¿Qué mierda?!

Me agacho porque me duele todavía más el físico, veo que mi piel oscura cambia a más clara y unos extraños tatuajes se empiezan a dibujar allí. Respiro con agitación, por el miedo y el dolor. Me arrastro hacia la puerta, con intensión de llamar a mi madre por ayuda.

—Ma... mamá... —La voz me sale ahogada y hasta distinta.

Me cuesta hablar.

Vuelvo a mirarme al espejo y observo que mi rostro ha cambiado, mi cabello negro ahora es rubio, además de que a mi piel le sigue apareciendo tatuajes. El único alivio es que mis ojos ya no brillan, aunque se hayan vuelto miel y los míos eran marrones.

Es el único consuelo, aunque estoy aterrado.

Y es entonces cuando el miedo desaparece, la transformación ha acabado y mis recuerdos regresan.

Cierto, morí a los diecinueve.

Me levanto despacio del suelo y escucho que golpean la puerta.

—Abdul ¿Está todo bien? —pregunta la madre de este cuerpo —Oí un ruido.

—S... sí —respondo por lo bajo.

Ese bebé se fue al Más Allá y me metieron a mí en su cuerpo. Me dieron otra oportunidad, me siento tan confuso. Sirl no debió pedirle eso a Jex. Tenía que terminar en el Abismo y sigo aquí.

Me miro al espejo y cambio al rostro de Abdul normalmente, pero rápido vuelvo a mi rostro de Blade, sigo siendo un demonio, controlo la energía. Mi alma sigue teniendo el poder, aunque permanezco con mi humanidad.

Badel ya no está, eso es bueno.

—¿Abdul? —me llama mi madre.

No sé si deba quedarme aquí, tengo encontrar mi propio camino. Agarro mi mochila, anoto una carta dejándola en la mesita de luz y luego me dirijo a la ventana.

Es alto, ¿puedo saltar?

Solo queda intentarlo.

Me tiro de aquel segundo piso y al tocar el suelo apoyo mis pies como si hubiera dado un saltito. Observo hacia la ventana por donde me tiré. Sigo siendo inmortal. No sé si regrese aquí, no quiero causar problemas. Necesito aclarar las sensaciones que todavía no entiendo. Avanzo por las calles oscuras y me dirijo a buscar mi destino.

Mi oportunidad inmortal.

Venganza InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora