LA DESVENTURA DE AMAR

Londres

DIA 1

Los secretos del sentir jamás deben ser revelados. 

Aquel diario de mi juventud murió entre las llamas. Los desoladores instantes en los que permaneció en las manos de él fueron motivo suficiente para que yo planeara su súbito deceso. La eutanasia a mis pensamientos fue asistida por un antiguo incinerador. Así, embriagada del olor putrefacto, atrapada y a su vez protegida por el fuego que le aseguraban un final seguro, lo liberé de las cadenas de él y lo arrojé a su fin. Sin titubeos ni agonías, aquel diario contribuyó a contaminar el aire, transformado en anónimas cenizas.

Mis tempranas memorias atravesaron el infierno, adelantándose en mi camino.

Hoy me gustaría tener ese diario en mis manos. Debería haber sido más astuta para evitar que llegaran a las de él. Ha pasado mucho tiempo y por ratos lo echo de menos.

El desapego nunca fue lo mío. Mas vale, la nostalgia  siempre  fue lo mío.

Y ahora, una vez más, descubro impertérrita que estoy sumida en ella. Una profunda nostalgia que corre por mi sangre, se aloja en mis entrañas y  sale expulsada en forma de lágrimas. Los ojos irritados, la espalda dolorida, el pecho oprimido, las piernas pesadas, la mente agobiada. Y la maldita apnea, que en los últimos tiempos  no me abandona. Cada noche temo no despertar o ansío no despertar.

A veces, el temor se confunde con la fantasía.

Tal vez en estas páginas pueda ser yo o intentar volver a serlo. Mi primer secreto sería contarte que a veces quiero no despertar. Me siento atrapada en un laberinto de fácil resolución pero imposible salida.  Estoy inundada por la sapiencia de que tengo que andar siempre entre los mismos interrogantes, bajo la falsa promesa que alguna vez hallaré respuestas, haciéndome trampa, siendo una vil embustera.

Sería paradójico destruir aquello para lo que viví. Como la hembra que se come la cría. Porque si yo no estuviera, si  mañana no despertara, que  harían mis hijas? Por ellas acepté, por ellas sufrí, con la ilusión de hacerles la vida más fácil,  menos difícil que la mía.

Con la ilusión de que al estar  a su lado, todo fuera más liviano para ellas.

Mi vida  es una delicada y frágil telaraña de causas y efectos, de esfuerzos y sueños, de acción y reacción, de hechos y consecuencias.  Y aquí me hallo, en esta realidad perseguida por tantos años. Este presente de final de cuento de hadas, dinero,  prosperidad profesional,  familia constituida. Ya lo tengo todo . Acá estoy en Londres. El hotel es majestuoso, esta situado en una pequeña calle a una cuadra de la calle Regent, tiene una pequeña entrada con columnas de mármol color caramelo, siempre hay allí autos de lujo, y un señor con enorme galera, con cara de jamás sentir las inclemencias del tiempo ni de tener preocupación alguna, me abre y cierra la puerta del taxi antes casi de que termine de detenerse. Aquí estoy en un hotel cinco estrellas, a pocos días de partir para Cambridge dar una conferencia de delitos informáticos. Logré todo. Sin embargo, me siento sola, vacía, como si el presente se riera de mi. Sopapeada por la irreversible y trágica verdad de que "todo" a veces no es "todo".

Todo es algo mucho menos palpable, mucho menos corpóreo, mucho mas invisible que ese "todo" que se nos presenta a los ojos. Soy a todas luces feliz, he crecido con gracia aún cuando por supuesto mi cara y mi cuerpo no tienen  el desparpajo de belleza que solían tener, tengo dos hijas sanas e inteligentes, los mejores colegios, los mejores médicos, viajo mucho, tengo marido y familia.

Soy sin dudas un ejemplo de éxito.

A todas luces feliz. Y  todas sombras infeliz.

Y en el momento que  esas sombras me atacan, los fantasmas me devoran. O tal vez ni siquiera se trate de fantasmas.  Quizás se trate de personas o una persona de carne y hueso. Quien me devora, quien me ha sumergido en esta melancolía?. A veces  lo culpo a él, pero tal vez he sido yo misma.  La vida me condujo de  modo hábil  y silencioso, suave y seductor, a este entramado de pensamientos del que no encuentro salida.  Soy una buena artista o quizás  una gran luchadora. Y aunque en las noches libran sangrientas batallas mis ganas de respirar con mis ganas de que la apnea gane la pulseada, durante el día enfrento  la vida con disimulo y determinación.