DIA 41 Y 42 MIAMI

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DIA 41

Tengo la sensación ya bastante familiar, de haber vivido hoy varios días en uno.

A veces la vida se toma un descanso y hay días en los  que el tiempo parece estar gélido y agazapado. Y otros que están llenos de contrastes, tempestades, odios, amores, todo se manifiesta en ellos como si el mundo fuera acabar. 

Hoy fue uno de esos días. Ya estoy en el aeropuerto. No tengo idea que puse adentro de la valija. Debería haber ropa de verano y trajes de baño. Pero podría haber cualquier cosa, incluso podría estar el perro lo cual sería una posibilidad aterradora. Si, el perro. Sucede que mi perro está muy raro, o esta normal y la rara soy yo que me voy abandonando por siete días al único gladiador de mi vida. Lo cierto es que cuando la valija estaba armada, el corrió y se metió adentro de ella. No se cuanto tiempo estuvo allí. Hacia rato que yo iba y venia y el perro no se interponía entre mis piernas. Cuando lo vi, naturalmente le dije salí de ahí y el perro me miro y torció su cabecita como siempre hace con un gesto tierno, con su mirada de miel, la meneo para un lado para el otro para un lado y para el otro, y fue levantándose, haciendo equilibrio. una vez que estuvo bien plantado, hizo un pis dentro de la valija con toda la ropa ya preparada. Le grité. Me siento culpable. La empleada solo vociferaba ah ah ah y no lograba accionar para evitar que la ropa se siguiera impregnando de orina. Y yo sacaba la ropa con torpeza pero no atinaba a quitar de allí al perro. La decisión fue no puedo llevar nada de esto, ni la ropa ni la valija. Le pedí a la empleada que lo reemplazara por algo parecido. Yo, que antes hacia los conjuntos una semana antes de viajar, no tengo idea la ropa que me voy a poner, porque no se lo que esta dentro de la valija.

Pero era la conclusión de un día que trató de mostrarme por todos los recovecos de sus segundos, que debía alejarme de la tierra de buenos aires por algún tiempo.

A la mañana tuve la reunión en el colegio. Sra. García Muñiz, estamos preocupados por Valentina. Ella dice que su padre las ha abandonado y que esta preocupada por usted. 

"Yo le dije que no la ha abonando a ella ni a su hermana, que en tal caso es mi vida" dije, casi sin pensar, en una clara actitud ofensiva. 

Abandonar, es un verbo despreciable, intrínsecamente humillante. Me abandonaron. 

Lo acababa de escuchar y no me había gustado. "Tiene que pensar que tiene consecuencias para ella, estamos pensando a citar al padre. Me parece perfecto." dije. 

"Con usted" continuaron. Me parece horrible, pensé. 

Y contestó el silencio. Un largo silencio. "Déjeme pensarlo. Yo me estoy yendo de viaje, lamento que ahora se haya planteado esto, hago lo que puedo. Este es el patrimonio del que cuento. Con esto haré lo mejor que pueda. En una semana estoy de vuelta. Se queda con su abuela" Y bla bla. La culpa me dejó expuesta ante esas togas ancestrales. Pero sabia que todo era verdad. Hacia lo mejor que podía. Hoy lo mejor era irme.

Sin embargo, a la orden de sus consejos, traté de hablar con Valentina. Tratar de hablar con una pre adolescente o una recién llegada a la adolescencia, porque ya no conozco cual es la línea divisoria, tal vez en los tiempos actuales yo misma sea considerada adolescente, es una tarea muy difícil. Con "una" Valentina es peor.

Mi amor, no quiero que sufras. Esto pasará. Andate. Lo que pasa es que necesito saber si vas a estar bien. Andate. Podes contar conmigo. Andate. Estaba a punto de entender que era lo mejor, de hecho lo había entendido y dejaba su habitación a mis espaldas, cuando un estruendo me hizo girar. Había volado todas las cosas de su escritorio, tomo el palo de hockey y comenzó a romper todo, cuando la quise abrazar su cuerpo era braza en mis manos. Quise detenerla y su fuerza superaba la de cualquier hombre. De repente di con la cabeza contra la pared, no quería pegarme solo quería romper todo. Cuando sentí el fuerte dolor por el golpe, pensé que si no la dejaba continuar me iba a destruir a mi. Más de lo que ya lo estoy. Entonces, tomé un papel pasivo. La espectadora del dolor. Las puertas del placard fueron su blanco preferido y quedaron todas fuera del riel caídas en el piso. Cuando el campo de batalla quedo desbastado, cuando no había ya blanco que derribar, se tiro en el piso, en posición fetal, volvió a mi vientre y comenzó a llorar, de manera tan desgarradora, que creo que nunca había podido sentir el dolor de una persona tan propio. Su dolor fue mi dolor, su llanto mi llanto, pero yo en ese momento tenia que estar fuerte. Ella Lloraba y susurraba y repetía una y otra vez "quiero mi vida de antes, quiero mi vida de antes." Yo, que le había dado todo, que sus deseos eran siempre mi obsesión, lo cual quizás fue un error, no podía darle la vida de antes. No le había generado el sufrimiento, pero tampoco podía hacer nada para repararlo. Me recosté sobre ella casi imitando su posición le tome las dos manos , las abrace con las mías y le dije "No puedo devolverte la vida de antes, pero te prometo una mejor. Tendremos una vida mejor, estaremos mas felices y mas tranquilas. Espero que el día que así sea no sientas culpa de ser feliz sin él, porque es lo único que podría impedir tu felicidad. Yo te garantizo que seremos más felices. No te devuelvo la antes, te voy a dar una mejor." Lo dije convencida, el sufrimiento de ella, había desatado mi ira también, y se manifestaba con ese reto al futuro. Escuchaste vos? Seremos Mas felices. No solo no harás falta sino que será un alivio no vivir bajo tu mismo techo.

LA DESVENTURA DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora