Me levanté temprano. Era la fiesta de Valentina. Hoy tenía para quien vestirme. Normalmente no deseo vestirme, pero hoy sí. Preparé un vestido azul de corte ceñido a la cintura, con un lazo atrás, pollera acampanada combinada con zapatos color beige y azul con diseño de mariposas. Una capelina color caramelo, para completar el atuendo, resultó ideal. Dejé caer mi cabello ondulado y suelto, peinado con mucho cuidado pero simulando descuido. En el colegio, es usual llevar capelinas a las fiestas de fin de año; por lo tanto, aproveché esa posibilidad para disimular la hinchazón y las ojeras.
Despertar a Valentina es un arte. Hay que manejar las palabras con cautela. Pensar que todo lo que diga puede ser usado en nuestra contra, y se puede desatar una gran batalla por motivo que uno jamás adivinará.
Me extrañó que él no haya preguntado a qué hora salimos, en qué auto vamos y cosas por el estilo, que suele preguntar cuando tiene presente un evento. No lo hizo. Sin embargo, pensé que no era para preocuparme.
Llegamos al colegio, y el clima de algarabía rebosaba en los rostros de todos. Era un día de fiesta, el pasto se veía más verde, y todos se veían más felices, tal vez por el contraste de mi pena.
Iniciada la ceremonia en el salón de actos, no pude sentarme. Quedé contra una columna, con la capelina en la mano. Antes miraba con estupor el temple de los padres separados; aun cuando hubieran formado una nueva pareja había allí una ruptura, una herida y un dejo de manifiesta incomodidad que se asomaban en sus rostros. Creo que siempre es mejor llegar a viejo al lado de alguien que pueda entender tus frases, conozca tus anécdotas de memoria; al lado de alguien a quien no sea necesario explicarle la vida. Bueno, eso no va a pasar. En el mejor de los casos, seré en unos años parte de esa tropa que tiene otra pareja; tal vez hasta, muy favorablemente, pueda tener otros hijos. En el peor de los casos, morirá el recuerdo de mi figura aquí sola, con el único soporte de una columna.
Noté que él no venía. "¿Venís?", pregunté. "¿Adónde?", replicó. Comprendí que se había olvidado.
Valentina mostró la excitación y la hiperactividad de cuando la tristeza la sobrepasa. De cuando desea negar lo innegable.
Él no estaba. A fuerza de ausencia, su presencia inundaba todo el parque donde se desarrolló el cóctel.
Volví con el auto cargado de nenas, todas exultantes. "Cantaste muy bien", dije. Me pidió ir al country.
Al country no puedo, no puedo resistir ser golpeada por los momentos de felicidad que vivimos allí. No aún. "Me encantaría pero tengo que ir a la oficina −dije−. Podrían ir a la pileta del edificio." Y no sé cómo, pero logré disuadirla de su idea inicial.
Fui a la oficina, simple excusa para huir un rato del agobio de la maternidad. Cuando volví, había veinte toallones desperdigados por el piso y una pila de platos en la cocina.
¿Quién ve este trabajo? ¿Qué precio tiene ser la única que se ocupa, aun cuando de lo único de lo que debía ocuparme es de mí, para descubrir si puedo salvarme o si hay alguna posibilidad de ello en unos años?
Lavé los platos, puse el lavarropas. Y miré el teléfono. Él había escrito. Luciano también. "Uhhh, me olvidé", había contestado él diez minutos después de que me escribiera preguntando a dónde.
De seguro chequeó sus e-mails y advirtió su olvido. Y luego escribió: "Sos pelotuda, por qué no me avisaste".
Le avisé tres veces. Es muy probable que le haya escrito a Valentina. "Tu mamá (tal vez omita lo de pelotuda) no me avisó."
Y así lavará una vez más sus culpas en el río de mis acciones. No entiendo qué pretendía, ¿que lo fuera a buscar, le eligiera la corbata y le acordonara los zapatos? No. No más.
Luciano preguntó cómo estaba. Cuando miré el teléfono, hacía recién cinco minutos que acababa de escribir. La casa a oscuras, el perro en su llanto permanente y el ruido monocorde del lavarropa agudizaban mi soledad. "Quiero verte", escribí sin pensar. "Voy", contestó al instante. Y aquí estoy nuevamente en mi vestido azul, esperando su llegada.

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LA DESVENTURA DE AMAR
General FictionTamara relata en su diario intimo la historia de su vida, en un viaje a su yo interior, a medida que avanza una historia que tomará cursos inesperados, frente a lo cual se despertará el temor a su muerte, el nuevo descubrir de sus fortalezas, y l...