DIA 23

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Hoy trajo el perro, tocó el timbre, pese a que tiene libertad de acceso, le abrí la puerta y vi en la misma persona, alguien tan familiar, tan mío, tan parte de casa y a la vez alguien tan lejano, tan ajeno, tan propio de algún mundo desconocido. El perro entró, comenzó a correr, a mover la cola y a saltar, librado de la cárcel de ficción a la que se vio sometido tres días. El no dijo una palabra. Yo tampoco.

Hay en el silencio del desamor tanto desprecio, que no necesita de palabras para ser perfecto.

Cerré la puerta.

Hasta hace poco teníamos múltiples asuntos en común. Nos turnábamos para llevar a las chicas al colegio, a veces leímos junto a ellas algo del colegio, el hacia algún trago mientras yo hacia algo de comer. Y hoy nadie sabe de la vida del otro. No se donde estuvo el perro, como estuvo, que comió el, con quien comió. O si siente soledad y en tal caso si el perro pudo por instantes mitigarla. A mi soledad, mi perro la ayuda a no hacerla tan amarga. Así que celebre su llegada. Me puse a jugar con el perro, le tire su pelota, iba y venía. Lo corría por debajo de la mesa. Le encanta esconderse con la pelota allí y cuando se la quiero sacar de la boca, corre hacia otro lado. Nunca supo traerla para reiniciar el juego, por lo tanto el juego es limitado, dado que me canso de tener cada vez que empezar de nuevo una y otra vez.

Cuando ya ambos estábamos agotados de correr uno tras otro, sonó el teléfono.

Mis padres llegaron de viaje. Dice que nos vienen a ver. Si en plural –vienen a vernos, a él y a mi- todavía no les dije nada, que ya no existe el nosotros, que tal vez no existe sólo por un tiempo o tal vez, aunque parezca imposible, no exista nunca más. No se como hacerlo. Es absurdo. lo se Pero no puedo. Quizás si no lo digo, puede parecer menos real. Tal vez si digo él está un poquito alejado, un poquito mudado... No soporto la gente que niega o minimiza los problemas. Es como decir tengo un poquito de cáncer. Pero a veces se rechaza en los otros, aquello de lo que se padece en uno. Y hoy me gustaría decir y creer que estoy un poquito separada. Una separación de mentirita, una separación que parece chiste, una separación para hacer reír, una separación para trae por un rato un problema a una vida que se presentaba perfecta, una separación que en modo alguno habrá de romper el imperio que el decía que habíamos construido juntos.

Llegaron a las cinco de la tarde. Me bañe cinco menos cuarto. Bronceados, rejuvenecidos hablaron sin parar, que hermoso que está el departamento, papá hizo muchos arreglos, pintó algunas paredes también. Trajeron regalos. También a él. Está en la oficina? preguntaron. No, esta un poco estresado. Se fue unos días. A Donde, como, porque, que paso, lo cansaste, que le hiciste, pobrecito. Esto era lo que no quería. Tal vez la magia de las predicciones no siempre ocasiona poder evitar los hechos. Porque quise preveer cada una de estas preguntas para evitarlas, y surgieron de modo irremediable, para enfrentarme a la realidad de una separación que no quiero ver y a la realidad de que no tengo una respuesta certera para cada uno de tantos porques, como y cuando.

LA DESVENTURA DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora