DIA 56

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Mañana regreso al trabajo. Necesito el dinero de mi trabajo, pero no tengo fuerzas para regresar. Ni siquiera lo tenía presente si no fuera porque Valeria, quien es la única a quien en verdad extraño, no me hubiera dicho toda exaltada: "Chichi, mañana nos vemos". Volver a ver a Valeria me da fuerza, la vida nos lleva por caminos distintos, de manera que fuera del trabajo no coincidimos en demasiados espacios. Pero dentro del trabajo hemos logrado conocernos hasta los huesos. Valeria es sabia, eso me gusta. Ella cree que yo también. Y tal vez es cierto. Y eso le gusta. Temo por nuestra amistad si finalmente también me divorcio de la empresa. Siempre pienso que tiene que haber algo más que eso. Tengo un nombre, y me gusta. Soy conocida en lo que hago, y me gusta. Tengo un sueldo seguro, y a veces me gusta y otras no. Pago casi el 45% de mi sueldo en impuestos y prestaciones que no utilizaré, y eso no me gusta nada. Pero creo que, si él no me hubiera puesto la bota en la cabeza, señalando dónde debía quedar inmóvil, creo que hace tiempo hubiera volado. No tolero llegar al tope de mis capacidades. Me moví de sector en sector y conozco cada recoveco de ese negocio. No tolero ser un pez en el agua. Si hubiera nacido pez, me hubiese esforzado en aprender a volar. Podría arriesgar que es una especie de soberbia encubierta. Y estoy tan aburrida, además de deprimida, que sé que mañana volveré con la vista perdida, escaparé en las reuniones al entramado de mi vida, trataré de resolver enigmas sin respuesta y caeré de nuevo allí cuando me pregunten qué opino. Y no tendré opinión. Porque todo me da lo mismo, y no desde que él se fue. Desde hace tiempo. Las empresas, al menos la que me acogió, ponen un gran esfuerzo y mucho patrimonio en estimular a su capital de trabajo. Lo lograron por muchos años, y después ya ni las capacitaciones me podían motivar. Todo me quedaba chico. Y no es altanería, es sentimiento. Eso sentía y eso siento. "No me sorprendés −pensaba mientras el orador hablaba−, no me das nada nuevo, nada me trae un descubrimiento, nada me muestra un nuevo color, una nueva veta, un atajo desconocido. Nada. Es todo lo mismo, es la misma camisa en muchos colores. Y todos conocidos ya." Pero el dinero escasea. No sé por qué. A él se lo ve con mucho dinero, al menos sus viajes, a contar por los informes del investigador, son muchos, pero a casa cada vez manda menos dinero. No sólo no cumplió con el compromiso de enviar más, sino que nos mandó menos. Entonces, mejor le hago caso a la bota y sigo yendo. Tomaré a la mañana un café con Valeria, hablaremos de la vida, mucho de él, de su familia, y luego todo será lo mismo. La pared gris, el desconocimiento de si afuera hay sol o llueve. Los portarretratos con dos nenas chiquitas que alguna vez fueron tan mías. Mi Buda de la buena fortuna. La ranita que me trajo un amigo en alusión a mi sobrenombre. Sí, me dicen Ranita, porque ando de un lugar a otro, no me quedo quieta en la oficina. Ranita sopapita. Rani. Años de Rani. Creo que él nunca supo que yo, además de Tamara, aunque no me llamara por mi nombre, era Rani.

Lo bueno es que allí tengo identidad propia. Por muchos años, fui dos Tamaras. La sometida y la de la empresa. La inútil y la ranita. La tarada y la de objetivos superados. Claro que me gusta más la que soy fuera de casa. Pero quiero ser una. Quiero no tener que pagar el precio de una bota en la cabeza para quedar allí clavada, de mirar una pared gris que me cansa, de escuchar todo lo que ya sé, de no tener posibilidad de superación sólo para poder estar en un lugar donde me siento mejor.

Necesito un espacio donde no sea esta Tamara tan sojuzgada, tan apedreada, tan menospreciada. Necesito una amiga que me entienda. Vale representa en la amistad la perfección que no encontré en una pareja. Un hacer juntas, un tirar para el mismo lado, un verdadero equipo. Sueño con lograr romper también con las cadenas de esa empresa, con poder ser Tamara con todas las letras, sin necesidad de ser acogida por un lugar donde se conforme con que no la traten de tarada y formar un "gran algo" con Valeria, sueño que la vida nos da la oportunidad de ser este equipo, pero para nuestra propia empresa. Sin embargo, hoy mi vida se sustenta en sueños de cosas que aparecen imposibles a la vista de las condiciones actuales. Y voy necesitando cada vez de una mayor cuota de realismo. Así que mañana volveré, tomare el café, evitaré los sueños, miraré la pared gris, el reloj, la pared gris, el reloj, la pared gris, el reloj, y pum, habrá sido la hora de regresar a casa, a mi pijama, con suerte a mi gin tonic, con mucha suerte tendré alguna de las chicas para cocinarles, y el perro no me seguirá porque ya no puede. 

LA DESVENTURA DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora