DIA 15 A PASOS DEL ABISMO

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Día 15


Desapareció el principio de gravedad. Siento que estos días pasados levité, vagué por algún lugar sobrenatural plagado de monstruos, sombras, cadáveres, fantasmas, aguas pantanosas, rayos, vientos y tempestades. 

No encontré un tronco del cual sostenerme, una mano de la cual tomarme, un hombro en el cual llorar. 

Mi almohada fue mi bastión. Mis padres siguen de viaje. 


Fue hace tan solo tres días.

Cuando abrí los ojos por la mañana, vi sólo su imagen; recién bañado, su olor inundaba la habitación. Me quedé despierta, en silencio, observándolo. Parecía que por primera vez estaba atento a mí, al momento en que yo despertara. Disfruté esos instantes. 

Soñé que le importaba. 

Durante microsegundos proyecté que todo cambiaría a partir de ese instante en el que él, por primera vez en muchos años, estaba atento a mi amanecer. 

Un gemelo en su mano, su mirada oblicua enrarecida, la cabeza gacha me hicieron sentir que el sueño no sería posible. No importa, pensé, muchos sueños nunca se materializan. No por eso hay que dejar de soñar. 

Soñar es parte del viaje. 

Me dijo: "Me alquilé un departamento". Sí, desperté por la mañana y me dijo "me alquilé un departamento". 

No recuerdo un día de mi vida en el que no me haya costado despertarme. Mis neuronas no funcionan por la mañana y siempre me cuesta entender lo que me hablan cuando despierto. Prefiero vestirme, salir con un café o mate cocido en un termo, y luego, a media mañana, comenzar a hablar. Prefiero el silencio. Por la mañana, estoy carente de argumentaciones, tal vez por eso él estaba ávido para decírmelo ni bien abriera los ojos. Yo aún acostada, y él ya vestido para partir. 

Sí, para partir, para partir y no volver. 

Al amparo de saber que para mí era casi como no escucharlo, que a la mañana no tengo registro de temperatura, tiempo, espacio ni sentimientos. Encontrarme con la guardia baja. Sin guardia. 

Algún día sabré por qué −tal vez porque noté su total desprecio o desinterés o desatención a lo que podía pasar en mi corazón, en mi alma y hasta en mi cuerpo frente a esa declaración ni bien abrí los ojos−, lo cierto es que sólo dije "bueno". Creo que él sabía. Sabía que el golpe era tan bajo que iba a derrumbarme, que me iba a aniquilar. No creo que haya querido nada de lo que dice que quiere, sino que lo que quiere, en realidad, no son cosas buenas para él, sino cosas malas para mí. Y no sé por qué. 

Tal vez jamás me perdonó su propia incapacidad de aprender. 

Porque en todos estos años no aprendió nada. Nada de nada de todo lo que traté de enseñarle en la vida. Sí, enseñarle, porque siempre fue un niño dominado por el exterior, incapaz de ver las cosas de la vida tal cual son, violento e incapaz emocional. Pero me arruinó.


Todavía en la cama, comencé a sudar más y más. El pijama dejaba caer agua que se filtraba entre el tejido de las sábanas. No sé cómo me levanté, no sé cuánto tiempo pasó hasta que nos encontramos en la sala de la casa. Él lloró y me hizo cargo de su decisión. Yo no sabía de qué 

LA DESVENTURA DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora