°51°

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Dos semanas ya, dos semanas donde todo sigue igual.

Después de la segunda operación que le hicieron, Liz no volvió a recaer, pero tampoco mejoró, sigue estable y en coma.

Voy todos los días a verla, la saludo, pongo Cerati en el celular y le cuento cómo fue mi día, si hay alguna novedad o lo que sea se lo cuento y no me voy sin decirle que al otro día vuelvo y que la amo.

Trato de no llorar más el poco tiempo que estoy con ella, pero fuera de ese hospital mis días son horribles, cada hora que pasa me pesa más.

No hago nada más que estar en mi pieza e ir al hospital y vuelvo a mi pieza, sigo llorando antes de dormir, me levanto y trato de sacar lo mejor de mí para ir con buena energía a verla.

Camí y Becky vienen a casa a hacerme la segunda, me distraen un rato pero después se van y me quedo solo y vuelvo a caer.

Extraño ir a buscarla al trabajo, la universidad o a su departamento, extraño dormir con ella abrazados, que me bese, me agarre la mano, extraño que se suba a mi moto, acelerar para que se aferre a mí.

Pero más extraño ir a almorzar con ella los martes y jueves, como nos conocimos, verla estudiar concentrada y retarla para que coma, o decirle cosas atrevidas para que se ponga colorada y ver sus hermosas pecas resaltar.

Ella es de esas personas que su presencia se nota mucho, pero su ausencia se nota más, mierda que la extraño y necesito tanto, y solo pasaron dos semanas.

Ahora me estoy cambiando, recién salgo de bañarme, ya es hora de ir a verla así que me estoy mentalizando que tengo que estar bien para ponerla bien a ella.

Agarró todo lo necesario y salgo de la pieza, saco la moto a la calle, golpeó la puerta de mi viejo y sale.

—por que no entras boludo en vez de golpear—se ríe

—paja de buscar la llave, pa después de verla a Liz me voy a la casa de Becky a dejarle las entradas para hoy—le avisó.

—bueno hijo cuídate y mándale saludos a la nena—sonríe

—casi veinte años tiene la nena viejo—le contestó riéndome

—es una nena—levanta los hombros y se ríe, no se por que siempre la llama así

—nos vemos viejo—chocamos las manos y me voy.

Subo a la moto y arrancó, no hay mucho tránsito, hoy es sábado y es muy temprano así que la calle está tranquila.

Llegó estacionó la moto y me bajó con el casco colgando en el brazo, entro al hospital, el de seguridad ya me conoce y me saluda.

Voy al pasillo de siempre y ahí está Jaz, se me hace raro verla sola.

—hola Jaz—la saludo con un beso en la mejilla

—hola Teo—corresponde mi saludo.

—no vino nadie?—pregunto

—Dami está en la casa de los abuelos, viste por las vacaciones, Claudia y los chicos están por llegar, pero el domingo ya se vuelven a Tres Arroyos por sus trabajos, van a venir los findes nomás—contesta ella

—ah claro el laburo, bueno pero igual no va a estar sola, yo vengo todos los días y vos también—le sonrió

—si obvió, a mi no me sacan de acá hasta que salga ella—se ríe.

Hace mucho no nos reímos, tratamos de llevarlo lo mejor posible creó.

—a mi tampoco olvídate—contesto y anuncian que ya puede pasar la visita—anda vos Jaz, hoy necesito un rato más con ella—hace una mueca con la boca y asiente.

Impredecible // TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora