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Sin tener idea de cómo, Brick logra salir vivo de la casa de la pelirroja. Por obvias razones, Augustus pide que se retire del lugar, ya que le molesta el hecho de que se hayan tenido que ver a escondidas y que Blossom haya faltado a clases.
—¿Tu padre sigue molesto? —pregunta a través de su celular.
—No, él no es de mal temperamento. Sólo le chocó el vernos juntos y solos.
—Lo repetiría mil veces de ser necesario, ¿sabes? —la joven se sonroja inconcientemente—. Oye, tengo una duda.
—Te escucho.
—Tú le dijiste a tu padre que estamos saliendo, ¿cierto?
—Ajá...
—Sin embargo, nunca hemos tenido una cita realmente. Siento como si de cierto modo le hubiéramos mentido.
—Oh, no te obsesiones con eso —suelta, en un intento de hacerlo sentir mejor.
—No, es sólo que si lo piensas bien, realmente podría haber problemas con eso —Blossom arruga la frente y, como si Brick hubiera visto su reacción, le responde de inmediato—. Piénsalo, ¿qué le dirás a tu padre cuando te pregunte: hija, a qué país te llevo Brick esta vez para cenar? Cuando ni siquiera hemos salido ni a la esquina juntos.
Blossom ríe. Inhala profundo y se arma de valor para soltar...
—Me encantaría poder tener una cita contigo. Sé que no me lo preguntaste realmente, pero aun así, mi respuesta es sí.
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