1-. Las chicas del Orfanato

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Era verano, Momo podía sentir el calor hacer estragos con su cuerpo. Odiaba sentirse débil, no podía serlo. Se había metido en la cabeza que sería fuerte, tenía que serlo. Después de todo, necesitaba cuidar a sus dos hermanas.

Hirai Momo tenía 18 años, había nacido en Japón, Kyoto. Su familia era muy pobre, ella quería pensar que esa era la razón de porqué sus padres jamás tuvieron otro hijo. La joven boxeadora tenía los recuerdos vivos de su infancia en Japón. Aún podía sentir el olor a humedad de la casa que compartía con sus padres biológicos. No era sano vivir así. Siempre se preguntó porque la trajeron al mundo si nunca la cuidaron. Los padres de Momo eran personas muy pobres. Sus ingresos eran bajos, por no decir escasos. Aún así, sus padres preferían gastar lo poco que tenían en alcohol y apuestas. Eran unos malditos adictos y Momo lo entendió cuando cumplió 7 años y la apostaron a un asqueroso. Claramente sus padres perdieron es apuesta. La japonesa recuerda perfectamente el sentimiento de miedo que se hizo presente en cada célula de su cuerpo. Momo sabía que no podía vivir con ese tipo, que corría peligro, incluso más que seguir viviendo con sus padres biológicos así que se escapó. A los 7 años, Momo dejó la escuela y comenzó a vagar por las calles de Kyoto. Pasó noches enteras pensando en que moriría tarde o temprano si seguía viviendo de esta forma, pero poco y nada podía hacer. A los 10 años ya era experta en robar billeteras y carteras. No le gustaba hacerlo, pero necesitaba sobrevivir. Siempre se trató de sobrevivir.

La buena suerte de Hirai Momo no duraría por siempre. En uno de los robos la policía la atrapó. Jamás olvidará el rostro de la mujer que la tomó en sus brazos y observó su rostro. Su nombre era Lee Sunmi. Aquella policía fue la primera persona adulta que le mostró comprensión y cariño. Le consiguió un espacio en una de las mejores casas de hogares para niños en Osaka, no era mucho, pero Momo le estaba agradecida hasta el día de hoy.

Al llegar a su nuevo hogar su vida volvió a cambiar en 180°, por primera vez desde que tenía uso de razón tenía acceso a una cama completa para ella sola, compartía el cuarto con otras dos chicas que parecían tener su misma edad. ¿Sus nombres? Myoui Mina y Son Chaeyoung.

Son Chaeyoung tenía 8 años cuando conoció a Hirai Momo. La primera impresión que tenía de la niña fue que estaba muy delgada. Aún, con sólo 8 años, Chaeyoung podía comprender que un niño a esa edad no podía ser tan delgada. No le tomó ni medio segundo en unir los hilos y llegar a la conclusión de que la niña había estado viviendo en la calle.

Chaeyoung había sido la única hija de una familia adinerada de Osaka. Su madre era coreana pero su padre japonés. Las malas relaciones y contratos fraudulentos de su padre llevaron a su familia a la quiebra. Su padre perdió el control de su vida y decidió que la mejor manera de evitar la justicia era acabar con su vida. Chae jamás olvidará esa noche. Su padre había llegado completamente borracho a la casa, golpeó a su madre hasta dejarla inconsciente para luego continuar golpeando a Chaeyoung. La idea era dejar inconsciente a su madre y a ella para después quemar la casa con los tres adentro. Chaeyoung jamás quedó inconsciente, así que logró escapar y pedir ayuda. La detective Lee Sunmi había le consiguió un espacio en este hogar.

Myoui Mina acaba de cumplir 9 años el día anterior a que Momo cruzara por la puerta de la habitación que compartía con Chaeyoung hasta ese momento. No pudo evitar inspeccionar a la chica de pies a cabeza. Era muy delgada, tenía el cabello de color negro hasta los hombros, algunas cicatrices en su rostro y una sudadera que le quedaba gigante. Mina le sonrió y le entregó una toalla para que se pudiera bañar y cambiar de ropa.

Mina había pasado por varias familias adoptivas, pero todas eran tóxicas. Ninguna de ellas cuidaba responsablemente a Mina. A la edad de 5 años ya había vivido con 3 familias diferentes. Sus padres biológicos la dieron en adopción por falta de recursos, jamás volvieron a preguntar por ella. La última familia de Mina era sólo una mujer, que tenía dos hijas más. Las dos, eran adolescentes que traían dinero a la casa prostituyéndose. Si Mina no salía de ahí iba a tener el mismo futuro, tarde o temprano la madre adoptiva comenzaría a prostituirla.

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