La semana había pasado rápido para Momo. La relación con Sana cada día se desgastaba más. La rutina estaba matando a la japonesa y la pelirroja no el hacía las cosas más fáciles.
En las mañanas se subían al mismo auto, pero ni siquiera se dirigían la palabra. Sana siempre se subía con sus audífonos ya puestos. Momo la veía responder emails tras emails, llamada tras llamada. Ir de reunión a reunión sin quejarse. Era cómo un robot programado para hacer todos los días lo mismo. Mientras estaban en el trabajo, Sana sólo le hablaba a Momo para que la japonesa tomará notas de su agenda del día siguiente, las llamadas que tenía que hacer, a las reuniones que debe asistir y nada más.
Cuando era la hora de salida Momo siempre se iba acompañada de Eunbi. La chica se había acercado mucho a la japonesa estos días. La verdad era que el vinculo entre las dos, sólo existía por el interés que tenía Eunbi en las aptitudes deportivas de Momo. La había estado acompañando a entrenar esta semana, así que se dio cuenta con sus propios ojos que Momo tenía talento de sobra para ganar la liga femenina de boxeo amateur. Sólo le faltaba una pelea más para quedar número 1 en el ranking, y luego, do semanas después, debería disputar la pelea final.
Momo y Eunbi habían estado hablando acerca de la firma del contrato con la empresa de Eunbi. La marca detrás de la empresaria firmaría un contrato para auspiciar a Momo durante 6 meses. Si dentro de esos meses, Momo ganaba cosas importantes el contrato volvía a extenderse. Esta relación de auspiciador cliente se había vuelto algo personal los últimos días, especialmente cuando Eunbi se ofrecía a ir a dejar a Momo a casa. La japonesa jamás se negó, y es que, la verdad era, que Momo se sentía cómoda con la presencia de Eunbi a su alrededor. No había duda alguna de que tenían química, pero Momo no quería ir mas allá. Después de todo, Eunbi terminaría siendo su jefa tarde o temprano.
Por otra parte, Sana era consciente de cómo Momo salí del edificio acompañada de Eunbi todos los días. Cada minuto que transcurría a Sana la volvía loca. No podía dejar de pensar en que, si estaban saliendo o no, si a Momo le gustaba o si al menos la encontraba linda. Claro que la debe encontrar linda, la muy maldita era preciosa. Tenía un buen físico que era imposible de obviar, una sonrisa llamativa al igual que su sentido del humor. Su cabello negro harta la cintura la hacía aún más sexy. Sana no podía juzgar a Momo si la japonesa terminaba perdiendo la cabeza por esa chica.
-Con permiso – Momo entró a su oficina justo a la hora que terminaba su turno – me iré.
-Puedes irte – Sana ni siquiera levantó la cabeza para mirarla – deja todo cerrado y apagado al salir.
-¿No te irás a casa?
-No, hay algunos temas que tengo que dejar listo para mañana – Momo le arreglaba la agenda a Sana así que sabía perfectamente para que proyecto estaba trabajando.
-La reunión de mañana está terminada, es obvio que firmarán con nosotros. No te estreses de más.
-No pedí tu opinión – Momo se quedó en silencio – puedes retirarte.
-Buenas noches – Momo salió de la oficina camino a casa para descansar. Mañana tendría una pelea así que sus músculos deben relajarse y su cerebro tratar de concentrarse para mañana. No era tan difícil, sólo tenía que dejar de pensar en el dolor que sentía en el centro de su pecho cada vez que Sana la ignoraba.
En la mansión, Chaeyoung estaba estudiando en la sala de estar mientras escuchaba algo de música. Su día había sido horrible y lo único que había tratado de hacer desde que llegó del instituto había sido ignorar a Tzuyu. No quería que le preguntara nada respecto a lo que había ocurrido hace algunas horas atrás.
-¿Por qué estas sola? – Mina había entrado al salón.
-Tengo mucha tarea.
-Te conozco.
ESTÁS LEYENDO
A merced tuya
General FictionLa vida de 6 chicas completamente diferentes la una con la otra, da un giro de 180°, al darse cuenta que están mas relacionadas entre si, de los que ellas imaginaban.