23.-Déjame Conocerte

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Momo había pasado una semana encerrada en su cuarto tratando de sanar su cuerpo cómo su mente. Eunbi había venido a visitarla todos los días después del trabajo. Así que había accedido a recibir terapia psicológica para sus arranques de iras de los que era completamente conscientes.

Sus hermanas habían estado con ella cada segundo de su tiempo. Ellas junto con Nayeon y Tzuyu le hacían los resúmenes de las clases que se estaba perdiendo. A la que no había visto en todos estos días era a Sana. Según Nayeon ha estado rara desde que ella y Momo habían discutidos, claramente las chicas no tenían idea de lo que pasaban entre ellas dos.

-Tu cicatriz se ve muy bien – Dijo Nayeon – se nota que has tenido cuidado incluso cunado te duchas.

-Lo único que quiero es entrenar, siento que se me está pasando la vida en este cuarto.

-Nadie te dice que no puedes salir de acá. Tus piernas están bien Momo – ella lo sabía, pero no quería tener que lidiar con Sana - ¿Cómo te va con el psicólogo?

-Bien, no me quejo la verdad.

-Eunbi es una muy buena chica – Momo sólo miró a Nayeon – ha hecho mucho por ti. Se ha encargado de tu carrera, de tus horas médicas, te ha traído regalos.

-¿Por qué no dices de una vez lo que piensas Nayeon?

-Creo que deberías darle una oportunidad. Todas sabemos que tu relación con Lisa fue toxica, pero no creo que sea precedente para que no quieras conocer a alguien.

-Eunbi es mi jefa Nayeon.

-¿Qué tiene?

-Arruinará toda nuestra sociedad.

-Le gustas, lo sabes ¿verdad?

-Claro que lo sé. He sido honesta con ella al igual que ella conmigo.

-Entonces supongo que no estás interesada en nadie – Nayeon y Momo sólo se miraban.

-Creo que me levantaré de esta cama, necesito ver el sol.

-Te ayudo.

-Tengo mis piernas buenas Nayeon, tú misma lo dijiste.

Momo salió de esa habitación acompañada de Nayeon. Su rostro estaba mucho mejor, había desaparecido la hinchazón y el rubor de los hematomas. También le habían quitado el yeso y le habían colocado un cabestrillo y una férula en la mano. Al bajar las escaleras sintió risas desde la cocina. Reconoció las dos, eran de Sana y Minoh.

-¡Oh! Hasta que decidiste bajar de ese cuarto – Minoh se acercó a su mejor amiga y le dio un abrazo gigante – mírate, te ves bien.

-No me mientas imbécil – ambos amigos comenzaron a reír – he estado más guapa, lo sabes – Sana observó la cicatriz que tenía Momo en su brazo derecho y sintió la maldita culpa hacerse presente nuevamente. La razón por la que no había visitado a Momo era esa, la culpa que la carcomía.

-¿Cómo estás? – le preguntó Momo a Sana, la pregunta tomó por sorpresa a la pelirroja.

-He estado bien.

-Espero que la oficina no sea un desastre, prometo ponerme al día cuando todo esto termine.

-No creo que debas volver – Nayeon y Minoh se quedaron en silencio mientras hablaban – deberías enfocarte sólo en tus estudios y en entrenar. Hablaré con mi padre, claramente no puedes sobrellevar las dos cosas.

-Sana... - Minoh trató de detenerla, pero fue imposible.

-Claramente perdiste el control cuando solamente llevabas 2 semanas trabajando. No creí que sentías tanta presión por...

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora