58.- Navidad, New York, 2027

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Mina había caminado desde la clínica hasta el instituto. No sabía a donde más ir. Una parte de ella quería llamar a sus hermanas, pedirle que la vinieran a buscar. Que la volvieran a rescatar, cómo siempre lo habían hecho, pero no, Mina quería hacerse cargo de lo que estaba sintiendo en este momento. Necesitaba hablar con alguien en quien pudiera confiar, alguien que no le haya mentido anteriormente, y sólo había una persona que contaba con esas características. Taeyeon.

La japonesa entró al instituto obviando los ojos que la observaban mientras ella caminaba a toda prisa por los pasillos. Probablemente me veo como una desquiciada, pensó Mina. Pero no se equivocaban, porqué estaba segura de que estaba a punto de perder el control por primera vez en su vida. Así que cuando entró a la oficina de Taeyeon sin tocar y se dio cuenta que había interrumpido una sesión con otra alumna del establecimiento, su corazón se detuvo durante algunos segundos.

-¿Qué haces acá?, ¿Cómo te atreves a entrar así? Estoy en medio de una sesión.

-Tenemos que hablar – la interrumpió Mina – tenemos que hablar, ahora – Taeyeon trató de mirar todo con un poco de calma y notó lo nerviosa que Mina se veía. Estaba temblando, sudaba mucho, sus pupilas estaban dilatadas, se mordía el labio y jugaba con sus dedos - ¡TENEMOS QUE HABLAR! – gritó la japonesa.

-Lo siento, necesito ocuparme de esto – Taeyeon le habló a su alumna – te recompensaré los minutos que perdimos ¿bueno?

-No se preocupe señorita.

La alumna se fue y Taeyeon camino hasta la puerta de su oficina y la cerró con llave, bajó las persianas dejando las ventanas que daban hacia la calle abiertas para que circulara el aire. Volteó para encontrar a Mina ya sentada en el sofá la silla que Taeyeon ocupaba para hacer sus terapias.

-¿Cómo estás? – pregunta Taeyeon

-¿Cómo cree que estoy?

-¿Por qué te ves tan... tan destrozada?

-Creo que es un buen adjetivo para describirme en estos momentos.

-Te escucho, cuando quieras – Mina aún no levantaba la vista del suelo. Taeyeon podía ver perfectamente el reflejo de las zapatillas en las pupilas de los ojos de la japonesa. La psicóloga siempre encontró interesante la forma en que la mirada de Mina reaccionaba a las diferentes emociones. Siempre eran honestos.

-Sé que Nayeon estuvo acá – Taeyeon se paralizó – lo supe desde que entré y sentí el aroma al perfume de Nayeon – Mina sonrió – jamás creí que al venir podría sentir por última vez el aroma de ella. No quiero olvidarlo.

-No puedo decirte lo que me contó, sabes que es ilegal.

-No me interesa. Una parte de mí se puede hacer la idea de las cosas que le contó – Mina levantó la vista por primera vez y sus ojos se encontraron con los de Taeyeon – Los secretos terminaron con nuestra relación. Me pase la vida guardando secretos para que, a mi gente, las personas que mas amo en la vida – Mina hizo una pausa y comenzó a llorar – Momo y Chaeyoung no les pasara nada. Le oculté muchas cosas y no tendría que a ver sido así. Debería haberles contado el mismo día que les dije que me habían violado en grupo, que había un video. Así Chaeyoung, si se encontraba con él, por andar navegando en internet no hubiese reaccionado de la forma en que lo hizo. Puedo llegar a entender sus sentimientos, porqué yo me hubiese vuelto loca si la hubiese visto a ella o a Momo en mí posición. Pero se lo oculté, y cómo se lo oculté, ella busco refugió en la única persona en la que podía aferrarse, la detective Sunmi. Detective, que fue amante de la madre de Nayeon y con la que adoptaron a Tzuyu y Daniel. Probablemente pensó en que necesitaba acercarse a Daniel, conocerlo, tratar de entender porqué creció de la forma en que lo hizo, pero entonces Chaeyoung se nos volvió a escapar. Ella ya había planeado todo, en su cabeza estaba todo muy claro. Debía enamorar a Tzuyu, ella siempre supo que Tzuyu y Daniel eran hermanos. Así que lo más fácil era acercarse a ella, ganar su confianza y poder obtener información del hijo de puta de su hermano.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora