48.- Destino

337 44 4
                                    

Sana fue la primera en despertar. Lo primero que notó, fue la calidez del cuerpo de Momo al lado suyo. La pelirroja giró para quedar de frente a la japonesa. Su rostro estaba relajado, sólo se escuchaba la pequeña respiración de Momo que hacía todo aún mas tierno. La mano derecha de Sana acarició la mejilla izquierda de la japonesa y sonrió al notar la reacción del cuerpo ante sus caricias.

-Buenos días – habló Momo aún con los ojos cerrados - ¿Cómo dormiste? – la japonesa abrió sus ojos y Sana notó la forma en que su corazón se comenzaba a acelerar y la explosión de mariposas en su estómago no podía pasar desapercibido. Jamás se sintió así con Minoh, tampoco creía que llegaría el día en que eso ocurriese.

-Buenos días – pudo abrir al fin – dormí estupendo – Momo le regaló la sonrisa más sincera mientras acercaba su rostro al de Sana sólo, para esconderlo en el cuello de la pelirroja. La japonesa abrazó nuevamente el cuerpo de Sana generando aún más calor entre sus cuerpos – no es justo – susurró Sana mientras sentía la punta de la nariz de Momo rozar su cuello.

-¿Qué no es justo?

-No poder despertar de esta forma todas las mañanas.

-Ambas sabemos que es posible, que sólo...

-No, no toquemos el tema, no ahora – Sana tomó el rostro de Momo entre sus manos – por favor.

-Está bien.

-No quiero arruinar el momento.

-No tenemos ningún momento acá.

-Aún no.

Sana giró con Momo quedando sobre la japonesa. Sana sonrió ante la sonrisa de su chica. La pelirroja pensó seriamente si así se sentía la felicidad. ¿Cómo alguien podía hacerle sentir tantas cosas al mismo tiempo? No recuerda que alguien le hiciera sentir ni la mitad de lo que siente en estos momentos. Se tomó el tiempo para notar que sus cuerpos habían sido creados para estar juntos. Eran como una pieza de rompecabeza.

-Te quiero Momo, en serio lo hago.

-Lo sé, puedo sentirlo – Sana sabía que había sido una ironía, Momo lo había dicho por la humedad acumulada entre sus piernas que rozaba el muslo izquierdo de la japonesa.

-No te emociones.

-¿Por qué no?

-Me toca a mí, anoche me dejaste exhausta y no pude hacer mi parte.

-No es necesario, créeme que lo pasé increíble.

-De todas formas, lo haré – Momo se ruborizó y a Sana le encantó – abre tus piernas Momo – la japonesa no dudo en hacerle caso a sus palabras – buena chica.

Sana besó los labios de Momo delicadamente. Quería que la japonesa sintiera todo el amor y cariño que tenía hacia ella. Así que comenzó con un beso tierno, nada desordenado. Sus labios se movían sincronizados unos encima de los otros. El interior de la boca de la japonesa sabía a alcohol aún y Sana sintió todos sus sentidos se atenuaban aún más.

Momo estaba extasiada con los labios de Sana sobre los de ella, pero quería más, necesitaba más de Sana, así qué, introdujo su lengua sin avisar y Sana le regaló el primer gemido de la mañana. Sus manos se acomodaron en las caderas de la pelirroja y sintió como sus sexos se unían. Ambas dejaron escapar un suspiro al sentir el contacto, sin evitar sonreír al acto. La mano izquierda de Sana ahuecó la mejilla del mismo lado de Momo mientras alejaba sus labios y miraba las pupilas dilatadas de la japonesa.

-No tenemos mucho tiempo, debemos aprovechar antes de ir al aeropuerto.

-Lo sé.

-Realmente quiero caminar por esta ciudad contigo.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora