8.- Un poco más cerca

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Las chicas se subieron en el auto de Minoh sin dirigirse la palabra ni mirarse. Toda la situación era vergonzosa para ambas. Sana se avergonzaba de haber permitido que todo subiera de tono y Momo, por hacerlo.

-No podemos llegar así al bar, es obvio que ocurrió algo entre nosotras.

-Para el auto.

-Aún falta para llegar.

-Sólo detiene el auto, necesito respirar – Sana volteó a ver el rostro de Momo y notó a la japonesa pálida y estacionó a un rincón de la carretera – gracias – Momo salió del automóvil llevando sus manos a su cabeza, se sentía enferma por dentro. Con ganas de vomitar, gritar, llorar.

-¿Estás bien? – Sana se bajó y caminó hasta la puerta del copiloto manteniendo una distancia prudente entre ella y Momo.

-No puedo ir al bar.

-¿Qué?

-Llama y dile que vayan a la casa.

-No puedo hacer eso.

-Sana...

-En serio que no puedo, nos están esperando – Sana quería a toda costa mantener su postura, pero entonces, sintió dos manos apretando sus hombros y un rostro lloroso frente a ella.

-Minoh es mi mejor amigo, es cómo un hermano más. Sé que no entiendes nuestra historia y no seré yo quien te lo expliqué, porque no me corresponde – Momo hizo una pausa para respirar – no puedo mirarlo a la cara después, después de lo que pasó ahí adentro.

-Fue sólo un baile – entonces Momo se dio cuenta de que era sólo ella la que le daba realmente importancia a la situación – el no se va a enterar, al menos no por mi parte.

-Sé que nos estamos recién conociendo, pero necesito estar en casa. Llama y diles que vuelvan a casa. Por favor Sana, por favor – Momo suplicaba – no creo que pueda mantenerme de pie mucho tiempo más.

-¿Qué?

-Estoy agotada – Momo se sintió valiente durante un segundo y dejó caer el peso de su cuerpo en los brazos de Sana. La pelirroja abrazó el delgado cuerpo de Momo entre sus brazos. Se sentía débil – por favor, llévame a casa – la bailarina se aferró con lo poco de fuerza que tenía en esos momentos. Realmente le había afectado el desgaste que tuvo que hacer en la pelea y el baile que le dio a Sana la desestabilizó completamente.

-Está bien, entra al auto. Haré las llamadas.

Cuando Sana y Momo llegaron a la mansión de la familia Im se separaron de inmediato. Cada una se encerró en su cuarto, quizás los pensamientos que vagaban por la cabeza de cada una estaban haciendo algo de estragos en estos momentos. Momo no estaba acostumbrada a pensar tanto en una persona. Su vida giraba en torno a sus hermanas, no había tenido tiempo para citas ni conocer a muchas personas. Aunque, debe admitir que esto había sido diferente a las citas que solía tener con las pocas chicas con las que había tenido algo. Ninguna de ellas la había hecho pensar y recriminarse tantas cosas al mismo tiempo. Podía recordar a la perfección la forma en que las manos de Sana se posaron sobre si cintura y acariciaban la piel de su espalada desnuda.

-¡LLEGAMOS! – Momo escuchó la voz de Mina.

-¿Dónde están? – la japonesa escuchó la pregunta de Nayeon así que decidió aparecer. Abrió la puerta al mismo tiempo que Sana. Ambas chicas se miraron al notar la presencia de la otra – Minoh dijo que te llamaría mañana – informó la mayor de las Im.

-¿Quién quiere seguir bebiendo? – en la escena apareció Chaeyoung con dos botellas de vino.

-¡Yo! – Sana volvió a mirar a Momo después de escuchar su respuesta – me bañaré y bajare enseguida.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora