22.- Un grito de ayuda

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Momo había salido del trabajo viéndose completamente desastrosa. Tenía el rostro cubierto de sangre, un brazo cortado que no dejaba de sangrar y estaba segura de que algo le había pasado a su mano. Decidió caminar por la oscuridad hasta llegar a un centro de urgencia, sabía que podía atenderse en una clínica privada, pero necesitaba hacer esto creíble. Se conocía tanto, que sabía que no iba a poder pelear si se había fracturado, así que, necesitaba tener la excusa perfecta.

Al llegar a la esquina del centro de la ciudad tiró su celular lejos, haría pasar todo esto por un robo o algo parecido.

Entro al centro de urgencia y la atendieron en menos de cinco minutos. El doctor sacó las radiografías pertinentes a su rostro y su mano. Cuando le dieron los resultaos se odio a si misma por perder el control de esa manera, aún más sabiendo que había sido causado por Sana. Esa chica se estaba metiendo en su mente y corazón y la volvía loca, absolutamente loca no poder tener el control de sus emociones.

-Tienes una fractura en las metacarpofalángicas, específicamente en estas – el doctor tomó la mano de Momo y le señaló donde se había fracturado. Era arriba de los nudillos, en los dedos medio y anular – necesitas reposo, mínimo 2 semanas – La japonesa empuñó su mano izquierda – tu nariz no tiene fractura – Momo seguía en silencio - ¿Necesitas que llame a alguien? – negó con la cabeza – ok, entonces te daré las medicinas que debes tomar y una crema cicatrizante para tu herida del brazo.

-Ok.

-Vuelvo enseguida.

Momo no sabía que pensar, se sentía muy decepcionada de ella misma en estos momentos. Tenía a mucha gente detrás de ella que confiaba en sus aptitudes para pelear. Especialmente Eunbi que lo había dado todo por ella estas últimas semanas. Lisa tenía razón, probablemente Eunbi le estaba haciendo la vida imposible por lo que ella le había contado, pero también sabía lo perfecta que era Eunbi en su trabajo, era perfeccionista y nadie debía culparla por eso – acá están tus calmantes para el dolor y tus cremas.

-Gracias.

-Debes venir en 2 semanas más para sacar otra radiografía de tu mano y sacarte los puntos del brazo.

-Vendré.

Momo salió del centro de salud sin saber a donde ir, no quería volver a esa casa, extrañaba su barrio pobre y humilde. Las cosas eran más fáciles cuando vivían ahí. Extrañaba la rutina de saludar a sus vecinos, hacer clases de danza en la plaza del barrió, emborracharse con los hombres sudorosos y trabajólicos del lugar. Vivir con la familia Im sólo había logrado hacerla una persona más solitaria. Tenía a sus hermanas, pero no era lo mismo. Vivir así, la hacía obligarse así misma a hablar con algunas de ellas de cosas que realmente le gustaría hablar con alguien que ni siquiera la conociese. Todo era más fácil cuando nadie sabe quien eres.

Entre sus pensamientos y caminar por la noche terminó llegado a la casa de Eunbi, debía hablar con ella, tenía que contarle lo que había pasado. Si había una persona con la que tenía que ser sincera era con ella.

Se acercó hasta la puerta de la casa y tocó el timbre, espero algunos segundos hasta que la puerta se abrió - ¡OH MI DIOS! – Eunbi se llevó las manos a la boca de la impresión - ¿Qué te pasó? – Tomó el brazo herido de Momo sin saber haciendo que la japonesa se quejara – lo siento, lo siento mucho. Pasa rápido – Momo pasó al interior del hogar de Eunbi y se dio cuenta que incluso en su hogar era ordenada y meticulosa - ¿Qué fue lo que ocurrió Momo? – la japonesa volteó para ver a la chica preocupada frente a ella.

-Me asaltaron al salir del trabajo.

-No puede ser.

-Traté de defenderme, me quitaron el celular – hizo una pausa para mostrarle su mano enyesada – tengo para dos semanas.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora