55.- Balas

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La noche había llegado a la ciudad de Seúl y toda la vida nocturna parecía tomar vida alrededor de la mirada de confusión de Minoh. Había estado vagando por las calles desde que había hablado con Sana acerca de su casamiento. No podía creer todo lo que la pelirroja le había contado. Si Sana es lesbiana ¿Cómo es posible que nunca lo hubiera notado?, ¿Por qué lo hubiera notado verdad? Al menos a la hora de hacer el amor, Sana lo pasaba bien con él o al menos eso creía él.

A eso de las 8 de la tarde, Minoh se cansó de seguir caminando y entró a un bar para beber y olvidar todo lo que tenía en su cabeza. Ya no lo soportaba, jamás había lidiado con todos los sentimientos que estaban aflorando. Inconscientemente, su cabeza le hacía preguntarse cosas que estando sobrio no lo haría. Tomó su celular y decidió llamar a Sana.

-Minoh – Sana no dudo en contestar.

-Sana – la pelirroja reconoció la voz quebrada de su prometido – Creí... creí que no me contestarías.

-Lo hice.

-Sí, lo hiciste. ¿Dónde estás?

-Voy camino a casa.

-¿Estás sola?

-Sí.

-Dime la verdad.

-Minoh...

-Necesito saberlo Sana, necesito saber si hay alguien más. Me estoy volviendo loco – el chico comenzó a llorar descontroladamente – no he dejado de pensar en todo lo que hemos pasado juntos desde el día que nos conocimos. No he podido dejar de pensar en todas esas veces que hicimos el amor, en todas esas veces que éramos sólo tú, yo y una cama. Eso no pudo ser mentira ¿verdad?

-Minoh, lo siento mucho, pero es verdad. Me gustan las chicas, siempre me han gustado, pero mi padre jamás lo aceptaría. Así que crecí con la idea de que tenía que cambiar si o si mi estilo de vida y obligarme a que me gustaran los chicos, pero ni siquiera me dio tiempo de hacer tal cosa, cuando ya estaba comprometida contigo. Tenerte a mi lado es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Siempre te vi como un amigo, un confidente. Y lo siento, lo siento por haber llevado todo tan lejos, pero muchas cosas de las que ocurrieron no las manejé yo. Si por mi fuera hubiese roto el contrato del matrimonio hace mucho, pero mi padre jamás me escuchó, jamás le importó mi opinión. Así que lo siento.

-¿Hay alguien más?

-No te hagas esto, estás borracho ¿A dónde estás? Iré por ti.

-Sólo respóndeme Sana, respóndeme. Quiero saber si alguien más porque... por qué ahora que estoy ebrio mi cabeza no deja de juntar algunos puntos que jamás vi anteriormente con claridad.

-Minoh...

-¡DIME SI ESTAS CON ALGUIEN O NO SANA! – del otro lado del teléfono Sana sintió como el celular de Minoh se caía y alguien lo volvía a tomar - ¿Sana? – la pelirroja reconoció la voz.

-Eunbi.

-Me quedaré con Minoh, no está bien.

-¿Por qué estás ahí?

-Minoh me llamo hace algunas horas, quedamos en vernos acá, pero no dimensioné que las cosas estaban tan mal.

-Supongo que él te lo va a contar todo de todas formas.

-¿No es eso lo que hacen los mejores amigos? ¿Apoyarse cuando una hija de puta nos rompa el corazón? – Sana se quedó en silencio – te avisaré si ocurre algo, pero no creo que pase. Minoh está en buenas manos.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora