24.- El cuarto de colores

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En la mansión Im, Mina y Nayeon estaban sentadas acostadas en la cama de la pelinegra terminando de ver un programa de variedades. Las dos chicas se encontraban muy cómodas mientras se reían, se abrazaban y se besaban. Nayeon no podía creer lo feliz que era al lado de la japonesa. Mina era sencilla, humilde y con un corazón enorme que dejaba sin palabras a Nayeon cada vez que se lo demostraba.

-Puedo sentir tu mirada en mi Nayeon.

-No me puedes culpar, eres hermosa.

-¿No te has visto en un espejo? – Nayeon observó los ojos marrones de Mina. Eran ojos tristes por la pena del pasado - ¿Qué pasa?

-¿Por qué siento que no eres feliz del todo?

-Deja de tratar de psicoanalizarme.

-No hago eso.

-Si lo haces.

-No quiero discutir.

-No estoy discutiendo – ambas chicas se quedaron mirando – simplemente... no se siente cómodo.

-¿Qué te mire?

-No sólo me miras Nayeon, sé que quieres meterte en mi cabeza y saber todo lo que estoy pensado.

-¿Eso está mal?

-No, no está mal. Pero todo a su tiempo.

-¿Te ha gustado estar a mi lado estas semanas?

-¿Qué clase de pregunta es esa? Claro que si – Mina apagó el televisor y se acomodó en la cama para quedar frente a Nayeon – he sido muy feliz contigo estas semanas. Es por eso que tengo pavor a que ocurra algo que termine arruinando lo poco y nada que hemos construido.

-Nada pasará.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque a mí me gusta estar contigo Mina, siempre me ha gustado. Incluso cuando eras una idiota al principio.

-Lo siento por eso, en serio.

-Solo debemos tener cuidado cuando mi padre regrese.

-Lo sé.

-A Tzuyu parece no importarle.

-A Tzuyu jamás le importa nada – Mina sonrió – a veces pareciera que ni siquiera somos hermanas.

-Simplemente son personalidades diferentes sabes.

-Aunque es la menor de las tres, ella siempre ha estado dispuesta a defendernos, pero también siempre respeta su distancia y sus tiempos de soledad.

-Pero ahora tiene a Chaeyoung.

-Lo encuentro increíble.

-¿Qué cosa?

-Que Tzuyu y yo estemos con ustedes dos.

-La primera vez que vi a Tzuyu supe que le atraería a Chaeyoung. Es todo su estilo de chica.

-Quiero que Tzuyu y Sana sean felices, sé que han tenido que sufrir mucho por mi culpa.

-NO es tu culpa – Nayeon sonrió – te lo he dicho quinientas veces, nada de lo que ocurrió es tu culpa.

-Gracias – la pelinegra acaricio la mejilla derecha de Mina – realmente me has ayudado mucho.

-Eres fuerte Nayeon muy fuerte. Todo lo que has avanzado ha sido por mérito propio.

-No sé si es tan así.

-Claro que lo es – Mina se lanzó sobre el cuerpo de Nayeon y comenzó a dejar pequeños besos en su rostro. La pelinegra comenzó a reír por las cosquillas que sentía cuando Mina dejaba pequeños besos húmedos en su cuello. Abrazó a la japonesa hasta que sus labios se unieron en un tierno y amoroso beso. Era un roce débil, sin nada de pasión. Simplemente cariño y afecto. Aún sin profundizar el beso, Nayeon sintió cómo todo su cuerpo reaccionaba ante la acción repentina. Su piel se erizó, sentía el calor sobre sus mejillas, tragó saliva cuando la mano derecha de Mina acarició su brazo de arriba hacia abajo con movimientos delicados. Jamás alguien había sido tan delicada con ella - ¿Estas bien? – Mina se alejó de la boca de Nayeon para mirar directamente a los ojos de la pelinegra.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora