54.- Plan Z

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La situación en la mansión Im seguía siendo estresante. Chaeyoung había pasado toda la noche aferrada a Tzuyu quien no había dejado de llorar desde que se acostó en su cama. La japonesa no sabía que hacer, así que sólo decidió quedarse al lado de su chica mientras la abrazaba y besaba su frente de vez en cuando. Al amanecer, Tzuyu decidió levantarse sin hacer mucho ruido, era consciente de que Chaeyoung había pasado la noche en vela cuidándola, así que la dejaría dormir. Caminó hasta el baño y se metió a la ducha sin dejar de pensar en todo lo que había pasado anoche, jamás creyó que sería capaz de gritar la verdad de su vida en la cara de su padre, se sentía bien, pero, por alguna extraña razón, no se sentía completa. Quizás era por sus hermanas. De tan sólo pensar que tenía una conversación pendiente con ellas la hacía temblar.

Salió de la ducha y se coloco solo un buzo y un polerón ancho de los que Chaeyoung le había regalado hace algunas semanas. Observó nuevamente a la chica acostada en su cama y sonrió. Tzuyu pensaba que realmente tenía suerte de tener a alguien como la japonesa a su lado. Todo este tiempo la chica se había preocupado por la felicidad de ella y eso es algo que se debe agradece, y Tzuyu estaba más que agradecida.

Salió de la habitación para dirigirse hacia la cocina en donde se encontró con Nayeon quien tomaba una taza de café con leche mientras leía el periódico. La pelinegra sintió la mirada de alguien sobre ella y volteó para encontrarse con los ojos hinchados de Tzuyu.

-¿Lloraste?

-Toda la noche – Tzuyu respondió mientras caminaba hasta el mueble y se servía un tazón de café cargado sin azúcar – necesito energía – Nayeon dobló el diario.

-Creo que debemos hablas.

-Lo sé, pero quiero hacer todo de una sola vez, así que esperaré que Sana regrese.

-No es justo.

-Lo sé.

-¿Por qué no nos contaste antes?

-¿No dejarás que me vaya hasta que te diga aunque sea algo verdad?

-Me conoces.

-Lo primero, no reacciones cómo si yo les hubiera mentido toda la mi vida, porque no fue así. Nuestro padre me tuvo que contar cuando nuestra madre murió por cosas de papeleos, me pidió que no les contara a ustedes todavía porqué él lo haría.

-Claramente no lo hizo.

-Claramente.

-De todas formas, lo que menos me importa es si eres mi hermana biológica o no, nosotras somos hermanas, siempre lo hemos sido – Tzuyu sentía que volvería a llorar – siempre hemos sido las tres desde que tengo uso de razón. Cuando más te necesité, estuviste ahí sin poner un, pero. Me acompañaste a mis primeras sesiones, dormías conmigo cuando tenía pesadillas. Fuiste mi hermana mayor cuando yo debería haberlo sido.

-Lamento que no seamos hermanas de sangre, realmente lo lamento. Porque me caes bien, siempre fuiste un ejemplo para mí. Te vi estar en la cima, todas mis compañeras querían ser cómo tú cuando fueran grandes y luego, luego te vi caer en un pozo de depresión del que creí que no saldrías, pero mírate. Tan radiante como siempre, lista para volver a estar en el podio del que nunca tuviste que haber salido.

-No sé si estoy lista para eso la verdad. No sé si el mundo del negocio es lo mío.

-No digas tonteras, tus números solo fueron sobrepasados por Sana.

-Creo que estudiaré – Tzuyu sonrió – aún no sé qué, pero sé que lo haré.

-Cualquier decisión que tomes la apoyaré.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora