40.- La apuesta

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Momo y Sana habían llegado a la oficina y ya llevaban una hora mirando toda la información que la pelirroja le había pedido a Dahyun la noche anterior. Eran las carpetas que tenían contraseña y nadie, ni siquiera Sana podía entrar.

-Estoy frustrada.

-Lo sé – respondió Momo – porqué se esfuerzan tanto en tener todas estas carpetas con contraseñas.

-No lo sé, pero ya no aguanto esto. Me siento un maldito títere, un payaso.

-No digas eso.

-¿Por qué no? Se supone que la empresa es mía, que yo la manejo, yo tomo las decisiones de todos los contratos que se finalizan y los nuevos. Los inversores, todo para por mí, pero entonces, cuando necesito información para poder alejarme de Daniel todo, absolutamente todo está bajo cuatro llaves. Ni siquiera estoy segura de que estas carpetas contengan información de Daniel, podría ser cualquier cosa. Incluso estafas.

-Podemos pedirle ayuda a Chaeyoung.

-¿Por qué haríamos eso?

-Chaeyoung es algo hacker para sus cosas. Le tomará tiempo claramente, no creo que antes se haya enfrentado a este tipo de seguridad y privacidad.

-Nos llevaremos las carpetas y revisaremos con ella entonces.

-Gracias por escuchar mi opinión.

-Sabes que siempre lo hago, me cuesta, pero lo hago.

-Con permiso – Dahyun entraba a la oficina con dos café - ¿Algo más en que las pueda ayudar?

-¿Desde hace cuanto trabajas acá? – la pregunta de Momo tomó por sorpresa a Sana.

-Hace 5 años.

-¿Cuántos años tienes?

-23 – respondió la chica de piel blanca.

-¿Alguna vez viste al señor Im algo preocupado o estresado?

-¿Qué es lo que necesitan saber?

-Si alguna vez leíste o mi padre te dijo algo que a ti te sorprendiera.

-Su padre señorita Sana es un tipo muy peligroso – Momo y Sana se miraron – la verdad es muchas veces que tenía que viajar con él le pedía una habitación lejos de todo. Solía dejar todo cerrado por miedo a que alguien entrara a mi cuarto.

-¿Le tienes miedo a mi padre?

-¿Usted no? No quiero ofender, pero su padre maneja todas esas carpetas el sólo. No tengo acceso a absolutamente nada de lo que hay ahí adentro. No tengo idea con lo que podría encontrar.

-¿Por qué sigues trabajando acá? – preguntó Momo.

-Pagan bien, me gusta la vida que llevo y su padre ha estado manteniendo la distancia y respetando mis peticiones.

-¿Por qué lo hace? El jamás le hace caso a alguien.

-¿No es obvio? – Momo entendió todo – la verdad es que jamás lo entendí, pero el señor Im siempre fue una persona muy cariñosa con todas las mujeres que trabajan para él, conmigo lo fue desde el primer instante. Me decía que se quería llevar bien conmigo, que estaríamos bien si éramos honestos entre nosotros. Jamás dejé que sus buenos tratos, privilegios que me hacía sentir que tenía por trabajar con él me doblegaran. Jamás me acosté con su padre, aunque el muchas veces me lo propuso – Sana se llevó sus manos a su boca sorprendida – no creo que sea la única persona que haya pasado por eso. Todo que le estoy diciendo puede estar dentro de esas carpetas, cómo no.

-¿Mi madre sabía de esto?

-Su madre jamás se interpuso en nada, muchas veces la vi en la empresa, pero ella no tenía interés alguno en los negocios. Sólo quería dinero y más dinero para seguir con su activismo. Simplemente sobrevivía día a día. Fue muy raro cuando el cáncer explotó y se la llevó de un momento a otro. Creo que su padre pensó que había perdido a la única persona que podía amarlo, debo admitir que ha sido el único momento, desde que trabajo acá, que lo vi deprimido, depresivo, sin ganas de nada, pero entonces, un día me dijo que había conocido a una chica. Creo que en este punto nuestra relación pasó a ser más de amigos, aunque siempre me mantenía alerta a todo lo que hacía cuando estábamos solos.

A merced tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora