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Obito iba corriendo felizmente hacia la casa de los Tsukino para contarles la gran noticia. Oficialmente era un chūnin y quería festejarlo con las personas más importantes para él. Con su equipo ya lo había hecho y con su abuela lo haría a la noche por lo que ahora lo haría con ellos.

No le costó mucho encontrar la casa de los Tsukino por lo que apenas llegó tocó a la puerta. No se oía nada y no había rastros de que estuvieran en casa pero él sabía que no se caracterizaban por salir muy seguido o moverse de allí por lo que pareció raro.

Tocó nuevamente y espero unos minutos, nada. Revisó alrededor del hogar pero tampoco había nada.

Así que decidió volver para entrenar un rato o quizás ver a Rin, sin embargo allí fue cuando observó a Ryu acercándose con unas ojeras marcadas en su decaído estado. Este arqueó una ceja al verlo allí, no esperaban visitas.

Continuó su camino, debía buscar algo de dinero para llevar a Nyoko a comer, llevaban sin comer desde el medio día del día anterior.

Obito lo siguió por detrás en todo momento viendo que sucedía y si Nyoko o Ayumu se encontraban en la casa pero no, tal y como le había parecido la casa estaba completamente vacía cuando el había llegado. Ryu se paró enojado.

—¿Qué demonios quieres?

Observó a Obito, no estaba para perder el tiempo con un tonto niño de su edad.

—¿Dónde está Nyoko y Ayumu?

Su preocupación se noto en el tono de voz que utilizo por lo que el corazón de Ryu se ablando y permitió que lo acompañara hasta donde se encontraban su abuela y su hermana pequeña.

Obito conocía el camino que estaban haciendo, se estaban dirigiendo a la aldea, bastante extraño de por si pero no se atrevió a preguntar. Vio a Rin pero la preocupación era mayor y prefirió no detenerse ni un momento.

Observo a la gente ver a Ryu, lo miraban con desprecio y odio, como si hubiera hecho algo terrible y nadie pudiera perdonarlo pero jamas creyó que Ryu tuviera esas pintas.

Aunque tampoco entendía porque siempre le decía cosas sobre su clan y que debía odiarlo y que no sabia porque los trataba bien cuando su clan quería que todos sus integrantes hicieran exactamente lo contrario a él. Tampoco había entendido lo que Minato le había dicho el día que interrumpió el entrenamiento, quizás debía buscar respecto a la historia de sus clanes o preguntarle a su abuela.

Ryu no observaba a nadie en especifico, solo quería llegar a su destino sin más.

Pronto ambos se encontraron frente al hospital y las palabras de aquel día volvieron a la mente de Obito, esas que decían que Ayumu y Ryu no estaría mucho mas tiempo con ellos y que se morirían pronto pero de eso había pasado menos de un año, quizás unos tres meses.

Ryu no dijo nada hasta que se encontraron frente a una puerta de las habitaciones, allí detuvo a Obito de entrar y lo miró a los ojos.

—Ayer a la noche ingresaron a Ayumu-sama. Se desmayó saliendo de hacer las compras con Nyoko. Apenas llegué de la misión me informaron y desde entonces hemos estado aquí. No sabemos si saldrá pronto o si no saldrá pero debo hacer, de todos modos, que Nyoko coma algo así que fui a buscar dinero y sus medicinas, no puede estar tanto tiempo sin comer.— Dijo esto, abrió la puerta con una sonrisa que el Uchiha sabía que era falsa. Caminó hasta donde su abuela estaba acostada y divisó a su hermanita dormida sentada al lado de la cama de su abuela tomando su mano. Colocó su mano encima de su cabellera y la despeinó un poco para despertarla.— Buenos días, princesita.

Su hermana se fregó los ojos mientras se enderezaba, observó a su hermano y a Obito detrás de ella. Este se veía consternado, decaído y mal. Había dejado toda felicidad para después. Nyoko le sonrió a ambos con la mejor sonrisa que pudo y su estómago rugió.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora