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Había intentado de todas las maneras posibles que se le habían ocurrido en lograr que Sasuke la incluyera en su vida pero nada había servido.

Había intentado llevándole dangos, pero que aquel fuera el dulce favorito de Itachi no hacía que le gustaran a Sasuke; también intentó invitándolo a entrenar juntos, pensó que algo al estilo Gai podría servir, pero tampoco aceptó.

Estaba desganada, ni siquiera podía pedir ayuda porque si alguien se enteraba que había estado con Itachi la noche de la masacre podrían aumentar los rumores y el odio.

Estaba entre la espada y la pared, todo el maldito tiempo, todo por aceptar misiones de todo tipo. No odiaba a Danzo, pero si él no hubiera insistido con ciertas misiones, capaz ella no se abría metido en tantos aprietos.

Al menos contaba con la ayuda de que el Hokage era un hombre bastante... Despistado por así llamarlo.

Sabía que estaba mal hablar de tal manera de alguien tan importante como él pero no era lo que ella llamaría un ejemplo a seguir, al menos no para ella, tampoco era como que le faltaría el respeto todo el tiempo.

De todas maneras, decir que era despistado no era faltarle el respeto, era decir uno de sus defectos.

Suspiró, hasta en su cabeza se sentía perseguida. Deseo que fuese lo que Dios quisiera y lo soltó.

—Por favor, escúchame una última vez.— Pidió intentando que el pelinegro no le cierre la puerta.— Itachi, yo era cerca a Itachi.— Dijo rápidamente llamando la atención del niño.— Lo conozco de hace años.

—No me interesa nadie que sea allegada a él.— Respondió agriamente para cerrar la puerta en el rostro de la chica.

Nyoko maldijo por lo bajo, pensó que nombrándolo lograría algo pero tampoco por lo que terminó aceptando que era un caso perdido.

Colocó una de sus manos en su nariz, esta vez la había golpeado más fuerte y su nariz estaba sangrando, no podía molestarse con un niño por ello, tampoco es como si lo hubiera hecho con el propósito de hacerla sangrar.

Sacó un pañuelo de su pequeño bolsito e intentó detener el camino del sangrado nasal, sino se mancharía todo su chaleco.

Esperaba que su sangrado se detuviera en el menor tiempo posible, le había prometido a Gai asistir a uno de los entrenamientos de su equipo y si llegaba sangrando lo más probable era que el de vestimentas verdes no la dejara participar.

Recordaba como su amigo la había ido a visitar hace unos pocos días para pedirle un favor, el cual era asistir a unos entrenamientos de su equipo, y para explicarle porque le pedía un favor como ese.

Gai insistía en que ella sabría darles consejos que él no podría darle, consejos de una ANBU. Insistió en que su pensamiento les ayudaría, que su experiencia, compañerismo y habilidad para seguir a pesar de cualquier cosa harían que su equipo estuviera completamente listo para las siguientes etapas.

A su vez, le había pedido que probara sus habilidades, que los evaluara como equipo e individualmente. 

Nyoko aceptó no muy segura. Ella no se sentía capaz de poder dar una observación como sensei y de ser quien debería explicarles sobre compañerismo, la ideal para aquello sería su compañera Reiko, no ella.

Pero debía asumir de una vez por todas que Reiko estaba muerta y que debía dejar de pensar en "Reiko haría esto" y "Reiko haría lo otro" porque de todas maneras no podía saber que era lo que haría la chica y porque, sobre todo, jamás pasaría. 

Estaba muerta. Sin vida. Enterrada bajo tierra.

Para cuando detuvo sus pensamientos, pudo notar que la sangre dejó de brotar de su nariz, así que se acercó hasta un cesto de basura y tiro aquel pañuelo manchado con sangre allí.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora