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Hiro había invitado a la peliblanca a tomar un té a su hogar, hacía mucho que no la invitaba y su madre ya se había comenzado a quejar de ello.

Se podría decir que Minori, la madre de Hiro, y Nyoko tenían una gran relación, la cual se había visto fortalecida en el tiempo que Hiro estuvo desaparecido pues la peliblanca iba a visitarla tan seguido como podía al menos para llevarle un té en hebras.

Pero desde que Hiro regreso a la aldea, las visitas de la chica fueron disminuyendo progresivamente.

No era nada personal, tampoco era porque Hiro hubiera vuelto y entonces ya no sentía una necesidad u obligación de ir, es solo que había estado mucho más ocupada con las misiones y demás cosas.

Debía encargarse de las misiones que le daba Hiruzen a su equipo ANBU, de las misiones o tareas que Danzo le daba, de proteger y vigilar a Naruto y a Sasuke y de vigilar a los Akatsuki solo por las dudas de que se les ocurriera ir a por Naruto.

Y sin nombrar a Orochimaru, que todavía recordaba el encuentro que habían tenido, sentía que en cualquier momento iría a por ella.

El genjutsu que funciona una vez, no funciona dos. Al menos no en ella. Esta vez se tendría que esforzar el triple por lograr meterla en uno, no se la iba a dejar tan fácil. Demostraría que en esos años había mejorado nuevamente.

Quitó de su mente al Sannin, estaba frente a la puerta de la casa de Hiro por lo que no tenían sentido seguir pensando en ello.

Tocó la puerta y a los pocos momentos, Minori abrió la puerta curiosa, pensaba que todos los invitados ya habían llegado pero se sorprendió de grata manera al ver que se trataba de aquella chica.

—¡Nyoko querida! Pasa, pasa.— Se hizo a un lado para dejarla entrar a la casa.

La Tsukino entró con una sonrisa.

Ambas fueron hasta el living del hogar y pudo divisar que no se encontraban solos, Iruka estaba ahí también. Supuso que a él también lo habían invitado aunque no le hubieran dicho, tampoco era como si le molestara.

Hizo una pequeña reverencia y se sentó en el cojín de rodillas.

Hiro sonrió ampliamente por poder pasar la tarde con su enamorada mientras que Iruka parecía estar constipado, o al menos aquello era lo que su cara demostraba, tenía ceño fruncido y estaba haciendo un pequeño puchero pérdido en sus pensamientos.

—Nyoko-chan...~— Murmuró suavemente el enamorado.

—¿Qué tal Hiro-senpai?— Replicó.

Minori trajo otro cuenco con un té distinto al de los demás y se lo entregó a la muchacha, le hizo uno de los tés que el había traído solo por ser ella.

Minori nunca compartía los tés que Nyoko le traía, eran como su más preciado tesoro, pero si se trataba de la peliblanca podía darle al menos un poco del mismo, después de todo, ella era la que se los había dado.

Ella agradeció gentilmente y dio un sorbo a su té.

—¡Ha mejorado, Minori-san!

La mujer mayor se sonrojó levemente.

—Ay querida, muchas gracias.— Agradeció.— Es gracias a tí que me enseñaste.

La Tsukino había olvidado que le había dado unas pequeñas clases a la mayor, casi que ni las consideraba como clases, solo había dicho dos tonterías.

Hiro observaba la escena con una gran sonrisa de enamorado, no podía quitarlos los ojos de Nyoko, se sentía tan feliz de que su madre también la quisiera meter dentro de la familia. Estaba seguro de que si su padre aún estuviera vivo, la querría tal y como su madre, la aceptaría como esposa de su hijo.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora