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Los exámenes chunin habían comenzado el día anterior, la aldea se encontraba bastante revoltosa por tener a ninjas que fueran de otras aldea tanto en el buen sentido como en el malo.

No había podido pegar un ojo desde que su estómago comenzó a doler como si fuera un mal presagió, hasta se había roto su taza en la mañana, algo sucedería, estaba convencida de ello.

Su trabajo como ANBU sería vigilar que todo se mantuviera en orden y velar por la seguridad de la aldea.

Por lo que con su equipo se mantuvo vigilando la aldea día y noche las veinticuatro horas del día, tenía que hallar algún indicio sobre lo que se vendría, algo raro había en todo el tema y no lo dejaría pasar.

Su vista estaba puesta principalmente en los participantes de la Aldea Oculta de la Arena, tenían un mal historial con ellos y la confianza no era muy alta.

Pero más allá de ello, como una persona que trabajó años en misiones de inteligencia y espionaje, podía darse cuenta fácilmente cuando las personas estaban ocultando algo, todavía no sabía que pero algo había.

Aquel día se llevaría a cabo el segundo examen, ese que era a cargo de Anko y se llevaba a cabo en el bosque de la muerte.

Le gustaría poder ir para al menos saber quienes habían sido los que aprobaron el examen pero ni siquiera aquello podía hacer. Hiruzen le recalcó notoriamente que no quería verla cerca de Naruto más de una vez.

Básicamente cada maldita vez que debía ir a informarle algo o enviaba a un búho en su lugar, el hombre nombraba el tema.

No podía quejarse de ello solo porque se trataba del Hokage pero si él no fuera el Hokage, ya hubiera tomado cartas en el asunto para revertir la situación y quizás hasta le hubiera dicho algunas cosas feas para que por fin se sintiera mal y la dejara de molestar, algo como que su corte de cabello era feo.

Despejó su mente de aquel tema, no era momento de pensar en cosas como esas, debía estar concentrada al cien por ciento.

La noche comenzaba a caer, el cielo se estaba oscureciendo poco a poco y todavía no tenía ninguna prueba de que algo malo sucedería. Tal vez solo estaba sintiéndose perseguida por sus recuerdos y estos la llevaron a creer que algo sucedería.

Danzo probablemente la castigaría si supiera que sus emociones y tonterías de niña pequeña estaban interfiriendo con su trabajo.

Se detuvo cuando oyó el aleteó de un ave, alzó su cabeza y se encontró con Mamoru que se acercaba a ella lo más rápido que podía. Ella levantó su brazo a la altura de sus hombros para que el ave se apoyara sobre este.

Mamoru lo hizo e inmediatamente comenzó a hablar.

—Orochimaru está aquí, debes ir a la torre en el centro del bosque de la muerte inmediatamente.— Exclamó nervioso.

Ella abrió los ojos como platos, no podía creer lo que estaba escuchando. 

¿Orochimaru estaba allí? ¿A qué había venido? 

Al final, se había sido presagio de que algo malo sucedería. Maldijo por lo bajo y se dirigió lo más rápido posible hacia la dirección que el búho le había marcado, debía llegar lo antes posible para estar al tanto de la situación.

—Mamoru, avisa al resto del equipo de la situación. Ellos deben estar al tanto.

El búho asintió y extendió sus alas para comenzar a bolar en busqueda de Hiro y Tenzo.

Al llegar a la torre, la primera en recibirla fue Anko. Pudo notar no se encontraba en su mejor versión, ejercía presión con su mano en su hombro como si algo allí le produjera un dolor lo suficientemente fuerte como para hacerla ver herida.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora