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Desde que había roto su relación de trabajo e investigación con la organización, se mantenía mucho más alerta respecto a Naruto. No podía evitar pensar que el estaba ante un peligro inminente.

Tenía en claro que los objetivos en cuestión eran los Jinchūriki y justo se daba el caso de que Naruto era uno de ellos. Sabía que era información importante y que debió haber avisado al Hokage pero también sabía que se estaba jugando su libertad.

Ella había participado en ciertas misiones con los Akatsuki que indirectamente podían comprometer a la aldea.

Estaba más que claro que si se enteraban que ella había estado participando de esos actos tendría que enfrentarse a un juicio y lo peor de todo es que al final le daría la razón a los Uchiha y los Hyuga que solían decir que los Tsukino eran unos traidores.

Nadie le creería si decía que lo había hecho para proteger a Naruto, todo sería muy sospechoso a simple vista. Era simplemente gracioso creer que alguien pudiera confiar en lo que ella tendría para decir al respecto.

No importaba que ella estuviera arriesgando su vida por la aldea, siempre sería cuestionada sin importar que.

Así que, como siempre sería cuestionada, mínimo tenía derecho a poder hacer lo que quisiera y a mantener en secreto lo que quisiera. De todos modos, ella se encargaría de la seguridad del niño así que no había de que preocuparse por el momento.

Suspiró, era uno de esos suspiros que delataban su estado de ánimo, por lo que entonces, aquel acto no pasó desapercibido por el rubio, el cual se encontraba a su lado esperando su tazón de ramen.

—Nee-san, ¿estás bien?— Preguntó preocupado.

Nyoko se dio cuenta de que su rostro probablemente demostraba su estado de angustia y rápidamente borró la expresión para volver a sonreír como siempre lo hacía.

Si había algo que no le gustaba era preocupar a los demás y hasta hacerlos sentir mal por sus absurdos sentimientos. En casos de crisis, lo ideal era mantener la calma. En el momento que la pierdes y dejas al miedo entrar, es cuando realmente pierdes.

Su plan jamás había sido preocupar al pequeño Naruto pero se había perdido en sus pensamientos.

—¡Claro!— Dijo sonrieron cálidamente para luego despeinarlo.— ¿Cómo estás tu pequeñín?

Naruto se cruzó de brazos, su semblante preocupado cambió por uno enojado al oír aquel apodo que la contraria le había puesto.

—¡No soy pequeño!— Exclamó.—Pronto verás, me convertiré en el mejor ninja que hayas visto dattebayo.

La peliblanca rió alegre, sonaba como ella de pequeña cuando decía que sería la mejor kunoichi, solo que el Uzumaki tenía aspiraciones mucho más altas que ella, su sueño era ser el Hokage.

Así que en todo caso, a quien más se parecía de pequeño sería a Obito, ambos tenían el mismo sueño, el mismo entusiasmo y el mismo grado de estupidez que los hacía super tiernos y amables.

La mayor asintió entre risas y agradeció a Teuchi por los platos de ramen que acababa de entregarles. 

Ambos agradecieron por la comida y, a diferencia de la Tsukino, el menor atacó la comida en un abrir y cerrar de ojos. Nyoko prefirió tomar sus pastillas antes de comer, podía hacerlo antes o después pero prefería hacerlo antes.

Luego de tomarlas, pudo ver que el pequeño ya se encontraba a la mitad de su plato. 

Siempre le advertía que comer tan rápido podía causarle indigestión, gases y demás cosas pero él jamás la escucha, o bueno, no le hacía caso.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora