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Al día siguiente, cuando Nyoko se despertó pudo sentir su cuerpo pesarle más de lo habitual mientras que un calor se mantenía en su rostro ferozmente. Era como si la gravedad estuviera haciendo una mayor presión en ella, como si tuviera un bloque de cemento sobre su cabeza.

Sus ojos ardían y sus parpados estaban más pesados, un leve dolor de cabeza y de articulaciones se encontraba presente en su cuerpo. Rápidamente entendió que había sucedido.

Se había enfermado y ahora tenía temperatura alta.

También notó que no estaba en el mismo lugar que en el que se encontraba cuando se quedó dormida, sino que estaba sobre la cama del peliplata mientras que este no se veía por ningún lado. Se preguntaba donde podría estar después de todo se trataba de su hogar.

Se sentó y colocó su mano en su cabeza, el dolor de cabeza ya la estaba matando y recién se había despertado.

Pero antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa, la puerta se abrió lentamente dejando pasar a la habitación al peliplata, este la observó sentada en su cama. No se esperaba que se despertara apenas llegara, seguramente había hecho demasiado ruido.

—¿Cómo llegué aquí?— preguntó la peliblanca con voz ronca.

Kakashi se acercó a ella y colocó su mano en la frente de la contraria para verificar su temperatura, estaba hirviendo, tal y como pensaba. Estaba seguro de que debía estar peor que cuando él se había retirado hace unas horas.

—Cuando acabé mi lectura te traje, para ese entonces ya estabas con una temperatura elevada.

La realidad era que en un momento, su mano comenzó a acariciar la mejilla de la peliblanca y en ese momento se dio cuenta de que estaba un tanto caliente, por lo que prefirió llevarla a descansar a su cama.

Pasó la noche sentado en un silla leyendo mientras cuidaba de ella, de todas maneras no dormiría con ella, no sería propio, y tampoco era como si él pudiera dormir por las noches.

La estuvo cuidando todo ese tiempo. En un momento determinado de la madrugada, al verla transpirar debajo de sus sabanas, volvió a colocar su mano sobre sus mejillas y luego sobre su frente y al sentir el calor que emanaba se dio cuenta de que había empeorado.

Fue entonces que decidió que a primera hora del día iría a hablar con el Hokage para comunicarle que la chica no podía recibir misiones ya que estaba enferma.

Obtuvo un dos por uno cuando el Hokage le encargó que la cuidara durante el tiempo que se encontrara enferma, era justo lo que tenía pensado hacer aunque no se lo hubiera ordenado Sarutobi.

Estar enfermo para el clan Tsukino era cosa grave, mucho más si se trataba de una persona sola.

Nyoko vivía a las afueras de la aldea y sola, aquellas características no eran para nada recomendables en su estado. Lo mejor sería que se quedara en casa del peliplata hasta que estuviera mejor, estaba más protegida y tenía el hospital más cerca si es que necesitaba ir con urgencia, tardaría menos en llegar y estaría acompañada.

De todos modos, tendría al Hatake solo para ella todo ese tiempo cuidándola así que esperaba que no fuera necesario.

Volvió a su casa lo más rápido posible luego de pasar por una tienda para comprar vegetales y comida e intentó hacer el menor ruido posible cuando llegó mientras lavaba los vegetales y acomodaba lo demás en sus respectivos lugares.

Pero cuando se encaminó hasta la habitación, no se esperaba que la chica estuviera despierta a punto de salir de la cama.

—Gracias por todo, Kakashi-senpai.— Cerró sus ojos y los fregó.— Pero creo que ya es momento de que vuelva a casa.— Dijo para sacar una pierna de la cama.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora