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—No puedo creer que haya venido a verme.

Siempre que alguien llegaba a su casa sentía el mismo sentimiento de invasión, pero esto ya se iba a otro punto, no podía creer lo que estaba viendo. Era increíble poder ver que aquella persona estuviera allí.

Creía que jamás la volvería a ver en su vida.

Había vuelto de estar con Naruto toda la mañana pero como había decidido que aquella tarde se encargaría del mantenimiento del hogar y del pequeño jardín que su abuela había hecho cuando aún estaba viva, llegó un momento en el que debió dejarlo solo nuevamente.

Fue entonces que cuando llegó sintió un ambiente extraño, lo cual la llevó a recorrer toda la casa, y cuando se adentró al living pudo divisar a un hombre sentado en uno de los almohadones que se encontraban sobre el suelo.

No lo había visto en demasiado tiempo y no tenía muy en claro si debía estar feliz o comenzar a llorar.

Era cierto que le tenía un gran aprecio de alguna manera, habían compartido misiones y demás cosas, pero también había compartido uno de los peores momentos de su vida con él y aún sentía sus pelos ponerse de punta de tan solo pensarlo.

Caminó hasta él, su ropa ahora era distinta a la última vez que lo había visto.

—Lamento haber llegado sin avisar. Supuse que no le molestaría que la esperara dentro.— Se disculpó.

—¿Bromea? Estoy muy feliz de poder verlo.— Se acercó hasta él y lo abrazó.— Me pregunté todo este tiempo que había sido de usted pero no había modo de saberlo. Me alegro verlo bien, me gusta su vestimenta.

Oyó al hombre reír tiernamente, se separó de él y le sonrió, a lo que el contrario se la devolvió con otra sonrisa.

Aquel día no podía mejorar. Había pasado una linda mañana con su pequeño hermano menor postizo y ahora aquel hombre se encontraba allí haciéndole compañía y hasta regalándole una sonrisa de esas que extrañaba de él.

—Ahora que soy enemigo de Konoha no puedo darme el lujo de ir por sus alrededores.— Ella asintió.

—Iré a hacer un poco de té, por favor póngase cómodo. De haber sabido que vendría, le hubiera traído dangos.

Nyoko no podía creer que de todas las personas que podrían haberla visitado, Itachi lo había hecho. 

Tenía razón, ahora que era considerado como una amenaza para la aldea no podía estar cerca, quizás era por ello que había ido a visitarla justo a ella. Sinceramente no creía que alguien fuera a visitarla por gusto, siempre era para obtener algo a cambio o por algo en específico.

Quizás Itachi había vuelto para pedirle que se fuera con él o hiciera algo por él.

Suspiró mientras volvía al living con el té, era uno de esos que su abuela le había enseñado a hacer con unas hierbas que no eran típicas en la zona, las había traído Ayumu cuando tuvo que abandonar su hogar y las había plantado en su jardín. Solía ser de las hierbas que luego vendía en la aldea.

Le pasó uno de los cuencos al pelinegro y se sentó frente a él con su cuenco en mano.

Si seguía metiéndose en asuntos turbios de diversos temas terminaría siendo considerada una amenaza para la aldea. Debía cuidar que nadie supiera que ella tenía alguna especie de contacto con el pelinegro, por más de que fuera una simple visita.

—Creo que será descortés preguntar esto pero, ¿por qué has vuelto para visitarme? Realmente no éramos muy cercanos.

Itachi tomó un poco de su té y la observó.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora