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¿Cuánto había estado tirada allí? Parecía una eternidad.

Se moría de sed, su estómago rugía como nunca y le apetecía mover aunque sea un poco sus piernas ya que las tenía entumecidas. Probablemente solamente había pasado un día pero ella estaba como si hubieran pasado meses.

Ni siquiera podía mover su cabeza para fijarse si alguien se acercaba como para pedirle ayuda, seguro todos los que podían pasar la creían muerta y no podía culparlos, ella también lo haría.

Había intentado hablar pero realmente le costaba demasiado lograrlo, estaba segura de que se debía a la herida que le había causado aquel shuriken, solo esperaba poder recuperar su habla cuando se recuperara de aquella herida.

Si no la recuperaba no podría gritarle a Hiro por haber utilizado el Burakkuhoru imprudentemente.

Que va, si ni siquiera sabía si Hiro estaba vivo o si ella lograría salir de esa situación. Estar tumbada en el suelo sin poder hacer otra cosa que ver las nubes y pensar la estaba volviendo loca, era una actividad que definitivamente ya no disfrutaría.

Cerró los ojos dispuesta a descansar un rato más pero algo siempre se ocupaba de interrumpir su paz.

Escuchó unos cuanto pasos acercarse a donde se encontraba ella junto con su compañera muerta, por lo que abrió los ojos e intentó observar como pudo si se trataban de aliados o enemigos.

Rápidamente frente a ella se posó una persona con una máscara indicando ser de los ANBUs de su aldea, esta la observó y llamó a sus compañeros cuando pudo notar que se encontraba viva. Dejó de mirarla para tomar el pulso de su compañera, descubriendo que ella si estaba muerta.

Ya había visto el charco de sangre seco alrededor de ella pero era necesario confirmar que fuera el caso.

—Debemos llevarla de vuelta a la aldea, ella está viva.— Dijo mientras la señalaba.

Otro ANBU se acercó luego de volver de la dirección en la que se encontraba el cuerpo de su sensei, también muerto.

—Es la única sobreviviente. Ryouma-san no tenía el pergamino.

El ANBU que la había descubierto comenzó a revisar el cadáver de su difunta amiga en busca del pergamino. Nyoko levantó la mano y movió el dedo negando. No podía hablar pero todavía podía mover sus manos.

No era agradable a la vista observar como movían y revisaban sin más al cadáver de su amiga, entendía que estaba muerta pero pensaba que podían tener un poco más de respeto por ella, había muerto como una verdadera kunoichi.

El anbu la observó y asintió.

—¿Lo tienes tu?— Preguntó y la chica volvió a negar con el dedo.— ¿Se lo han llevado?

Allí fue cuando la chica lo comenzó a señalar indicando que aquella era la respuesta correcta. El shinobi asintió. Su compañera levantó un poco de la gasa de la chica solo para confirmar su teoría y rápidamente la bajo.

Abrió su pequeño bolso y tomó una venda limpia.

Se encargó de vendar todo el cuello de la chica lo mejor que pudo para poderla llevar hasta el hospital de la aldea en el mejor estado posible, sin hemorragias ni nada de aquello, no podía creer que siguiera viva, jamás había visto a alguien que sobreviviera a un cuello cortado.

En medio día llegaron a Konoha llevando directo al hospital a la Tsukino

Nyoko despertó al día siguiente, ya que al llegar aprovecharon su estado de inconsciencia para coserle la herida del cuello y para cubrirlo con vendas. Abrió los ojos con molestia, la luz blanca le molestaba de sobre manera.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora