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Habían tardado más de lo que esperaba en llegar, habían quedado en que esperarían al equipo tres y de allí irían todos juntos hasta Konoha ya que aquello resultaba más seguro que ir todos por separado.

Desde lo que había sucedido con su antiguo equipo, la seguridad del equipo era lo más importante para ella.

Sí, también pensaba en que el grupo tres se hubiera podido quedar a seguir la huella que encontraron de Hiro pero realmente prefería asistir a la aldea por lo tiempos que corrían, no podía arriesgarse a nada.

El grupo uno ya había llegado, lo sabía gracias a la información que uno de sus búhos le había otorgado, también le había comunico que la aldea ya estaba comunicada de su regreso y que los estarían esperando.

Nyoko se preguntó si ya habría un nuevo Hokage que reemplazara a Minato, bueno, eso si es que todavía había una aldea para ser Hokage pero debía haberla sino, ¿quien los estaría esperando allí? ¿Quien había recibido el mensaje?

En cuanto se encontraban a pocos metros de la aldea, Nyoko pudo volver a respirar al ver la entrada. No estaba destruida y todo se veía bien dentro de todo.

Al llegar, ni siquiera se molestó en informar a los shinobis que cuidaban la puerta de quien se trataba, de no haber sido porque traía su chaleco táctico y su banda probablemente la hubieran detenido en unos instantes. Pero la verdad era que no le interesaba en lo más mínimo, habían temas más importantes.

Nyoko llegó rápidamente hasta la torre del Hokage, subió las escaleras corriendo y, en cuanto estuvo frente a la puerta, la abrió sin importarle quien estuviera dentro.

A sus ojos estaba Hiruzen Sarutobi, el tercer Hokage, junto a un hombre que tenía su ojo vendado y sus ropas eran bicolor. No lo conocía pero por solo la mera presencia que tenía podía notar que era un hombre bastante importante y temible.

Se adentró a la habitación cerrando la puerta tras de sí, apoyo su rodilla en el suelo en señal de respeto y con un poco de miedo habló.

—Disculpe mi interrupción. Estaba en una misión y oímos rumores sobre la muerte del cuarto Hokage por lo que vinimos inmediatamente.

No levantó su mirada del suelo pero podía sentir como aquel hombre desconocido la fusilaba con la mirada. Lo cual era cierto, el hombre estaba fusilándola con la mirada, pero también tenía una pizca de curiosidad por saber quien era aquella chica y porque era una anbu a su edad, ¿sería que había alguien más del grupo de jóvenes que merecían ser anbu?

Pero en aquel momento lo más importante era saber que había sucedido con Minato y la aldea, y como había sido posible que este muriera.

Hiruzen se levantó y caminó hasta quedar de pie frente a ella.

—Tu debes ser Tsukino Nyoko...— La nombrada levantó su rostro. Hiruzen caminó hasta quedar frente al ventanal, dándole la espalda a la peliblanca.— Los rumores que han oído son ciertos.— La respiración de la chica se cortó.— He tomado su lugar luego de lo ocurrido... Tuvimos muchos caídos, el cuarto, su esposa...— Pero antes de que el hombre mayor pudiera continuar fue interrumpido con la peliblanca.

—¿Ku-Kushina-san también está...?

La parte izquierda de su pecho dolía, su garganta tenía un gran nudo y sus ojos picaban a más no poder. No podía creer lo que oía, ¿cómo era que todo aquello había sido posible? ¿Tan grave había sido lo que sucedió? 

Hiruzen asintió. Hubiera deseado poder estar con ellos al menos en sus últimos momentos si es que no hubiera podido ayudarlos.

—Hemos perdido a muchos. Entre ellos también se encuentra Tsukino Ayumu.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora