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Nyoko estaba preocupada, el Hokage la había mandado a llamar con el objetivo de que fuera inmediatamente a hablar con él, tenía miedo de que algo le hubiera sucedido a Naruto o a Hiro, dudaba que le fueran a avisar si le sucedía algo a alguien más.

Quizás algo le había sucedido a Hiro y la estaba citando para ser ella quien le diera la noticia de ello a su madre.

La señora Minori le tenía un gran apreció a la chica, la consideraba parte de su familia, casi como si fuera una hija más pero no por ello debía abusar del cariño que le tenía y darle siempre las malas noticias.

Por suerte, ella no había tenido que darle las noticias de que Hiro había sido secuestrado unos años atrás, había tenido la suerte de que Minato se había encargado de ello pero quitando eso, ella había sido la que estuvo durante años informando toda la nueva información de su paradero.

Se había comunicado más con ella que con el Hokage cuando estuvo fuera de la aldea buscándolo, manteniéndose en contacto gracias a los búhos.

Apresuró su paso, la ansiedad le pedía que fuera corriendo pero si lo hacía sabía que perdería la cordura y que probablemente llegaría hiperventilando y con el rostro lleno de lágrimas a la oficina del Hokage.

Ya era una mujer grande de diecinueve casi veinte años, no podía ir poniéndose en tal situación y mucho menos frente al Hokage.

Basto con imaginarse a Danzo y sus palabras para poder guardar bien adentro suyo todas las emociones que estaban luchando por salir. Ejercieran la fuerza que fuera, ella no daría el brazo a torcer.

Como Danzo le había enseñado, esas emociones no servían para nada. Lo único que lograría usándolas sería un desastre, nada sale bien cuando pones tus emociones de por medio y ella se consideraba una persona mínimamente inteligente como para no cometer un error de ese tipo nuevamente.

Inhaló y exhaló y volvió a caminar con normalidad.

Adoptó un semblante serio, capaz más de lo que debería, y continuó con el trayecto que le quedaba para llegar a la oficina.

Tocó la puerta con naturalidad, había logrado con éxito suprimir todas sus emociones y sentir que ya no las tenía en ella, adoptó su aura fría y calculadora, la misma que adoptaba antes de iniciar un combate con el enemigo.

Se adentró a la oficina y cuando estuvo en el centro de esta, apoyó su rodilla en el suelo y bajó su cabeza en señal de respeto.

—¿Me ha llamado Hokage-sama?— Preguntó.

Su voz no demostraba ni un mínimo sentimiento, estaba vacía.

—Sí. Quería hablarte sobre Naruto.— Por un segundo casi pierde su neutralidad pero logró mantenerla.— Creo que es necesario que te alejes un poco de él.

Aquello fue el colmo, entendía su posición y que era superior pero no podía exigirle que se alejara de Naruto, él era la única familia que le quedaba. Era lo único que le quedaba para conectarla con su triste pasado.

Con él podía sentir la presencia de sus amigos y familiares caídos, podía sentirse alegre, se negaba a ceder aquello.

Se puso de pie y con un rostro de angustia enfrento al Hokage como si fuera un igual, en aquel momento no le importo si era el Hokage o una viejita cualquiera, nadie la alejaría de su pequeño hermano postizo.

—¿Con que motivo? ¿Por qué nos hace esto?

Utilizó la poca voluntad que le quedaba para mantenerse quieta en su lugar, ya le había faltado demasiado el respeto.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora