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Últimamente las cosas estaban tan estresantes que cuando tuvieron un momento para descansar, lo tomaron como si fuera lo más prestigioso del mundo. En dos días serían los  exámenes chunin por lo que tendrían solo esta noche y el día siguiente para descansar.

Hiro había dicho que debían juntarse a tomar algo en un bar todos los integrantes de su equipo, o al menos con los que siempre solían estar.

De tal modo que terminaron siendo Tenzo, Nyoko y él.

El trío se reuniría en un bar a eso de las diez, era un poco tarde pero era la hora en la que todos podían asistir por lo que no se quejaron de ello, de todas maneras el día siguiente sería libre así que podían quedarse hasta tarde.

Hiro le había avisado a la peliblanca que la iría a buscar a su hogar para que no fuera sola.

No importó cuantas veces ella insistiera en que podía ir sola y que no le sucedería nada, él siguió insistiendo que las calles en la noche eran muy peligrosas para una hermosa damisela como ella. 

La Tsukino le comentó que ella era una de las kunoichis más fuertes de la aldea y que si alguien quería propasarse con ella, lo podría en su lugar a como diera el caso.

Pero Hiro era Hiro, así que no se rindió hasta que ella se rindió. 

Él ya sabía que ella era la kunoichi más fuerte de la aldea, hasta suponía que debía ser la más fuerte de todo su clan, pero sentía incorrecto dejarla ir sola en plena noche cuando millones de cosas podían suceder. 

A él no le costaba nada acompañarla, se sentiría honrado de poder escoltarla a donde ella fuera y ser como su perro guardián.

Nyoko se estaba preparando cuando alguien golpeó la puerta de la entrada de su hogar, dejó el labial de brillos apoyado en el lavabo y se encaminó a ver de quien se trataba, ella no tenía planeada ninguna visita.

Al abrirla se encontró con Hiro arreglado y con su mirada seria, la cual se desvaneció al ver a la chica que le había abierto la puerta de su hogar.

Se encontraba con un falda blanca con pequeñas fresas y su típica polera negra, se veía tan hermosa a sus ojos. Sentía como si la hubiera ido a buscar para que tuvieran una cita, sonrió como bobo.

Todo le quedaba precioso.

Aquella polera era ajustada así que marcaba sus brazos delgados, su abdomen plano y sus pechos mientras que la falda iba desde la cintura, donde estaba ajustada, y luego descendía lo suficiente para cubrir su trasero y un poco más.

La falda no era de esas pegadas al cuerpo, si fuera así Hiro hubiera tenido un derrame nasal impresionante, era ceñida en la cintura pero luego era lo que su madre llamaría una falda estilo plato.

Y como si aquella vestimenta no fuera suficiente, tenía puestas unas medias que le quedaban hasta los muslos.

—¿Hiro-senpai? ¿Qué haces aquí?— Preguntó ladeando la cabeza.

El Tsukino no podía dejar de observarla sonriendo. Lo único que quería era poder caminar a su lado tomando su mano, esperaba que aquello no fuera mucho pedir porque realmente lo deseaba.

—Vi-vine a buscarte para ir juntos...— Murmuró aún perdido en el cuerpo de su enamorada.

Ella se sonrojó al sentir su mirada y se cubrió con su puerta haciéndose a un lado para que el peliblanco pudiera pasar.

El contrario se adentró a su casa. Ella cerró la puerta cuando él estuvo dentro y volvió a encaminarse al tocador para continuar lo que estaba haciendo antes de haber sido interrumpida.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora