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Habían pasado unos días, el estado de Kakashi había mejorado gratamente para la buena suerte de ella.

Debido a su mejoría, ya no era necesario estar al cuidado de la mujer, podía encargarse solo de todo lo que era cuidado personal y alimentación, por lo que ella regreso a su casa dejando al hombre poder descansar.

El regreso de Itachi no trajo nada bueno para ella, no al ver que ataca a los que se supone que eran los suyos.

Pero claro, ella era una idiota por esperar menos de alguien que había protagonizado la masacre que había prácticamente acabado con uno de los clanes más poderosos de todos los tiempos.

"Que inocente." Se atrevió a juzgarse.

"Que estúpida." Se catalogó recordando el cariño que le tenía al pelinegro.

Su corazón le permitía tenerle cariño a alguien que terminó volviéndose de lo peor. 

En su momento pudo justificar sus acciones bajo las palabras de Danzo, podía comprender que no tuvo alternativa más que caer en la desesperación en la que Danzo la adentró cada vez más y más.

Pero éstas ya no era ordenes de Danzo, esto ya iba por su cuenta.

A ella no la atacaba por un supuesto respeto que le tenía, ¿Pero a Kakashi no le tenía respeto? Dudaba de ello.

Tenía sus razones para creer en el respeto mutuo entre ambos pero también para creer en un respeto unilateral. Dejando más que claro que el único respetuoso sería el peliplata, si es que hubiera que plantear un escenario unilateral de tal modo.

Itachi se veía más que bien emocionalmente. 

¿Cómo podía estarlo luego de lo que había hecho? ¿Acaso no le había dolido asesinar a su propia familia?

Ella vivió por cuenta propia con su clan aquello y aunque hubiera visto menos que su abuela o su hermano, sentía la pesadez en sus piernas, como si arrastrara bolas de cemento de solo pensar en que debía cumplir los sueños de sus muertos.

Debía ser capaz de cumplir todo lo que ellos no habían logrado cumplir.

La cafetería de su hermano era uno de esos sueños que debía cumplir. Pero el más importante y más general que tenía era vivir.

Vivir era el sueño de aquellos que murieron peleando, aquellos que entregaron sus vidas a cambio de un poco de libertad y seguridad para sus descendientes.

¿Con qué cara podía decir eso? Cuando ella se había encargado de asesinar uno de los suyos.

Al final era la misma basura que Itachi. Era de aquellos que no merecían poder cumplir sus sueños, aquellos que debían llevar la carga en sus hombros de la desesperación y el dolor en lugar de poder ser feliz.

Tomó el pequeño cuenco con alcohol y lo lanzó contra la pared, haciéndolo trizas contra esta.

Sus amigos hacían bien en juzgarla y en sospechar de ella, era lo mínimo que podían hacer con una traidora de su calibre. Lo mínimo que podían hacer hacia una escoria como lo era ella.

Las cosas se ponían difíciles y ella recurría a sus malos pensamientos y a una botella de un licor asqueroso que lo único que hacía era darle ganas de vomitar del asco.

¿Qué mierda debía hacer? ¿Qué era lo que sus ancestros hubieran hecho?

Llevó las manos a su rostro y cubrió sus ojos y frente con ellas. Mentiría si dijera que la desesperación no la estaba carcomiendo más que nunca.

Usualmente se haría un estúpido té e iría a ver el río como hacía su abuela, pero carajo, no podía mantener la calma cuando todo se iba por el desagüe como si nada, como si todo lo que hizo fuera en vano.

ᴄʜᴀʀᴍᴏʟʏᴘɪ; ᴋ.ʜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora