Por fin, después de lo que parecían años, pude tumbarme en una cama en la que no notara como sus muelles se clavaban en mi espalda.
- Tomas esta almohada para apoyar el pie. - me dijo daniel colocándola bajo mi escayola.
Yo me limité a asentir, con mis ojos cerrados, estaba demasiado cansada. Y a decir verdad, la dosis que me habían mandado de medicación para el dolor no era la suficiente.
Sonó el que yo creía que era el teléfono de Daniel, una, dos, tres y cuatro veces.
- Daniel, ¿puedes silenciar tu móvil?, me vendría genial dormir un poco.
me giré mirando hacía su lado de la cama donde estaba recostado.
- En realidad, es tú teléfono el que esta sonando.
Cosa que me extraño bastante porque desde que me lo compré, ha solido estar en silencio, a no ser que esperara noticias importantes. Por un momento olvidé que, nash sigue en el hospital.
Abrí mis ojos como platos y agarré mi móvil con la esperanza de que fueran buenas noticias sobre nash. No lo eran.
Desde la pantalla bloqueada se podían ver los mensajes que matthew me había mandado.
"maría, he pensado lo que ha pasado antes, ha sido una estupidez" - 17:45
"de verdad que lo siento, no era el momento" - 17:45
"por favor no dejes que esto afecte a lo bien que estábamos hace unas horas" - 17:45
"te esperare el tiempo que haga falta, créeme" -17:46
*este mensaje ha sido eliminado* - 17:46
Apagué la pantalla del móvil y volví a cerrar los ojos.
Noté como daniel se acurrucaba a mi lado.
- ¿Noticias sobre nash? - pregunto casi susurrando.
Negué.
- Lo siento. -dijo mientras me acurrucaba en su pecho.
- Te quiero. -dije una vez acomodada en su pecho, mientras me estaba quedando dormida.
Lo que era una escayola, a las dos semanas pasó a ser solo una venda, y menos mal, porque andar con muletas no es que fuera mi especialidad. Tras ir a rehabilitación durante dos meses, ya podía volver a caminar a la perfección.
Se notaba que el verano se había acabado ya que por la ventana de vez en cuando entraba una ligera brisa que te hacía querer ponerte una sudadera.
La puerta de la habitación se abrió, dejando salir a una taylor, la novia de nash, cuya barriga ya era mucho más que visible. Aún no podía creer que nash fuera a ser padre, y lo que es peor, como se ha perdido los cuatro primeros meses de embarazo de su novia por estar en el hospital. En coma.
Taylor se acercó a mi. Mis manos, a pesar de intentar evitarlo, temblaban.
-Ya puedes entrar.
Yo asentí y me levante de aquella silla de plástico bastante incómoda. Di los cinco pasos que me separaban de entrar en aquella habitación, y antes de abrir la puerta, me pare un segundo. Definitivamente no estoy lista.
Nash despertó del coma hace una semana, ya todo el mundo había ido a visitarlo, pero yo no me veia capaz. Además de que a eso debemos sumarle de que me he pasado los últimos dos meses sin salir de mi cama. Pero era hora de verle.