No Te Vayas

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Han pasado tres días desde que ha llegado, pronto se tienen que ir para llevar a Soyeon con las personas que les pagaron por buscarlo.

Angelo estaba en su habitación limpiando un poco ya que partirán al día siguiente. Tampoco a hablado mucho, recordar esa situación siempre le deja mal, fue un recuerdo muy traumático que aún no lo supera.

Su rutina es levantarse muy temprano y hacer el desayuno para todos aprovechando sus noches de insomnio en donde solo duerme la primera parte de la noche y en la madrugada no vuelve a pegar el ojo.

Su padre ha dejado profundas marcas en el alma del joven omega.

Al hacer el desayuno siempre aparece la imagen de su madre cocinando, el continuamente preparaba las comidas con tanta dedicación pero su padre siempre despreciaba sus platillos.

Al terminar limpiaba a fondo la cocina dejándola impecable, nada estaba fuera de lugar. Parecía que Ángelo entraba en un trance, en donde se dedicaba a limpiar como un robot cada mancha o rastro de desorden, el rápidamente lo acomodaba y limpiaba con tanto fervor hasta que estuviera perfecto.

Cuando todo estaba impecable tomaba un plato y servía un poco de comida, siempre a las 5 am el estaba desayunando.

Tras comer sus alimentos, limpiaba lo ocupado y se retiraba a su habitación para no salir hasta las 2 pm, esa era la hora del almuerzo y debía ayudar a los omega mayores ya que tenían un embarazo más avanzado que el suyo.

A las 3 la alfa Morgan siempre pedía sus alimentos, ella siempre es la última en comer y el ayudaba a repartir la comida.
Una vez la alfa se molesto mucho con el ya que no mantuvo la comida caliente, no le grito ya que el comedor y la cocina están cerca; los gritos en la cocina se escuchan en el comedor y viceversa.

En esa ocasión el omega Soyeon estaba en el comedor, pero eso no detuvo a Morgan, la alfa tomó al omega de sus finos cabellos con violencia, le susurro palabra de odio que hicieron llorar al joven y por último le arrojó la comida fría.

La alfa salió de ahí como si nada y Ángelo comenzó a limpiar la cocina, sus ropas estaba sucias pero el seguía limpiando el desastre, al terminar solo camino a su habitación, se encerró y no salió hasta el día siguiente.

Desde ese día aprendió a obedecer a Morgan, tenía miedo de que su bebé saliera lastimado.

Eran las 4 de la tarde y Ángelo tenía todo listo para mañana, decidió dormir si era posible una siesta, pasaron minutos tranquilos logrando dormir pero fueron interrumpidos cuando su puerta fue abierta con fuerza y un olor potente a mago con menta le golpeó el olfato.
Abrió los ojos sorprendido miró quien era el intruso que se acercaba a él.

-Morgan ¿Qué haces?—habló el omega.

Y la alfa no respondió, solamente cerró la puerta con seguro. Ángelo noto las acciones de la alfa y se asustó mucho.

-Morgan ¿que te sucede?—preguntó muy preocupado.

-omega…—fue lo único que dijo aquella alfa.

Sin poder reaccionar Ángelo tenía a Morgan sobre el, la alfa lo olfateaba mucho, le tocaba ocasionando que el omega comenzará a ceder a su tacto. Ángelo se sentía adormilado y excitado, la alfa sobre el le compartía calor, un calor muy abrumador.

-alfa…—soltó en un jadeo.

-mango… hueles a mango dulce—la alfa miró el rostro sonrojado del omega—me gusta.

Y sin más Morgan comenzó un tierno beso, Ángelo correspondía sin comprender esa necesidad que sus instintos dictaban.

Tras segundos ese tierno beso dejó de serlo para que la lujuria de ambos se revelará.

La alfa exploraba la boca del omega, pero sus manos no dejaban de acariciar a su compañero, el omega se retorcía por tanto placer que le estaba dando, estaba disfrutando cada roce.

Pero en un acto de desesperación la alfa arrancó la ropa deportiva que llevaba el omega. Angelo sintió un escalofrío al ser desnudado así de rápido, pero no le importo, el quería ver también el cuerpo de aquella mujer.

Con sus manos jalo esa aburrida camisa dejando el pecho descubierto, soltó un jadeo de sorpresa y deseo al ver la piel un poco morena. Ella usaba un sujetador como las omega hembras, pero era más simple, discreto y se veía cómodo.

La alfa miró el rostro confundido del omega y soltó una pequeña risa, sus pechos no eran como los de las omega o betas, sino tenían un rasgo un poco más masculino aunque seguían siendo más grandes que el de un hombre, las alfa no poseen sus pechos redondos, son un poco rectos, no cuelgan, pero se notan.

En cambio las omega poseen un busto prominente, la betas son normales y los omega tienen sus pezones más grandes, pero todos tienen una característica, sus pechos terminan en una linda curva marcada.

Morgan se fijo bien en el cuerpo del omega, realmente quería tomarlo ya para que ese calor a causa del celo desapareciera, pero no vio la lubricación natural que sale de la entrada de  los omega al ser estimulados.

Solo una idea se le vino a la cabeza.

«un bebé» ahora todo tenía lógica, los omega embarazados no pueden crear tan fácil el lubricante, por que esas glándulas dejan de trabajar con la presencia de una cría.

«Mierda» se reprimió mentalmente.

Con un poco del autocontrol que le quedaba tomó su camisa y se levantó de esa cama, quería marcharse para calmar su celo en otro lugar muy apartado de aquí.

Iba a comenzar a caminar pero una mano le tomó el brazo evitando moverse.

-alfa… no te vayas
































































































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