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Aquella tarde, cuando entró en el Milk, divisó a Ava anotando el pedido de unos clientes, quien también la vio y le hizo un gesto para que se sentara en una de las mesas. Rachel se acomodó sobre un sillón de cuerina azul y rosa mientras la esperaba tamborileando los dedos. El Milk era un lugar reluciente, donde solían juntarse los jóvenes, tenía colores pastel y baldosas colocadas con la disposición de un tablero de ajedrez. Una gran y antigua rocola emitía una balada de Bobby Darin, que Rachel comenzó a tararear mientras admiraba el lugar. Justo cuando se disponía a ojear el menú, Ava se acercó emocionada.
—¡Rach! ¡Me alegro de que hayas venido! —exclamó con una gran sonrisa—. Vynx se encuentra en el lavado y Lonnie todavía no ha aparecido. Me queda media hora de trabajo antes de que podamos irnos.
Traía puesto el uniforme del Milk, que consistía en un vestido abotonado por delante de color celeste y un delantal blanco. En su cabeza llevaba una bandana roja y su rostro, como siempre, estaba muy maquillado. Se había delineado los ojos con sombra violeta y llevaba los labios rosados.
—¿Y Bonnie?
—Iremos directo a su casa cuando salgamos —explicó Ava—. Quizá encontremos algo que llevar al Pink Palace. Apuesto que el ático está lleno de cosas viejas y geniales.
—Seguro habrá algo interesante —coincidió Rachel.
Aunque ella pensaba en algo que pudiera estar relacionado con su abuela.
—¡Oh! ¡Casi me olvidaba! Mi tía ha dicho que pueden pedir lo que quieran. La casa invita —indicó guiñando un ojo y desapareció detrás del mostrador.
En ese instante, Vynx apareció y tomó asiento en la mesa.
—Llegas justo a tiempo... —expresó complacida mientras observaba su reloj de pulsera.
—Hola —saludó Rachel con la mano.
—El tiempo... es importante —sentenció la joven con solemnidad.
Luego se quedó mirándola de manera extraña.
—Claro..., supongo —dijo ella no muy convencida.
Ambas estaban solas, y Rachel comenzó a sentirse incómoda. No sabía de qué hablar, por lo que solo se quedó en silencio. En cierta manera, Vynx le recordaba a su hermano, a veces las personas se sentían incómodas a su alrededor y terminaban alejándose.
—Hice esto para ti —anunció Vynx poniendo un papel sobre la mesa.
—¿Qué es? —preguntó curiosa tomándolo.
—Es un papel.
Rachel no obtuvo mayor respuesta que aquella, así que comenzó a leer. Su nombre estaba allí junto a dos columnas que al parecer contenían rasgos positivos y negativos de su propia persona.
—Ayer debatimos acerca de tu ingreso al grupo —empezó a explicar Vynx—. Es algo serio, así que hice una lista. Creo que también debería agregar como aspecto positivo que llegas a tiempo...
Pareció meditarlo un poco. Los ojos de Rachel se dirigieron a la segunda columna, que contenía un solo punto negativo.
—¿Mis ojos son extraños?
—Eso lo escribí yo. Me ponen nerviosa. ¿Estarías dispuesta a usar un lente de contacto para que ambos tengan el mismo color? —preguntó esperanzada Vynx.
—No.
—Es una lástima. Bueno..., entonces trataré de enfocarme solo en uno, el de color avellana parece más confiable —dijo depositando la mirada en su ojo izquierdo.
En ese momento Lonnie apareció de la nada y se dejó caer en la mesa.
—Señoritas... —dijo en forma de saludo vaquero.
Rachel suspiró aliviada por la interrupción. Llevaba puesta una bermuda y una remera sin mangas. Su cabello dorado se encontraba revuelto y traía unos lentes de sol negros. Observó el papel que tenía en la mano Rachel.
—¿Es esa la...? —preguntó mientras apoyaba sus lentes en la mesa—. Demonios, no se suponía que lo vieras. Es solo otra de sus "peculiaridades".
—No hay problema —mintió Rachel.
—Si hubieras visto la lista que hizo de mí, estarías más tranquila —anunció Lonnie quitándole el papel de las manos y haciéndolo un bollo.
—¡Hey! —protestó la muchacha colorada.
—¿También tienes una? —preguntó Rachel.
Lonnie saludó a Ava desde lejos.
—Ajá —dijo.
—Podría recitarla de memoria —dijo Vynx—. Egoísta, impuntual, grosera, fumadora...
—¿Fumas?
—En ocasiones, solo si estoy nerviosa o de mal humor —explicó—. Y ella me genera ambas sensaciones.
Vynx continuó enumerando con los dedos.
—Ruidosa, holgazana...
—Creo que ya entendió —gruñó Lonnie.
Ava se acercó para tomarles la orden.
—¿De qué me he perdido? —preguntó.
—Solo Vynx siendo Vynx, ya sabes... —suspiró Lonnie—. Le ha mostrado la lista.
—¡Oh! —exclamó Ava ruborizada—. En realidad, iba a ser una sorpresa, no la lista, claro, sino que queríamos invitarte oficialmente a venir el próximo viernes al Pink Palace.
—Suena tan... cursi —dijo Lonnie—. No la estás invitando a salir, Ava.
—Suena genial —se alegró Rachel.
—En realidad... la invitación es algo importante, ya que generalmente odiamos a la gente —explicó Lonnie.
—Tú odias a la gente —le retrucó Vynx.
—Bueno, sí —estuvo de acuerdo la muchacha.
—¿Ya saben lo que van a pedir? —inquirió Ava cambiando el tema.
Rachel y Lonnie ordenaron dos pedazos de pastel y Vynx una tarta de zanahoria. El lugar había comenzado a llenarse justo cuando Ava terminaba su turno. Mientras Vynx se encontraba en el lavado, probablemente limpiando sus manos por milésima vez, Rachel extrajo de su morral la chaqueta de jean.
—Ten. La olvidaste ayer.
—No la olvidé —aseguró mientras la olía—. ¿La has lavado?
Rachel asintió con la cabeza conteniendo la curiosidad que sentía por la nota, para no parecer entrometida.
—Gracias —dijo Lonnie guardándola en su mochila—. Vendrás a casa de Bonnie, ¿verdad? Tendremos una excitante tarde de sacar basura.
—No me lo perdería por nada —contestó exageradamente.

...

Todas habían llevado sus bicicletas aexcepción de Vynx, quien de mala gana se había subido con Lonnie, aunque no sinantes quejarse de que conducía como una maniática.
—Puedes ir con Ava o Rachel siquieres —soltó Lonnie exasperada.
—Ava es demasiado pequeña para llevarmey ya me ha tirado una vez —explicó. Luego observó la vieja bicicleta que Racheltenía y agregó—: Y no pienso subirme a eso.
Ella se sonrojó, todavía sentía unfuerte apego por su antigua bicicleta, aunque sabía que ya era hora decambiarla.
—Podrías simplemente correr detrásde nosotras —sugirió Lonnie con ironía.
Vynx le puso mala cara.
—Pues entonces cierra la boca ydisfruta el viaje —dijo la joven arrancando a toda velocidad.
Bordearon el bosque y divisaron lasecundaria Silver. Lonnie iba a la cabeza, Rachel la seguía a su izquierda yAva se encontraba apenas unos metros detrás. El cuerpo de Vynx rebotaba en elaire cada vez que Lonnie pasaba por un cúmulo de tierra, una piedra, o un bache.Rachel comprendió que lo hacía para molestar a Vynx y no pudo evitar sonreír. Elaire se hizo más frío, y los árboles, cada vez más tupidos y densos, comenzarona cubrir la luz del sol. Un sendero de tierra se abrió paso hacia el interiordel bosque, pequeñas flores blancas y amarillas comenzaban a brotar alrededordel camino, el aroma a pino era profundo. Viajaban en silencio disfrutando delpaisaje, habían disminuido la velocidad y hasta Vynx parecía haber dejado dequejarse mientras su mirada vagaba perdida entre las copas de los árboles. Avatomó la delantera, y cuando el sendero se bifurcó, dobló por el camino másangosto. Dos minutos después, una casa antigua de madera y piedra apareció frenteal grupo. En ese momento, a Rachel la inundó un sentimiento de familiaridad yun fragmento de recuerdo se desbloqueó en su memoria.
—Creo que conozco este lugar...—susurró, casi para sus adentros.
Dejaron sus bicicletas y pasaron por lacerca de madera avejentada. Definitivamente,conocía aquel pequeño aljibe de piedra. Ava tomó la aldaba con forma de animaly golpeó.
—Creo que estuve aquí cuando eraniña —anunció admirando el gran atrapa sueños que colgaba en la entrada.
—¿De verdad? —se asombró Ava.
La puerta se abrió y Bonnie apareció llena depolvo, dedicándoles una gran sonrisa que acentuaba sus rasgos infantiles. Unavez dentro, les explicó lo que debían hacer.
—El ático está repleto. El Sr.Rogers vendrá a recoger algunas cosas, pero debemos deshacernos del resto.
—Mi tía las donará a la iglesia—añadió Ava.
La casa olía a incienso y estaba colmada deatrapasueños por todas partes.
—¿Puedo abrir las ventanas?—preguntó Vynx frunciendo la nariz—. No quiero morir de cáncer.
—¿Cáncer? —inquirió Rachel.
—Inhalar grandes cantidades deincienso regularmente aumenta el riesgo de cáncer en las vías respiratorias—explicó.
—Nunca sé cómo sabes esas cosas...—comentó Lonnie moviendo la cabeza.
Tenía razón, la casa olía demasiadoa incienso.
—¡Es incienso de vainilla! —recordóRachel.
—¡Sí! ¿Te gusta? —preguntó Bonnie—.A mi abuela y a mí nos encanta.
—Lo recuerdo... —dijo Rachelabstraía en sus pensamientos, luego preguntó—. ¿Está tu abuela en casa?
Rachel podía sentir la presencia de la cartaen su morral, como si estuviese esperando a ser entregada.
—Se encuentra trabajando en latienda —comunicó Bonnie—. Pero volverá más tarde.
La muchacha suspiró decepcionada,las preguntas deberían esperar. Se dirigió al lavado mientras las demás subíanal ático. En el camino, un portarretratos le llamó la atención, se acercó y lotomó con sus manos para observarlo mejor. Había una mujer embarazada en lafotografía, probablemente la madre de Bonnie, y junto a ella se encontraba unamujer de mirada perspicaz, Agatha. "La tía Agatha", escuchó decir a una voz interna que no era la suya.
—¿Piensas robar esa fotografía?—Vynx la observaba con expresión acusadora desde la escalera.
—Solo la estaba mirando —aseguró.
La joven colorada entrecerró losojos, desconfiada.
—Enseguida subo —le indicó Rachel.
Vynx no parecía muy segura, peroluego de un instante desapareció por las escaleras.
—Definitivamente, he estado aquí—dijo con seguridad mientras volvía a dejar el portarretratos donde estaba.

El Lobo está viniendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora