El pestillo se había roto al tercer intento, y ahora, ambas corrían por el pasillo.
No sabían hacia dónde se dirigían, el lugar era demasiado grande, así que se movían siguiendo su instinto. Ingresaron en lo que parecía ser un antiguo depósito iluminado por los faroles del exterior.
Ava comenzó a buscar desesperadamente algo para liberar sus manos.
—¡Usa esto! —exclamó Vynx, quien había encontrado una pinza oxidada entre una pila de maderas.
Unos minutos después, ambas estaban libres.
—Debemos llamar a la policía —apremió Ava.
No sabían dónde se encontraban las demás, así que decidieron intentar salir del matadero y conseguir sus móviles para pedir ayuda.
Pero primero, debían encontrar algo con que defenderse.
Vynx tomó un pedazo de madera con clavos salidos y Ava se armó con un tubo de metal.
Se miraron por un momento, aterradas.
—Vamos —susurró Vynx.
Se encontraban bajando las escaleras, cuando de pronto escucharon un disparo en el piso de arriba, seguido de un fuerte golpe. La muchacha colorada se paró en seco y Ava tuvo que sacudirla para hacer que vuelva en sí.
Temieron por la seguridad de sus amigas.
—Por favor, que estén bien... —repetía Ava mientras continuaban corriendo escaleras abajo.
Habían logrado llegar con éxito hasta la entrada del matadero, ahora solo debían dirigirse hacia el galpón en donde Ray había dejado sus móviles. Estaban a pocos metros de la salida, cuando escucharon los sonidos de una pelea, y luego, otro disparo.
Se miraron por un instante, y sin decir palabra, supieron hacia donde debían ir.
Ava se asomó por la puerta de la gran sala, y tardó uno momento en entender la escena. Lonnie estaba apuntándole a alguien que se encontraba en el piso.
Ray.
—¡Lonnie! —gritó Vynx, intentando disuadirla para que no dispare.
Pero la joven pareció no escucharla.
Se acercaba con el arma apuntando hacia su cabeza.
Y justo cuando estaba por apretar el gatillo por segunda vez, Vynx arremetió contra su amiga, pegándole un empujón que la hizo caer al suelo.
Ava, quien se había congelado ante el sonido del disparo, corrió hacia ellas.
—¡¿Está muerto?! —preguntó con el corazón a punto de estallar.
Lonnie no le contestó.
Vynx le quitó el arma y se acercó para tomarle el pulso.
—Sí, está muerto.
Ava comprendió que lo había asesinado, aún si aquel último disparo no lo había alcanzado.
Lo supo tan solo con mirarla.
Un joven malherido y con el rostro sangrante se levantó del suelo mirando confuso la escena.
—¿Dónde está la niña...? —preguntó con dificultad....
Rachel corría desesperada por aquellos pasillos interminables, parecía como si se estirasen y cambiaran de forma a medida que ella avanzaba.
Grandes plásticos colgaban del techo y le impedían ver a dónde se dirigía.
¿Acaso había llegado al segundo piso? ¿O todavía estaba en el tercero? No podía recordarlo.
Creyó ver la silueta de una anciana detrás de uno de los plásticos, pero cuando lo corrió, allí no había nadie.
Comenzó a ver aquella silueta por todas partes.
"Agatha, Leda, Agatha, Leda...", su cerebro seguía confundido y ahora parecía verlas en todas partes.
Se encogió en un rincón con la esperanza de que las alucinaciones cesaran.
Quería llorar, pero no podía hacerlo, estaba sola y asustada.
La brisa se colaba entre las vigas y las ventanas rotas, haciendo que una gran lámina de nylon que colgaba cerca suyo, se bamboleara como si fuese un fantasma. Comenzó a observar aquel movimiento oscilante mientras entraba en alguna clase de trance. Una gran silueta blanquecina comenzó a formarse detrás de ella y la figura de un gran animal apareció delante de sus ojos.
Era un lobo, un lobo blanco.
El animal levantó la cabeza y profirió un largo aullido hacia la Luna.
Ella cerró los ojos y se tapó los oídos con fuerza. Cuando volvió a abrirlos, se dio cuenta que sus alucinaciones habían desaparecido.
Sus pensamientos comenzaron a ordenarse.
Se encontraba todavía en el tercer piso, en algún sector que no conocía. No se escuchaban ruidos y aquello la ponía aún más nerviosa, ya que no sabía hacia donde debía dirigirse.
Se sentía completamente indefensa.
Pero la visión del Lobo Blanco no había sido una alucinación, sino que había sido un recordatorio. Le recordó que su energía aún se encontraba en su interior y que ella tenía la fuerza necesaria para salir adelante.
En ese momento se percató de un largo y oxidado fierro a tan solo algunos centímetros de donde se encontraba, lo tomó, y armándose de coraje, comenzó a buscar la salida.
Unas cortinas que se agitaban salvajemente le llamaron la atención.
Se acercó a lo que parecía ser una oficina en muy malas condiciones, y que para su sorpresa contaba con un balcón. La fría brisa de la noche acarició su rostro cuando salió al exterior.
Por un instante creyó que aquel cuerpo en el suelo se trataba tan solo de otra alucinación, pero enseguida se dio cuenta que se trataba de Agatha, quien había caído del ventanal del tercer piso.
Se acercó haciendo crujir los vidrios bajo su peso, la mujer aún vivía.
Tenía su brazo derecho en una posición extraña y el hueso de su pierna estaba salido para afuera. Los vidrios la habían cortado y rasgado parte de su ropa.
Descubrió a Mimi recostada a unos metros de ella.
—Agatha... — murmuró acercándose a su lado.
La anciana estaba apenas consciente.
—Estamos malditas, Leda y yo... —comenzó a decir mientras tocía sangre—. Pero Bonnie nunca estará sola, las cartas me lo dijeron... yo intenté decírselo enviándole aquellos obsequios, siempre las tendrá a ustedes...
Buscó alguna manera de levantarla pero era inútil.
—Lo siento, Leda.... —murmuró Agatha con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Por favor, díselo! Dile que...que...
Pero no pudo terminar la frase.
Había muerto.
Observó su cuerpo por un momento, y descubrió una extraña cicatriz cerca de su costilla.
La marca que Levi le había hecho.
Cerró los ojos con pesar, ya no había nada que pudiera hacer por ella.
Ahora debía encontrar la manera de salir de aquel maldito lugar.
Se levantó y se asomó por la baranda, tratando de calcular si sobreviviría a saltar aquella distancia. Estaba decidida a no volver a entrar por temor a encontrarse con Eddie o Ray, pero no creía poder salir ilesa de aquella caída.
Para su fortuna descubrió que el sector izquierdo del balcón estaba lleno de escombros, tal vez producidos por alguna clase de derrumbe. Aquella pirámide de porquerías podría ser su única salida. Intentaría escapar escalando hacia abajo.
Tomó a Mimi, quien no parecía estar demasiado lastimada, y la metió dentro de su ropa. Luego se subió a la baranda de piedra y por un momento quedó mirando al vacío.
El viento le revolvió el cabello.
Conteniendo la respiración, pegó un gran salto y aterrizó sobre un grupo de ladrillos. El peso de su cuerpo hizo que algunos de ellos se precipitaran rondando hacia abajo.
—¡Rachel!
Escuchó la voz aguda de Ava llamándola desde abajo.
Cuando giró su cabeza, descubrió a sus amigas saliendo del matadero. Casi pierde el equilibro cuando reconoció a Daniel y a Bonnie junto a las demás.
¿De dónde habían salido?
Trató de agarrarse de algunos hierros mientras comenzaba a bajar lentamente, pero en ese momento, un pedazo de metal se clavó en un zapatilla y ella se detuvo para apartarlo.
Ahí es cuando la oyó.
Aquella horrible melodía que había escuchado salir de los labios de Eddie en el bosque, melodía que también ahora recordaba haber escuchado tararear a Violet mientras miraba por la ventada el día en que la conoció.
—"Jugaremos en el bosque...".
Era la canción de Levi.
Levantó su cabeza en el momento justo en que Eddie le apuntaba con el Lupin.
Se lanzó hacia un costado y la bala le rozó el hombro. El impulso la tropezar y comenzó a derrapar por los escombros, ellos la rasgaban, cortaban y pinchaban hasta que su cuerpo chocó contra una ventana del segundo piso que se hizo añicos ni bien la atravesó.
—¡Rachel!
Escuchó el grito de Lonnie perdiéndose a la distancia....
Cuando volvió en sí, la inundó un dolor agudo en su hombro izquierdo, milagrosamente, aún seguía viva. La sangre le bajaba rápidamente por el brazo y su instinto la hizo levantarse y tratar de frenar la hemorragia. Mimi, que de alguna manera había salido expulsada de su ropa, la observaba con los ojos casi cerrados.
Se dio cuenta que estaba lastimada.
Encontró una gran bolsa negra, llena de revistas viejas, y cortó un largo pedazo para improvisar un torniquete. No sabía si su herida era mortal, pero sangraba profusamente.
En aquel lugar no había nada, ni siquiera una puerta con la cuál encerrarse y esperar por ayuda, por lo que tomó nuevamente a Mimi en brazos y trató de buscar un lugar donde esconderse.
Aquel sector del segundo piso contaba con una gran maquinaria.
Observó una serie de ganchos oxidados que colgaban sobre su cabeza, y cuando divisó uno de ellos en el suelo, lo tomó sin pensarlo dos veces.
Recorrió algunos metros más y decidió esconderse dentro de un gran cuadrado de metal que formaba parte de aquella horrible construcción, que probablemente hubiese servido para triturar a los animales. Colocó en su interior a Mimi y luego, cuando estaba por subirse, Eddie apareció de la nada, lanzándose hacia ella con un cuchillo en alto.
Afortunadamente logró esquivarlo propinándole un fuerte empujón que lo hizo caer, aquello le dio a unos segundos para salir corriendo, pero él continuaba siendo más rápido y la alcanzó a los pocos metros.
—¡Suéltame! —gritó cuando la tomó del cabello.
Se giró y le clavó el gancho en el brazo.
—¡Perra!
Eso lo hizo soltar el cuchillo, el cuál luego la joven mandó a volar de una patada.
Eddie se abalanzó sobre su cuerpo, haciendo que ambos cayeran sobre su hombro lastimado.
Profirió un grito de dolor.
Él muchacho se quitó el gancho y lo tiró al suelo, maldiciendo.
Rachel se levantó con dificultad y comenzó a patearlo, cuando él la tomó del cuello. Le pegaba y lo rasguñaba, pero aun así no logró que aflojara la presión. Su garganta comenzó a encogerse al tiempo que perdía y retomaba nuevamente la consciencia.
El rostro de Eddie cambiaba constantemente, y ahora le parecía más horripilante que nunca.
Volvió a golpearlo por última vez y aquello hizo que el Lupin se desprendiera de su cintura. Al mismo tiempo que el arma comenzaba a caer, logró vislumbrar una enorme y negra figura que se acercaba corriendo en su dirección a través del largo pasillo.
El Lobo Negro se abalanzó contra él, feroz, mordiéndole uno de los omóplatos.
Aquello hizo que Rachel cayera pesadamente al suelo y comenzara a toser mientras, ante sus ojos, las sombras confusas de Eddie y aquel animal danzaban de un lado para el otro.
Tomó el Lupin, pero su visión borrosa no la dejó apuntar con certeza, sentía pinchazos en su hombro y calambres en el brazo.
El animal tenía acorralado a Eddie, a quien le gruñía con ferocidad.
En ese momento su visión se aclaró y aquella temible bestia se transformó en su amada perra, quien venía a rescatarla una vez más.
—Gemma... —murmuró casi sin aire.
Pensó que quizá podría estar alucinando, pero aquello era demasiado real.
No había ningún lobo, tan solo su perra.
Se levantó apuntando hacia Eddie, cuyo rostro ahora también había vuelto a la normalidad, pero había perdido bastante sangre y le costaba caminar sin tambalearse. Él aprovechó el momento para arrebatándole el Lupin, pero antes de que pudiera dispararle, Gemma dio un gran salto y lo asió fuertemente del cuello. Comenzó a sacudirlo con violencia mientras la muchacha tomaba nuevamente el arma.
Ella levantó su brazo una vez más y le disparó dos veces en el estómago, luego continuó apretando el gatillo hasta que se dio cuenta de que estaba vacío.
Gemma soltó al muchacho, quien instintivamente se cubrió el cuello con una mano, mientras la sangre comenzaba a escaparse por sus dedos. La miró sin entender lo que pasaba y luego se desplomó sobre el piso.
Las piernas de Rachel le fallaron y también cayó de rodillas.
Los ojos oscuros de Eddie comenzaron a apagarse mientras ella lo observaba tratando de aferrarse a la vida.
Nunca olvidaría aquella mirada llena de terror y oscuridad....
Las tres jóvenes corrieron hacia el lugar de donde provenían los disparos.
Cuando llegaron, la encontraron con Mimi en brazos y Gemma caminando a su lado.
Parecía estar en shock.
Descubrieron el cuerpo de Eddie a unos cuantos metros, al mismo tiempo que las sirenas de la policía se volvían más fuertes.
Cuando salieron del matadero, Rachel levantó el collar de Luna que había recuperado.
Vynx le dirigió una sonrisa.
En ese momento Bonnie y Daniel aparecieron caminando en su dirección, probablemente ellos habían avisado a la policía.
Daniel.
Miró al muchacho, sucio y desnutrido, y él le devolvió la misma mirada. En tan solo unos segundos compartieron todo el dolor que habían pasado en aquellos últimos meses.
Tres patrullas estacionaron a pocos metros, sus luces rojas y azules iluminaron la noche.
Rachel levantó su cabeza al cielo y observó aquella distante y hermosa Luna llena.
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El Lobo está viniendo
Mystery / ThrillerSaga "El Lobo" Libro 1 "El Lobo está viniendo" La fina línea que separa la realidad de la fantasía se vuelve borrosa cuando Rachel, una chica de diecisiete años, comienza a convencerse cada vez más de que su hermano pequeño morirá antes de su próxim...