—He logrado hablar con la hija del autor de Mitos y Leyendas —dijo Maddie detrás del monitor—. Su padre ha fallecido hace unos años, así que ella no sabía demasiado sobre el tema, pero me dijo que él viajaba mucho y que solía recopilar historias que eran transmitidas oralmente. El problema de aquello era que existían demasiadas versiones del mismo relato y debía "seleccionar" la que le pareciera más adecuada.
—Entonces, la leyenda del libro podría no ser exactamente igual a la que Agatha se refería —sostuvo Rachel sentada sobre su cama.
—Precisamente.
—Deberíamos hablar con ella —indicó Vynx—. Antes de que pierda la cabeza del todo.
Las muchachas ponían en común sus ideas e hipótesis en una videollamada grupal.
—Quizá deberíamos enfocarnos en el psicópata que te está dejando regalos en vez de seguir insistiendo en las historias de una mujer que estuvo en el psiquiátrico —Lonnie no parecía de muy buen humor aquella noche.
—Ha estado en el Pink Palace, ahí con nosotras mientras dormíamos... —Ava parecía traumatizada—. ¿Estás segura que no has hablado con nadie más acerca de los diarios?
—Solo con Maddie —informó.
—Y yo no he abierto mi boca —se apresuró a decir su amiga.
—Entonces, ¿no tienes idea de quién podría ser "L"? —continuó preguntando la chica de cabello turquesa.
—¿L? —inquirió Maddie.
—La caja traía esa inicial —explicó Vynx—. ¿Conoces a alguien que su nombre comience con "L"?
—No puedes realmente estar hablando en serio... —se quejó Lonnie.
—No me estaba refiriendo a ti —explicó de mala gana—. Podría ser alguien que no conocemos.
—O tal vez podría tratarse de Leda, la hermana de Agatha —ironizó Lonnie—. Que ha trepado por la ventana del lavado con sus mil años.
—Tal vez la "L" sea por "Lobo".
Todas quedaron en silencio luego de que Maddie lo sugiriera.
—¿Podríamos dejar de mencionar al Lobo por un momento? Estamos hablando de una persona real —estableció Lonnie finalmente—. Debe ser alguien que conoces. ¿Qué me dices de las personas de tu instituto?
Rachel pareció meditarlo, pero luego negó con la cabeza.
—Si tú no vas a decirlo, yo lo haré —advirtió Maddie.
La miró con el ceño fruncido.
—¿Qué?
—¿Qué me dices de Eddie? —preguntó cruzándose de brazos.
—¿Quién diablos es Eddie? —soltó Lonnie.
—El escalofriante compañero de Rachel, y que encima está enamorado de ella.
—¡Maddie!
Su amiga había cambiado su opinión sobre él cuando le había contado lo que dijo Daniel.
—No sería la primera vez que se ingresara a una casa ajena... —argumentó—. Lo lamento, pero presiento que hay algo raro en ese tipo.
—¿De qué está hablando? —preguntó Ava.
De mala gana les contó lo que había pasado en la fiesta de Daniel.
—Suena como si ese Eddie fuese un imbécil —gruñó Lonnie.
—No lo sé..., quizá solo está enamorado —reflexionó Ava—. A veces el amor puede llevarte a hacer cosas extrañas.
—No creo ni siquiera que se le pudiesen ocurrir hacer esta clase de cosas —dijo Rachel, reacia—. Aunque sí mencionó algo curioso una vez.... —indicó pensativa—. Él dijo: "El hombre es un lobo para el hombre".
—¡Para nada sospechoso! —ironizó Lonnie.
—¿Se lo has dicho a la policía? —preguntó Maddie.
Ella negó con la cabeza.
—No me pareció algo importante.
—¿Hablas en serio? —inquirió la muchacha de cabello dorado—. ¿Acaso no has oído la expresión que dice: "La explicación más simple es siempre la más acertada"?
Sonaba amargada, casi celosa, aunque probablemente solo lo estaba imaginando.
—Él se refería a una frase del libro El Leviatán de Thomas Hobbes —informó Vynx.
Nadie parecía comprender.
—Sacada de la obra Asinaria de Latino Plauto —trató de esclarecer sin éxito.
—¿Qué?
—Olvídalo... ¿Puedo saber cuál era el contexto de su conversación? —inquirió.
—Hablábamos sobre la naturaleza de las personas, si eran buenas o malas en el fondo —explicó Rachel—. Él me contestó eso.
Vynx pareció analizarlo.
—Interesante...
—Pues nuestro amigo Eddie ha ganado el primer puesto en la lista de sospechosos —indicó Lonnie.
—¿Debería hacer una lista? —preguntó dubitativa Ava.
—Y también está lo del dibujo... —añadió Maddie.
Rachel se tornó de color bordó. ¡¿Por qué tenía que haberlo nombrado?! En ese momento solo quería asesinarla. Pero finalmente, bajo los incesantes pedidos, les mostró a regañadientes el dibujo.
—Es casi... erótico —comentó Ava.
—Yo creo que luce drogada —indicó Lonnie con el ceño fruncido.
Volvió a observarlo con detenimiento. Su figura aparecía recostada de una manera desaliñada sobre la tierra, con largos cabellos cubriendo parte del rostro. Sus ojos apenas se encontraban abiertos y parecía exhalar de sus labios un último aliento. No quiso decirlo, pero ahora que volvía a verlo, no pudo evitar pensar que estaba viendo a una persona muerta. Estaba contemplando su propio cadáver.
...
Cuando se dirigió a la mesa en donde la muchacha de cabello largo y ondulado la estaba esperando, sus pies parecían estar hechos de plomo.
—Hola Sarah.
—Hola —contestó ella, cortante.
Ambas se habían reunido para hacer el trabajo de Física. La situación era incómoda, pero al parecer ninguna sentía ganas de pelear.
—Deberías anotar aquí sobre la unión de las teorías de la electricidad y el magnetismo —señaló la joven esbelta, a quien al parecer se le daba bien la materia, pero se encontraba reacia a tener que sacrificar sus uñas nuevas solo para escribir el informe, así que Rachel debía hacerlo todo.
Ava se acercó y tomó sus pedidos, interrogándola con la mirada al notar cierta tensión en la mesa. Al cabo de dos horas ya casi habían terminado, así que decidieron descansar un poco. El fastidio había comenzado a aminorar mientras trabajaban juntas, pero ahora que ya no debían hablar del ensayo, ninguna sabía qué decir. Rachel clavó su mirada en los vasos de malteadas vacíos mientras que Sarah parecía retorcerse, incómoda, sobre su asiento.
—Winona y tú parecen llevarse mejor —soltó de pronto la joven de ojos claros—. Me dijo que trataste de ayudarla con Eddie.
Se encrespó al escuchar su nombre, no había vuelto a hablar con él desde lo del viernes. Aunque sus amigas lo habían catalogado como "sospechoso", ella todavía sentía que le debía una disculpa.
—Sí... —contestó—. Pero no creo que haya funcionado.
—Por supuesto que no —puntualizó Sarah de mala manera—. Siempre le has gustado tú, es demasiado obvio.
Había remarcado la última frase para puntualizar su estupidez al no darse cuenta de ello. Se preguntó internamente qué otras cosas eran obvias para el resto de las personas y de las cuales ella nunca se había percatado.
—Pero ha sido amable de tu parte... el intentarlo —añadió dándose cuenta de que había sido algo brusca.
—Gracias.
Sarah se reclinó sobre la mesa y comenzó a tocarse el cabello como lo hacía cuando estaba nerviosa.
—Escucha... —comenzó a decir—. Lamento lo que dije aquella vez en el baño.
Rachel la miró tratando de dilucidar si lo decía en serio.
—Fui una idiota. No sé por qué dije eso —dijo jugueteando con el sorbete de su vaso—. Bueno..., eso no es del todo verdad —se volvió a acomodar en la silla—. Ha sido a causa de Daniel. Escuché a alguien decir que le gustabas. Así que... supongo que fueron los celos hablando.
Al parecer el amor sí te hacía hacer cosas estúpidas.
—¿En serio? —se sorprendió Sarah mientras sus ojos se iluminaban, al parecer no lo sabía.
—Casi no hemos intercambiado más de dos palabras ¿Cómo podríamos salir?
—Mmm... —la joven pareció meditarlo—. ¿Te dijo por qué cortó conmigo?
—No.
—Me contó algo que nadie sabe —soltó algo reticente—. Pero ahora cree que lo he divulgado por ahí. ¡Y yo ni siquiera se lo había contado a Winona!
—¿Qué te dijo?
Sarah se reclinó hacia atrás en la silla y se acomodó el cabello hacia un costado. Era de aquellas personas que nunca se quedaba del todo quieta.
—No te lo tomes a mal, pero no voy a decírtelo —sostuvo ella—. Esa es la razón por la que Dani ya no me habla. Él piensa que no me tomo las cosas en serio y que no soy confiable, pero lo soy. No se lo he dicho a nadie y no pienso hacerlo.
—Lo entiendo —indicó Rachel intentando concluir el tema.
—Dani quizá pueda parecerte como cualquier otro chico. Pero no lo es, es diferente —estableció ensimismada—. Es solo que lo oculta. Cuando salíamos era tan difícil que se abriera conmigo... pero su hermanita dijo algo y él no tuvo más opción que contármelo...
En ese momento, se dio cuenta que había comenzado a hablar de más y cerró la boca.
—A decir verdad, pienso que es bastante violento.
—¿Lo dices por lo de Eddie? Se lo merecía —indicó Sarah poniéndose a la defensiva—. Dani lo encontró husmeando en la habitación de su hermanita.
A Rachel comenzaba a irritarla la manera en que constantemente lo llamaba "Dani".
—¿Tú lo viste? —indagó.
—Yo estaba ahí cuando llegó a la fiesta. Unos chicos estaban metiéndose con él y no lo dejaron entrar. Luego vi cuando Dani lo sacó de la habitación y le dio una paliza —añadió como si aquello no tuviese importancia.
Eddie estaba diciendo la verdad y ahora se sentía aún más culpable.
—Es extraño, no me gusta —soltó sin justificarse—. Quizá Dani se sobrepasó un poco, pero igual todavía pienso que es un bicho raro. Se lo he dicho a Winona. ¿Has notado que a veces sisea?
—¿Es raro porque "sisea"? —Rachel no podía creer lo superficial que podía ser—. Yo nunca lo he escuchado.
—Luego de que lo sacaran de la casa comenzó a hablar extraño, fue muy desagradable —dijo ella como si el recuerdo le diese asco.
—Quizá sonaba raro porque alguien acababa de romperle en cara —sostuvo incrédula. Luego se dio cuenta de que Sarah no podía ser objetiva ni entender otro punto de vista que no fuera el suyo—. Solo... olvídalo....
Aquella tarde el aire estaba cargado y caluroso, como si fuera a llover en cualquier momento. Caminaron el último tramo de su parada con pasos largos para luego entrar a la joyería que Vynx les había indicado. Fueron atendidas por una simpática joven de origen africano llamada Jenny.
—Mi abuela me dio este collar cuando era pequeña —le explicó mientras se lo mostraba—. Dijo que era antiguo y que había estado en mi familia por mucho tiempo, pero quisiera saber un poco más sobre él.
Jenny lo tomó con delicadeza y comenzó a observarlo. Se sentía extraña sin él en el cuello, como si estuviese desnuda o algo parecido.
—Es bastante difícil encontrar una de estas hoy en día —dijo la muchacha de ojos grandes—. Si tengo razón, se trata de una adularia.
—He leído sobre esta piedra —dijo emocionada Ava—. Se la conoce también como piedra de la Luna, o como...
—¡Ojo de lobo! —exclamaron ella y Jenny al mismo tiempo.
Rachel observó cómo el collar pendía de su mano. El ojo del Lobo Blanco..., el alma de la Luna.
—Parece que tenemos a una entusiasta de las piedras —expresó Jenny mirando a Ava.
—¡Por supuesto! Sobre todo, me interesan sus propiedades mágicas.
Por un momento pensó que Jenny se burlaría de ella, pero no fue así.
—Entonces tenemos algo en común —indicó mostrando su hermosa dentadura perlada que resaltaba bajo su piel oscura. Luego volvió a concentrarse en la piedra—. Si prestan atención, la adularia tiene una característica particular, denominada adularescencia.
Comenzó a moverla de un lado a otro lentamente la para que lo notasen. La piedra blanca oscilaba brillos de tonos azulados y blanquecinos.
—Qué color tan bonito —se maravilló Ava.
El interior de la piedra no era liso, lo que la hacía muy similar a la textura que proyectaba el astro.
—¿Sabes de dónde proviene? —preguntó Rachel.
—Europa y Asia mayormente.
Una mujer elegantemente vestida con una larga túnica y con el cabello perfectamente recogido apareció por la puerta que estaba detrás del mostrador.
—Buenas tardes —saludó haciendo una reverencia con la cabeza.
—Mamá, ¿puedes decime que piedra es esta? —le preguntó Jenny—. Si alguien tiene "el ojo" para estas cosas, es ella.
La mujer tomó la cadena con la delicadeza de una gacela.
—Adularia —determinó casi al instante. Pero luego, pareció observarla con más profundidad—. No es muy frecuente verlas, y este es un espécimen bastante particular, apuesto a que haría muy feliz a cualquier coleccionista.
—¿Es valiosa? —preguntó repentinamente Ava.
Rachel le dirigió una miradita y ella se encogió de hombros.
—Las piedras más costosas son casi transparentes y su adularescencia debería de ser mayor —contestó la mujer.
—En otras palabras, no —aclaró Jenny.
Su madre se acercó con pasos lentos y suaves, tenía un aura de misterio que parecía flotar a su alrededor.
—Para los griegos su valor consistía en el don que tenía de despertar la clarividencia —dijo mientras le devolvía el collar—. Los romanos, en cambio, la asociaban con la diosa de la Luna y la energía femenina.
Rachel intentó averiguar si conocían acerca de la leyenda, pero las dos la miraron sin entender a qué se refería. Luego preguntó si la piedra podía volverse negra bajo alguna circunstancia y ellas insistieron en que eso era bastante improbable. Ambas se despidieron agradecidas.
—Deberías siempre llevarla puesta —le dijo Jenny antes de que cruzara la puerta—. Te brindará protección.
Había comenzado a llover cuando se despidió de Ava en la parada del autobús. Se sentó en el vehículo casi vacío y se acurrucó contra la ventana, tomó su móvil y monitoreó los signos de su hermano, todo parecía estar bien, así que se puso a observar la lluvia. El autobús hizo un giro a la derecha y tomó la misma ruta que había hecho cuando salió de la casa de Eddie. Luego de algunos minutos se detuvieron ante un semáforo en rojo y sus ojos encontraron a Daniel. Él no podía verla, estaba en la entrada de su casa con lo que parecía ser un rodillo en la mano y un bote de pintura. Se reclinó hacia delante para tratar de verlo mejor, pero el ángulo del autobús y la lluvia se lo impidieron. Limpió el vidrio empañado con la mano y cuando el autobús arrancó, pudo visualizar que alguien había pintado una frase en el porche de su casa con pintura verde. Decía "monstruo".
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El Lobo está viniendo
Mystery / ThrillerSaga "El Lobo" Libro 1 "El Lobo está viniendo" La fina línea que separa la realidad de la fantasía se vuelve borrosa cuando Rachel, una chica de diecisiete años, comienza a convencerse cada vez más de que su hermano pequeño morirá antes de su próxim...