Katia empezó a gritar como loca y a lanzar la vajilla contra el suelo. "¡Lo sabía! ¡Te odio!", repetía abalanzándose sobre mi hermana. Dimitri y su madre se acercaron enseguida para intentar contenerla, a la vez que Karl había comenzado a reír como un demente. La agresividad de Katia solo empeoraba, parecía un animal salvaje, tenía el rostro colorado y algunos pequeños derrames en sus ojos. Crina gritaba llamando a Ionel para que interviniera, era imposible que no se hubiese despertado con aquel escándalo. "¡Ionel, despierta!", comenzó a sacudirlo desesperada, pero el hombre cayó al piso, inmóvil. Katia frenó en seco y Yuri se acercó a él para tomar su pulso. Luego de un momento miró a Crina y a su hija y anunció: "Está muerto". Ellas se lanzaron sobre su cuerpo llorando desconsoladamente. Levi y Dimitri también se aproximaron en silencio para analizar la escena. Karl no podía parar de reír, su comportamiento era cada vez más desquiciado. Mihai lo tomó bruscamente de su ropa y le gritó: "¡¿Piensas que esto es gracioso?!". Crina estuvo a punto de perder el conocimiento y Jenica se apresuró para ayudarla, tomándola entre sus brazos, la llevó fuera de la habitación. El dolor todavía no aminoraba, pero yo estaba plenamente consciente. Leda me ayudó a levantarme mientras Katia, abrazada por Dimitri, sollozaba silenciosamente. "Todo es su culpa...", decía. ¿Cuál había sido la causa de la muerte? Todos se preguntaban lo mismo mientras se lanzaban miradas de sospecha.
Yuri se puso a observar el cuerpo detenidamente y descubrió que del costado de su boca salía espuma blanca, como la que había vomitado el sabueso. La mirada de Levi se detuvo en la copa vacía que había caído a su lado. "Ha sido envenenado...". En ese momento, todo se volvió confuso. Levi se abalanzó sobre la mesa volcando el resto de vino mientras se estiraba para alcanzar la vinagrera de vidrio. Luego la bebió deprisa como si fuese agua, por lo que terminó vomitando. Yuri metió los dedos en su garganta y luego de sacar de su sistema lo que había podido, apremió a los demás para hacerlo. Levi tenía los ojos desorbitados cuando comenzó a llamar a gritos a Marianne, la criada. Ella vino minutos después, asustada, y anunció que había encontrado desmayadas a la señora Jenica y a Crina escaleras arriba. Probablemente ya estarían muertas. Katia estaba sentada al lado de la chimenea mientras balbuceaba cosas incoherentes por el shock. ¿Cómo había sucedido todo eso? Se suponía que la belladona solo los sumergiría en un sueño profundo que nos daría tiempo para escapar, pero, en cambio...
"¡Tú!", gritó Katia, señalando con el dedo tembloroso a mi hermana, "¡Tú eres la responsable de todo esto!". Dimitri la tomó por el brazo, pero ella lo empujó. "¡No me toques!", gritó. El hombre, que estaba cerca de la chimenea, trastabilló y cayó volcándose encima el carrito de bebidas. Una llamarada de fuego se apoderó de él, estaba incendiándose. Mihai se acercó para intentar ayudarlo, pero las llamas se esparcían con rapidez. Dimitri gritaba y se movía descontroladamente mientras el fuego se apoderaba de su cuerpo. Con un rápido movimiento, Yuri tiró del mantel y comenzó a apagar las llamas, pero el cuerpo de Dimitri se sacudió bruscamente y luego cayó sobre la alfombra, muerto. Cuando Mihai se percató de que su padre había fallecido, me apartó de un empujón y se abalanzó descargando toda su ira sobre Katia. Tenía el rostro bordó y sus ojos parecían salirse de las órbitas, la tomó por el cuello y comenzó a apretar lo más fuerte que pudo. "¡Lo mataste! ¡Maldita perra!", gritaba. En ese instante, Levi, que aún seguía intentando vomitar, se percató de las zapatillas que asomaban bajo mi vestido. "¡Tú!", gritó él. Mientras el cuerpo de Katia comenzaba a convulsionar bajo la fuerza de Mihai, Levi se lanzó sobre mí y ambos caímos al piso. Marianne había escapado de la habitación, en tanto Karl encendía un fósforo para incendiar las cortinas del lugar. Todos parecían haberse vuelto locos. Yuri intentaba que Mihai soltara a Katia, mientras que mi hermana tomaba un pesado candelabro y golpeaba duramente al Cazador en la cabeza hasta dejarlo inconsciente. Las llamas se movían hambrientas y el humo había comenzado a oscurecer la habitación. En ese momento se escuchó el primer disparo. El cuerpo de Yuri cayó hacia un lado, dejando ver el gran agujero de bala que le había atravesado la mejilla. Mihai, quien pareció volver a la realidad, dejó de apretar el cuello de Katia. Ella se derrumbó y quedó inmóvil con espuma blanca cayendo por el costado de su boca. "Al parecer tenías razón...", dijo Karl sosteniendo el Lupin entre sus manos, "sí tengo mala puntería". Leda me ayudó a ponerme de pie mientras Mihai esquivaba, con un movimiento rápido, el segundo disparo de su hermano.
Empezamos a toser por el humo, la habitación estaba en llamas, pero pude ver el rostro de Karl. Tenía el cabello alborotado y pegado por el sudor, sus ojos estaban completamente rojos y tenía los labios morados. Leda y yo nos resguardábamos de los disparos tras la gran mesa del salón. "¡¿Qué pusiste en el vino?!", le preguntó Mihai respirando con dificultad mientras trataba de retener una arcada. Aquello provocó que Karl soltara una risa desagradable para luego acercarse lentamente. "¿Qué bala lo mataría...?", comenzó a canturrear. "Karl..., quédate ahí", advirtió su hermano, quitando el seguro al arma. Él pareció considerarlo, pero volvió a avanzar mientras continuaba cantando: "Salvar al soldado es lo de menos..., ya que más soldados tenemos". Ambos dispararon al mismo tiempo, la bala de Mihai llegó al hombro de su hermano haciéndolo caer hacia atrás y mandando a volar el Lupin cerca de la puerta, mientras que Mihai recibió un disparo en el pecho que lo hizo desplomarse en el suelo. Su cuerpo comenzó a sacudirse, convulsionando, justo en el momento en que las llamas llegaron a las botellas de whisky, provocando una explosión.
Huimos hacia la puerta, podía sentir la adrenalina comandando todas mis acciones. Tomé el Lupin tan rápido como pude y nos apresuramos para salir de aquella mansión ardiente. Mientras corríamos por el jardín, pude ver a través de la ventana, cómo el interior resplandecía de un color dorado y el fuego letal devoraba todo a su paso. Cuando llegamos al escondite en el bosque, en donde habíamos ocultado una mochila con nuestras cosas, nos detuvimos un momento para recuperar el aliento. "¿Qué demonios ha pasado?", comencé a decir, "se suponía que la belladona solo los dormiría...". El rostro de Leda parecía contraído por el odio a la vez que admiraba cómo las llamas consumían el lugar. "Se lo merecían", dijo. Ahí fue cuando lo comprendí. Recordé la espuma que salía de la boca del sabueso y a Katia decir que había visto a mi hermana salir de las perreras. "Tú los mataste...", dije casi sin poder creerlo. En ese momento escuché los ladridos de los perros. El fuego se había expandido y amenazaba con llegar hasta las perreras, no podía dejarlos morir así. "¡No!", me advirtió Leda tomándome del brazo. "No creo que Levi esté muerto, debemos irnos ahora", pero logré soltarme y salí corriendo hacia la casilla de madera. Los perros ladraban como locos y cuando me vieron llegar, se apiñaron en la entrada del canil. Algo comenzó a quemarse y a largar un espeso humo negro, rápidamente destrabé la puerta y los ayudé a salir.
Me adentré nuevamente en el bosque, en dirección al lugar en donde estaba Leda y encontré a Karl recostado contra un árbol con la máscara de arlequín puesta. Cuando vio que me acercaba, levantó pesadamente su mano y se quitó la máscara. Su rostro estaba inflamado y pálido, venas violáceas cruzaban sus mejillas y sus ojos estaban rojos. Trató de hablar y el mismo líquido espeso y blanquecino salió de su boca. "Ha sido ella, ¿verdad?", logró preguntar. Asentí con la cabeza. Él ya no representaba una amenaza, así que me acerqué unos pasos, pude ver que su chaqueta estaba completamente teñida de rojo. La risa lo hizo toser y aquel líquido blanquecino se mezcló con su sangre. "No me malinterpretes, yo habría hecho lo mismo" dijo y escupió una mezcla desagradable mientras su respiración se entrecortaba. "No confíes en ella...", añadió, "...quien confía en un lobo...". No pudo terminar la frase, la vida se le había escapado de los labios en una última sonrisa. No sé por qué, pero me acerqué y cerré sus ojos.
Leda y yo caminábamos por el bosque con nuestras linternas encendidas, la mochila me rozaba la costilla produciéndome un dolor insoportable, pero no me quejaba. Nos dirigíamos hacia el norte. La Luna llena aparecía y desaparecía bajo las nubes movedizas, ya no veíamos la mansión. Habíamos caminado unos cuantos kilómetros cuando escuchamos el primer disparo. Aquello hizo que ambas nos detuviéramos, Leda me miró horrorizada, sabía lo que estaba pensando. Levi. Creí escuchar un aullido que resonó en el interior del bosque. Empezamos a correr, el juego se había iniciado y sabíamos que el Lobo venía por nosotras. Apuntábamos nuestras linternas al suelo mientras corríamos tomadas de las manos, las piedras y los troncos dificultaban nuestro avance y el estúpido vestido se me enganchaba con las ramas y la maleza. Un segundo aullido, mucho más cercano, se escuchó entre los árboles. "¿Acaso no estaba muriéndose?", mi voz salió entrecorta. En ese momento, recordé las palabras de Nella. "¿Dónde está tu collar?", pregunté horrorizada al no verlo sobre su cuello. "No te preocupes, está en un lugar seguro", me indicó. "Tenemos que escondernos. ¿Cuántas balas le quedan?". El Lupin solo contaba con tres balas. "Dámela, yo puedo disparar mejor", dijo estirando la mano. Dudé por un segundo y pareció notarlo. Le entregué el arma justo cuando empezamos a escuchar ruidos. Apagamos las linternas y nos escondimos detrás de un tronco. Unos pasos pesados se movieron cerca nuestro, pude escuchar cómo Levi silbaba aquella canción del bosque. Señalé el arma y Leda me hizo un gesto negativo, el Lobo nos escucharía. Esperamos hasta que el sonido de sus pasos desapareciera y nos dirigimos en dirección opuesta a la suya. Caminábamos lentamente entre las sombras, cuando algo salió de los arbustos. Leda le apuntó con el rifle sin dudarlo, era uno de los sabuesos. El perro me miró y comenzó a mover su cola. "Por favor, no hagas ruido", pensé. Leda se acercó y trató de asustarlo para hacer que se fuera, pero, en cambio, aquello provocó que el perro comenzara a ladrar incesantemente. Cuando me agaché para calmarlo, algo salió detrás de mi hermana y la atrapó con un rápido movimiento. Ella empezó a gritar mientras era arrastrada lejos. Yo comencé a correr intentando encontrar el lugar al que la bestia la había llevado. Alumbré temblorosa la tierra y seguí el camino que había dejado su cuerpo. Encontré el Lupin en el suelo. Apunté mi linterna y el rifle hacia la oscuridad que había debajo de una gran roca picuda, mis manos se sacudían mientras llamaba con voz ronca a mi hermana. "¡Leda! ¿Dónde estás?". La vi recostada en un costado. La encorvada criatura estaba sobre ella mordiendo su hombro con la bestialidad de un oso. Disparé una vez y la bala rozó su espalda. Dejó de sacudirla, pero no la soltó, disparé dos veces más y pude oír un desagradable sonido de dolor. "¡Agatha!", gritó mi hermana. Trató de gatear hasta donde yo me encontraba, pero el Lobo la arrastró nuevamente hacia él, tomándola de la pantorrilla. Antes de que pudiera hacer algo, Levi apareció en la oscuridad enfundando su arma y ordenó a la criatura que la soltase. La bestia gruñó con sus garras todavía clavadas a la cintura de Leda y le mostró los dientes. "¡Suéltala!", bramó nuevamente Levi mientras le apuntaba con el largo rifle. Luego de un momento, aquella cosa la dejó libre. Intenté atraerla hacia mí y Leda me miró como si hubiera visto a la misma muerte. La ayudé a levantarse y verifiqué sus heridas, afortunadamente ninguna era letal. Levi tenía su mira apuntando hacia nosotras. Pude notar que el veneno le había afectado bastante, quizá no tanto como para matarlo, aunque sí se veía inestable y atontado. "Nos has traicionado", me dijo. El Lobo se había escondido entre las sombras, pero aún podíamos escuchar sus gruñidos y los chasquidos de su mandíbula. Estaba enfadado, aquel no era el juego al que estaba acostumbrado, él siempre se quedaba con el primer premio. "Luego de todo lo que he hecho por ti...", continuó Levi mientras se acercaba. "Has traicionado a tu propia familia". Leda y yo estábamos abrazadas, su sangre comenzó a empapar mi vestido. Levi todavía pensaba que era yo quien había envenenado a todos. No supe qué decir, miré a mi hermana, pero ella se quedó callada. "Debería haberte matado antes...", susurró él. Caminó unos pasos hacia nosotras y se dirigió a Leda. "Ven", le ordenó. Ella seguía sin moverse. "¡Ven aquí o les dispararé a las dos!". Cuando finalmente lo hizo, me arrebató el Lupin. "Si le tocas un pelo...", dije queriendo sonar amenazante, aunque sabía que era mi vida la que corría peligro. Levi parecía asqueado, su rostro ya no mostraba aquella miraba encantadora que solía tener y su boca parecía haberse quedado sin sabias palabras. Se veía como un simple y malvado anciano, había perdido su máscara. "Por favor... ya estoy harto del jueguito de las gemelas", comenzó a decir él. "¿Crees que significas algo para ella? Pobre y estúpida Agatha... ¿Realmente crees que daría la vida por ti?". Rio y comenzó a escupir un líquido blanco, luego giró hacia Leda y le apuntó a la cabeza. "Te lo preguntaré una sola vez", le dijo. "Si el amor que le tienes a tu hermana es tan grande como ella cree, puedes decidir salvar su vida a cambio de la tuya". Leda empezó a rogarle, pero sus intentos fueron en vano. El Cazador intentaba apresurarla. "Tic toc, tic toc... ¿Qué elegirá?". Cargó su arma para demostrarle que no estaba bromeando, aunque nosotras sabíamos que él nunca bromeaba. "Se acabó el tiempo", indicó. Comencé a insultarlo, pero me quedé sin palabras cuando mi hermana firmó mi sentencia de muerte con su dedo índice. Y como si una bala imaginaria hubiera salido de él, me desmoroné sobre la grava. "Pues ya ves cuánto significas para ella", bufoneó Levi riendo y tosiendo al mismo tiempo. La traición se había llevado mis fuerzas y había robado mis palabras. "Quien confía en un lobo... entre sus fauces muere", eso era lo que Karl había querido decirme. "¡Es toda tuya!", anunció en dirección a la oscuridad. Leda corrió su rostro para no ver cómo yo sería destrozada. Pero el Lobo no saltó sobre mí, sino que lo hizo sobre Levi. El Cazador, sorprendido, trató de dispararle, pero con un movimiento certero, la bestia lo desarmó cercenándole algunos dedos. Leda cayó al piso y comenzó a gritar mientras yo tomaba el Lupin que había salido volando. Levi murió rápidamente, luego de que el Lobo le rompiera el cuello. La bestia aulló y pude ver su horrible y deformado rostro bajo la luz de la luna, sus dientes prominentes parecían sonreír. En ese momento clavó sus amarillentos ojos sobre mi hermana. Ella trató de escapar, pero no fue tan rápida, apreté dos veces el gatillo, y me di cuenta de que ya no tenía municiones. Tomé la mano de Leda mientras trataba inútilmente de jalarla hacia mi lado, él era demasiado fuerte. Busqué desesperadamente, pero no pude divisar el rifle del Cazador entre tanta oscuridad, mis pies comenzaron a ceder mientras ambas éramos arrastradas hacia sus fauces. Parpadeé dos veces y el tiempo pareció transcurrir en cámara lenta... Leda trataba de aferrarse a mí de cualquier manera posible, arañándome los brazos. Pude ver cómo intentaba abrirse paso hacia la vida, sin importarle si me arrastraba consigo. En ese instante, nuestras miradas se encontraron y pudo darse cuenta. Mis brazos comenzaron a aflojarse mientras mis ojos se humedecían. "¡No! ¡Por favor!", suplicó Leda. Pero ya era demasiado tarde, mis dedos ya no la sostenían. "Lo siento... por favor...", decía llorando mientras intentaba aferrarse. Yo también lloraba cuando sus manos se soltaron de las mías. La escuché proferir un último grito mientras desaparecía entre la oscuridad.
Recuerdo correr. Corrí y corrí. Llegué al pequeño bote que nos llevaría río abajo, al puerto. Me di cuenta de que mis manos todavía sostenían la sortija de compromiso de mi hermana. Subí al bote, y mientras la suave corriente me llevaba lejos, un aullido se escuchó en el bosque.
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El Lobo está viniendo
Mystery / ThrillerSaga "El Lobo" Libro 1 "El Lobo está viniendo" La fina línea que separa la realidad de la fantasía se vuelve borrosa cuando Rachel, una chica de diecisiete años, comienza a convencerse cada vez más de que su hermano pequeño morirá antes de su próxim...